alberto barranco
Autistas durante un sexenio gris en el complemento de otra docena trágica, los responsables de la empresa pública hoy encuentran por acto de magia debilidades y salidas frente a problemas que se volvieron alud en la indolencia.
Los chispazos encienden las llamaradas de petate: que Pemex se maneje con la misma autonomía del Banco de México; que se dejen de grabar sus ingresos a 104%; que se le retire la camisa de fuerza de una espesa normatividad; que se le despoje de los escenarios de simulación que obligan a crear empresas fantasma…
La más patética de las propuestas, con la firma del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, plantea anteponer una reforma pensionaria a la posibilidad de una segunda ronda de reforma energética.
Primero lo primero, es decir, reforzamos los cimientos antes de intentar la venta o la remodelación del edificio.
Lo grave del caso es que las grietas llevan décadas sin la mínima atención.
Los números causan escalofrío. De acuerdo a Pedro Vásquez Colmenares, autor del libro “Las pensiones en México. La próxima crisis”, si se acumularan los pasivos laborales a la deuda de la paraestatal, ésta crecería de los 845 mil 106 millones de pesos que mantenía en 2010, a un billón 506 mil millones de pesos, es decir, un 78% adicional, lo que agravaría el escenario de quiebra técnica de la empresa pública.
De ahí, pues, la reticencia a tomar el toro por los cuernos.
En ese año, el total de jubilados por la paraestatal ascendía a 72 mil, cuyo número equivalía a 47.7% de los trabajadores activos. La nómina, entonces, era de 150 mil.
En los últimos cinco años el crecimiento alcanzó 12.97%, equivalente a 6 mil 932 jubilados, lo que obligó a incrementar el gasto en 70.7% respecto al de 2006. El pasivo contingente se incrementó en 40.2%.
En lo individual, el gasto creció de 11 mil 435 pesos a 16 mil 600.
Encendidos los focos de alarma, hace dos años se presentó una propuesta de reforma que en el papel disminuiría un pasivo laboral que alcanzaba entonces 661 mil 300 millones de pesos en 44%.
Sin embargo, la propuesta se quedó sólo en el intento, por más que terciando en el problema la Auditoría Superior de la Federación había señalado que Pemex requería aportaciones durante 31 años para fondear un esquema pensionario tal cual se había trazado.
De acuerdo a éste, los trabajadores están en opción de solicitar su jubilación después de 25 años de servicio, tomando como base para ésta el salario obtenido al momento de plantear la solicitud.
El problema es que actualmente la mayoría de los trabajadores y empleados de la empresa paraestatal tienen 40 años de edad y 17 de servicio, es decir les faltarían ocho para solicitar su retiro… con una larga vida por delante.
El cálculo habla que en los próximos cuatro años se jubilarán 20 mil trabajadores más… con la novedad de que no hay recursos para financiar las pensiones.
De hecho, desde 2007 el costo de la contingencia por pasivo laboral se incrementó en 189.6 millones de pesos, 40.2% más que en el año anterior.
La bomba de tiempo, pues, está activada.
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