14 de agosto de 2012

DEL CORREO: LO QUE NO QUEREMOS DE LOS PARTIDOS Por: Patricia Barba Ávila (Seti)

LO QUE NO QUEREMOS DE LOS PARTIDOS
"Necesitamos corregir nuestros errores para volver a ser la opción que prefieran los mexicanos", dicen los dirigentes panistas...

"Todo está en la mente de López Obrador que no sabe perder", acusa la cúpula priísta...

"El problema es que no hemos hecho los cambios que México merece" declaran los líderes del PRIAN
 
Por: Patricia Barba Ávila (Seti)

Hay quienes sostienen que la participación ciudadana en la res pública no sería posible sin estructuras partidarias, mientras que otros están convencidos de que el marco constitucional establece bases sólidas para que todos los sectores sociales hagan política en la mejor acepción del término, no las actividades de corte mafioso al que la clase en el poder llama "política".
 
Efectivamente, los artículos 35 y 36 de la Carta Magna establecen como derecho y obligación de todo ciudadano mexicano el participar en procesos electorales pero no en forma pasiva, como votantes sino en forma activa, como contendientes a puestos de elección popular, con los únicos requisitos de ser mayores de edad, ser de nacionalidad mexicana y, en el caso de diputados y senadores, tener una trayectoria limpia --curiosamente (o mañosamente) a los candidatos para la presidencia o las gubernaturas no se les exige ni honestidad ni integridad moral-- tomando en cuenta el texto constitucional hasta el día de ayer que lo consulté.

Por supuesto que, de acuerdo con el Art. 41, los partidos políticos son entidades de interés público cuya misión principal es la de fomentar la participación de los ciudadanos en las actividades políticas. Sin embargo, como lo hemos podido constatar mediante el análisis puntilloso de los institutos políticos con los que hemos contado hasta la fecha, esta función no se ha cumplido. Y una de las razones para la actual descomposición que priva en lo que muchos llamamos la "partidocracia" es el andamiaje electoral trazado por el COFIPE y su brazo ejecutor, el IFE, que con la entrega de sumas millonarias a las cúpulas partidarias han fomentado niveles de corrupción intolerables y, por ende, el alejamiento de estas entidades del resto de la ciudadanía.

Sólo para ilustrar el tamaño de la descomposición que han experimentado los partidos, traigo a colación las consideraciones de la cúpula panista respecto de las razones de que perdieran no sólo la presidencia sino su lugar como segunda fuerza política en el Congreso.  De acuerdo con la dirigencia del PAN, fueron sus "errores" la causa de su fracaso electoral, sin siquiera mencionar, ya sea por ignorancia supina o por malicia, que fue su comportamiento deleznable tanto en la presidencia como en el resto del poder ejecutivo y también en las cámaras de diputados y senadores, cuyas deplorables resultantes han sido más empobrecimiento, la muerte de 70,000 inocentes por la guerra que se publicita "contra el crimen organizado" y las actividades criminales de varios de sus integrantes, entre los que destacan Calderón, en primer lugar, seguido de Juan Molinar Horcasitas, Javier Lozano Alarcón, Diego Fernández de Ceballos, Ernesto Cordero, Josefina Vázquez Mota, y varios presidentes municipales cuyos nexos con la delincuencia organizada han quedado demostrados, que son la verdadera causa del profundo repudio de una sociedad cada vez menos dispuesta a tolerar estos niveles sobrecogedores de impunidad e inmoralidad.  

En lo que se refiere al PRI, organización derivada de la Revolución --inconclusa de acuerdo con mi apreciación--, con excepción de la gestión del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, las sucesivas administraciones han estado caracterizadas, en diferentes grados, por el comportamiento autocrático de mandatarios que alcanzaron la presidencia no por el sufragio efectivo, libre e informado de los votantes sino por el "dedo" de una cúpula absolutamente indiferente hacia el bienestar de sus gobernados que son, en estricto sentido, los mandantes, es decir, los que pagan no sólo los abultados e injustificados salarios que se regalan sino las lujosas mansiones, automóviles, etc., como parte de la vida monárquica que disfrutan, la cual es sufragada por un presupuesto que debería ser invertido en bienes y servicios para beneficio social en cumplimiento de la ley constitucional.

Uno de los aspectos --entre muchos otros--  difíciles de asimilar es el hecho de que para ser admitido como militante de un partido, no se requiera que el aspirante conozca la Constitución.  No son pocas las ocasiones en que he hablado incluso con legisladores que no conocen los artículos de la Carta Magna. Independientemente de esto, otra de las fallas monumentales de la estructura partidaria ha sido su incapacidad o desinterés por promover la auténtica democracia, es decir, la activa participación de los ciudadanos en la toma de las decisiones que definiríann su calidad de vida. Estas fallas, de acuerdo con mi muy personal interpretación, se deben a que la clase política que se hereda los cargos y se recicla una y otra vez, utilizando las elecciones como parapeto, no podría ascender al poder si los ciudadanos conocieran a fondo la Constitución.  Información es poder y es justamente por esto que las élites de la partidocracia no promueven el estudio del marco legal ni la injerencia de amplios sectores sociales.

No me cabe duda de que si la educación que se imparte en las escuelas y universidades promoviese el conocimiento de las leyes y garantías individuales, un gran número de ciudadanos podría contender por puestos de elección popular. Adicionalmente, sabiendo de la existencia de artículos como el 39, indiscutiblemente que la misma sociedad promovería facultades como la revocación de mandato, elemento sine qua non para la construcción de la auténtica democracia (poder popular).

Por todo lo anterior, muchos de los ciudadanos rechazamos el quehacer partidario no porque nos opongamos a la existencia de organizaciones que, de acuerdo con el Art. 41, promuevan la amplia participación de la población en la res pública, sino porque para que esto fuese posible, es menester primero abrogar el COFIPE o, por lo menos, someterlo a una profunda reforma, además de desmantelar el IFE y constituir un organismo genuinamente independiente de los servidores públicos y dependiente sólo de la voluntad ciudadana.

Hacemos votos porque la creciente participación de organizaciones no partidistas, militantes honestos y ciudadanos en lo individual en el proceso postelectoral, conduzca no sólo a la invalidez de una elección contaminada por actividades eminentemente delictivas por parte del PRI, con la complicidad del PAN, el PANAL y el PVEM, sino al inicio del proceso de regeneración de nuestra República.

Comentarios:  andrea.barba47@gmail.com
@setimorena


La prueba más auténtica de civilización, cultura y dignidad es el carácter no las vestimentas. Gandhi

Patricia Barba Avila
Titular del programa Desde la raíz transmitido por Radio La Nueva República los lunes de 21 a 23 hrs y los miercoles de 21 a 22 hrs y Sabía usted que los domingos de 11 a 13 hrs (hora del Centro)
Miembro del Tribunal Internacional de Conciencia (TIC)

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