16 de julio de 2012

Reconocen que vendieron sus votos al PRI por material y tarjetas SORIANA

Reconocen que vendieron sus votos al PRI - laopinion.com:

POR: Gardenia Mendoza / gardenia.mendoza@laopinion.com | 09:50 pm  |  07/13/2012  |  La Opinión
"Anda, díles que eres de ellos [del PRI] –le dice- y en el terreno que te dio tu papá levantas tu casita con el material que te den". dice una pobladora del medio rural.
     



Foto: Gardenia Mendoza / La Opinión

LA VEGA, México.- A unos metros de la mesa de madera donde Rufina Albarrán revuelve un altar de papeles, un perro ladra bravucón alrededor del árbol donde permanece amarrado entre la tierra, moscas y cacharros, pero su dueña no se inmuta, ¿dónde dejó esa tarjeta que le dieron por fidelidad política?



"Es de la tienda Soriana", afirma mientras repasa una a una las otras tres credenciales que desde hace 38 años le ha renovado el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como simpatizante y que muestra con una mueca de placer y orgullo, pero vuelve al tema.

"El plástico de Soriana tenía 700 pesos (unos 65 dólares) y me sirvió para comprar la comida de esta semana", exclama sin titubeos porque en su conciencia de mujer de campo con 66 años no hay dudas, sino una cuestión de supervivencia: "Mientras el PRI me ayude no voy a cambiar, voy a votar siempre por él".

Rufina vive en la pequeña población de La Vega, una de las comunidades más pequeñas del sur del Estado de México, casi al límite con Guerrero, donde el priísmo se impuso con más del 70% de los votos de las 32 familias de la localidad el pasado 1 de julio y a los pocos días llegó la tarjeta de Soriana.

Fue un premio más de los muchos que reciben desde que activistas del PRI se abrieron paso entre los lodazales de los caminos sin pavimentar y la hierba crecida, recuerdan pobladores.

Llegaron para preguntar sobre las necesidades de los laveguenses: que si cemento para construcción, que si tabiques o láminas, que si becas o tinacos.

Durante la campaña de Eruviel Ávila, quien sucedió a Enrique Peña Nieto en la gubernatura estatal, Rufina se hizo así de una tarjeta que se llama La Efectiva – que es parte de su colección de plasticos- con la que pudo al fin dejar atrás el piso de tierra, tener un tinaco y un "pie de casa", que son diseños prefabricados de baño, cocina y sala.

Su pequeña choza es hoy más digna, aunque conserva roídas puertas de madera y un viejo sofá donde acostó a algunos de los 13 hijos que parió entre las penurias de una esposa de campesino.

La anciana prefiere no hablar sobre cómo comprobó su voto a los activistas del PRI, pero es de dominio público que el día de los comicios se dieron a los simpatizantes boletas electorales previamente marcadas a cambio de las que daban en las casillas.

Después de la jornada electoral del 1 de julio pasado, los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática acusaron a la campaña de Peña Nieto de adquirir unas 9,500 tarjetas prepagadas con un valor aproximado a los 5.2 millones de dólares para regalar a cambio de votos.

El PRI negó las acusaciones y las autoridades aún no encuentran la evidencia directa de la compra de votos, pero la investigación continúa.

Organizaciones civiles como Alianza Cívica calculan que alrededor de nueve millones de votos pudieron ser comprados o coaccionados por todos los partidos, aunque el PRI encabeza estas presuntas prácticas antidemocráticas.

A dos kilómetros de La Vega, en el municipio de Tonatico, los lugareños afirman que las dádivas a través de los plásticos es solo una de las "decenas" de estrategias que van desde el pago en efectivo a el uso de creencias religiosas como ocurrió en esta localidad.

Adán Pedroza, un herrero de 41 años, está inconforme porque a su esposa e hija entregaron las tarjetas Soriana a través de la Iglesia. "Fue el cura de la parroquia después de que dio un sermón para que no votaran por 'partidos que promueven el aborto y la unión entre homosexuales'" en referencia a las leyes promovidas por el PRD en el Distrito Federal.

Luis Enrique Celis, un funcionario del ayuntamiento de Tonatico, asegura que la compra de voto se busca entre gente con pocos recursos y baja escolaridad que abunda en las pequeñas comunidades rurales. "Nivel básico, máximo secundaria, porque entre más educación tengan es más difícil convencerlos o piden más".

Por eso hay niveles de pago, precisa Francisco Rosas, un campesino de la localidad de La Perla, también aledaña a La Vega, donde delegados partidistas acostumbran citar a pobladores para un desayuno el día de las elecciones: ahí entregan celulares con cámara para que tomen fotos de la evidencia del voto. "Dieron entre 300 o 500 pesos, según se dejara la persona", explica manoteando por las calles de Tonatico.

A los más exigentes se entrega material para construcción a través de convenio con empresas locales. Adán Pedroza fue testigo indirecto de otra presunta compra de voto a través de la entrega de láminas de asbesto a su vecino.

Todavía conserva una copia presuntamente firmada por el entonces candidato suplente a la alcaldía Arturo Arellano y sellada por el expendio "La Amistad".

Lejos de ahí, el remordimiento de conciencia Rufina Albarrán, de La Vega, es nulo y tal vez inocente: está a gusto por sus mejorías tangibles y ya animó a una de sus hijas a acercarse a los delegados priístas: "Anda, díles que eres de ellos –le dice- y en el terreno que te dio tu papá levantas tu casita con el material que te den".


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