6 de julio de 2012

GALVAN OCHOA: La era TelePRIsa

La Jornada: Dinero:

La era TelePRIsa
Para indocumentar nuestro optimismo
El reformón de Hollande
Enrique Galván Ochoa

Televisa no ha llegado a este capítulo de la telenovela para dejarse enmendar el argumento. Lo que sigue es que Enrique Peña Nieto se haga cargo de la Presidencia de la República. El Tigre Azcárraga decía que era un soldado del PRI, pero los papeles han cambiado. Televisa probablemente asume que Peña Nieto es su soldado. Hay recuento de votos de un número importante de casillas con el que podrían comprobarse un sinnúmero de irregularidades. Sobran evidencias –Monex, Soriana, Moreira– de que corrieron raudales de dinero en la compra de votos; incluso es probable que se acredite el origen oscuro de una parte. Sin embargo, recordemos lo que sucedió hace 12 años con el Pemexgate. Se comprobó que salió dinero de Pemex vía el sindicato petrolero para financiar la campaña de Francisco Labastida Ochoa. ¿Cómo se solventó el problema? El IFE le impuso una sanción al PRI, en marzo de 2003, por mil millones de pesos, pagadera, eso sí, en abonos. Quizá uno de los capítulos siguientes del reality show presentará como heroicos defensores de la democracia a los consejeros del IFE y a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y hasta apliquen otra multa millonaria a los priístas. Sin embargo, el final de la telenovela seguirá siendo el mismo. Asumir estas realidades puede resultar frustrante y doloroso, pero conlleva el beneficio de despejar la mente de ilusiones. La era TelePRIsa está aquí, con sus tres ingredientes: la televisora, el PRI y las siglas SA, que enfatizan la naturaleza de su alianza: una sociedad para manejar a México como un negocio... y por mucho tiempo. Lo que no es permisible es hacer el patético papel de ingenuos, esperanzados y, más adelante, burlados ciudadanos.



Las reformas

El panismo dejará quebrado al país, con una deuda pública a escala histórica. Uno de los caminos que tiene TelePRIsa para hacerse de dinero es vender las dos empresas estatales que se libraron del desmantelamiento del salinismo –Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad– y aumentar los impuestos. Se habla cada vez con más frecuencia de las reformas energética y fiscal, entre otras. Circulan por ahí los comentarios en el sentido de que Enrique Peña Nieto no contará con mayoría en el Congreso y para sacarlas adelante tendrá que negociar con los legisladores de otros partidos políticos. ¿Para qué quiere mayoría si tiene a Televisa? ¿Cuál legislador desafiaría su poder a sabiendas de que puede ser borrado de cuadro, como sucedió a Santiago Creel? Eso sin contar que el Congreso se ha convertido en un tianguis caro, donde los votos se venden a quien puede pagarlos. Personajes que han jugado un papel lamentable en la historia del país, como Luis Téllez y José Ángel Gurría, promueven en diferentes foros los supuestos beneficios de tales reformas. Sin embargo, la gente no coincide con sus puntos de vista. La reforma energética del calderonismo dejó como resultado los gasolinazos mensuales, y la fiscal la creación de nuevos impuestos, como el IETU, IDE, el de telecomunicaciones, y el aumento de los que ya existían. Se divisa un nuevo intento de cobrar IVA en alimentos y medicinas, pero no se toca el tema de gravar las transacciones financieras, a fin de que puedan seguirse vendiendo empresas como Grupo Modelo en 20 mil millones de dólares sin pagar impuestos.

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