8 de julio de 2012

Carlos Villa Guzmán: Nuevas modalidades de fraude electoral en México: cualquier cosa con tal de regresar al poder

Nuevas modalidades de fraude electoral en México: cualquier cosa con tal de regresar al poder.:
            
Uno de tantos problemas con
la democracia en México es que en materia electoral la propensión al fraude por
parte de quienes tienen la capacidad de hacerlo es inmensa. La Ley es
violentada con el mayor descaro sin que autoridad alguna incida para evitarlo.
Hasta el propio presidente de la República es capaz igualmente de cometer una
falta o un delito electoral con la mayor impunidad.

Enseguida se suman los “periodistas”,
alineados para machacar que la sociedad, junto con el o los candidatos
estafados electoralmente, deben “dar vuelta a la página” y ponerse a trabajar.
Hay incluso quienes claman por volcar el apoyo nacional a quien gastó las sumas
más altas de toda la historia en promover su propia imagen en televisión.


Eso no es todo, le piden al
pueblo que manifieste su respaldo hacia un candidato severamente cuestionado
por sus bajos niveles de ética, de formación cultural, entre otras carencias o
defectos,  como el abuso de la
representación mediática de corte tele novelesco o de talk show, de acuerdo a
la biografía publicada por los medios de comunicación y las evidencias, que
parecen guiones de terror con altas dosis humor negro y sodomía.

La vacuidad de la plataforma
política impuesta a base de créditos de supermercado es preocupante. El
discurso peñanietista gravita en la futilidad, en el sentimentalismo que apela
a las emociones de un pueblo igualmente sometido a un molde cultural estrecho.

El PRI populachero aliado de
Televisa, es el que se apropió anticipadamente de los imaginarios, en tanto que
faltan unos meses para asumir el poder, desde donde evidentemente vendrá la
transformación en el paradigma del poder omnímodo, utilitario, clientelar y
coercitivo de siempre. Legitimado por argucias millonarias y hasta
estrafalarias, como provocar repartos multitudinarios que derivaron en paros
por incumplimiento en la compra del voto. Esas canalladas hicieron unas elecciones
grotescas; regresa el PRI de siempre.

Las multitudes vaciaron
almacenes para adquirir despensas con las tarjetas que repartieron los promotores
del voto, además hubo acarreos masivos que costaron igualmente una cifra
importante de dinero.

Por todo lo observado que hizo el PRI para
ganar la elección, será difícil que haya una forma distinta de ejercer el poder.
Los dueños del capital financiero estarán aún más
blindados, porque la protesta ciudadana hacia el fraude o la serie de abusos e
inequidad que dieron el triunfo a Peña Nieto, es criminalizada por los voceros
de los medios de comunicación y los principales actores políticos del PRI y el
PAN, quienes conforman un red de negocios e intereses de beneficio económico y
político.

En lo que tal vez se hayan
equivocado los compradores del voto es en el hecho de ignorar la capacidad de
respuesta que tiene una sociedad justificadamente indignada, que a todas luces procesa
información más rápido que el anquilosado grupo aferrado al garrote, entre otras
prácticas que utiliza la hegemonía para ejercer el sometimiento a su voluntad.
O se hacen responsables estos grupúsculos del incendio que están provocando con
la imposición de un candidato mundialmente conocido por la falta de capacidad y
tacto político, o la historia los pondrá en el rubro de los asesinos que
sacrifican al pueblo. Porque ya se abrieron las compuertas y el torrente crece.

Lo sensato sería que cedan
en esta ocasión, en que ya no se detendrá el pueblo para luchar por sus
derechos a través de los medios que disponga, inclusive los más radicales.
A eso le apostó el PRI: a
volver al poder a cualquier precio y ya lo estamos pagando con creces.

México entra en una de las
peores etapas políticas de la historia reciente, en que el poder llegó a grados
extremos de cinismo para perpetuarse, cuando la sociedad ha decidido rechazar
esa forma de constituirse como gobierno. Ya no son esos tiempos y debe asumirlo
la hegemonía de este país o correrá su suerte al parejo de las víctimas que no
tienen el dinero o el estatus de ellos. Hay un enorme descontento popular que
rebaza sus cálculos. No lo quiere entender así el insulso, bisoño, Peña Nieto,
quien se atreve a ofender al político más admirado y seguido de México. La
falta de formación política de este individuo es altamente peligrosa.

Es inminente la
confrontación y los culpables son quienes se aferran a que la democracia no
prospere en México. 


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