De Josefina a #YoSoy132
Por: Patricia Barba Avila (Seti)
De un tiempo acá la palabra "intolerancia" se ha convertido en el punto de apoyo de aquellos cuyas acciones y conductas los perfilan como eminentemente intolerantes...vaya paradoja.
La historia no se equivoca cuando da cuenta de los horrendos crímenes perpetrados por entidades tan siniestras e intolerantes como la Santa Inquisición, las monarquías y dictaduras respaldadas en las elites financieras y político-religiosas de todas las épocas, hermanadas por una meta única: su adicción al dinero y al poder. Porque para el poder omnímodo, uno de los obstáculos por excelencia ha sido el pensamiento libre, alternativo, escéptico e inteligente...y los ejemplos son tan contundentes como reveladores de lo que es la intolerancia que no debemos tolerar: Jesucristo, perseguido y condenado por las jerarquías judías y romanas de su tiempo; Giordano Bruno, torturado y quemado vivo por amenazar el poder eclesíastico; Ricardo Flores Magón, encarcelado y exiliado por constituirse en férrea oposición al porfiriato, preludio de nuestra Revolucion no concluida.
Porque es indiscutible que la intolerancia es necesaria, indispensable para la construcción de una sociedad altamente tolerante...paradójico sí y también explicable pues para integrarnos en comunidades solidarias y progresistas, debemos ser indudablemente intolerantes hacia la injusticia, la disparidad social, la mentira, el robo, la crueldad, el asesinato y la tortura, signos de un ayer que se recicla una y otra vez, desde el Imperio Romano, pasando por las monarquías medievales hasta las contemporáneas, sea la inglesa, la española o la monarquía disfrazada que desde hace décadas padecemos en México.
Porque es innegable que una de las prácticas paradigmáticas de la intolerancia que más ha dañado a las sociedades ha sido la imposición de modelos informativos y educativos que han suprimido la capacidad de dilucidar, de analizar, de preguntar por qué y cómo, frases intoleradas por el puñado de privilegiados nunca dispuestos a dejar de serlo a costa de millones de desheredados empujados a un infierno de miseria y sufrimiento.
Lo dijo Voltaire y lo suscribimos: "no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo". Claro que sí, en una sociedad tolerante hacia la diversidad de percepciones y pensamientos, se tolera que alguien piense que es "normal" y, por ende, moralmente aceptable que los muchos sobrevivan en un averno de miseria y los muy pocos dilapiden la riqueza de una nación, pero esto no significa que tal opinión se adopte como sistema social. Se puede tolerar que alguien crea en una de las muchas deidades que integran el universo religioso, pero esto no implica que dicha creencia se implante como materia de estudio en un sistema educativo. Y es que de eso se trata justamente: de dilucidar qué teorías o convicciones redundan en bienestar para todos.
Porque para los Carlos Marín, Adela Micha, Ciro Goméz y demás testaferros de un sistema depredador por excelencia, es intolerable nuestro rechazo --intolerarancia-- a la distorsión de los hechos y dichos, el engaño y la manipulación perpetrados por la mediocracia plutocrática y tendientes a sostener un regimen de desigualdad en el que más de la mitad de la población ha sido reducida a la pobreza y un cuarto de ella padece una virtual muerte en vida. Porque para Salinas, Fox et al, es altamente intolerable que alguien como López Obrador presida una sociedad que va a ser intolerante de politicastros simuladores, ladrones y asesinos; una sociedad eminentemente intolerante hacia masacres y crímenes de lesa humanidad como el 68, del 71, de Aguas Blancas, Acteal, San Salvador Atenco, Ernestina Asencio Rosario, los 49 niños quemados de la Guardería ABC, Sucumbíos, Pasta de Conchos, entre cientos más hasta ahora impunes.
Lo ocurrido en la Universidad Iberoamericana con la visita del candidato del PRI-PVEM es un ejemplo clásico de la muy deseable e imprescindible intolerancia estudiantilhacia la descomposición de un sistema que tiene en Peña Nieto a su paradigma indiscutible; la intolerancia surgida de un análisis inteligente y sensible de una comunidad universitaria que se ha constituído en una de las fuerzas político-sociales más relevantes de nuestro presente: enhorabuena y bienvenida sea esta intolerancia hacia la corrupción, la impunidad y la simulación mentirosa...intolerancia que será la base en la que descansará la sociedad que queremos construir.
La prueba más auténtica de civilización, cultura y dignidad es el carácter no las vestimentas. Gandhi
Patricia Barba Avila
Titular del programa Desde la raíz transmitido por Radio La Nueva República los lunes de 21 a 23 hrs y los miercoles de 21 a 22 hrs y Sabía usted que los domingos de 11 a 13 hrs (hora del Centro)
Miembro del Tribunal Internacional de Conciencia (TIC)
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