Los jóvenes mexicanos han alzado la voz y han tomado las calles para exigir un mejor uso de la información, protestar a favor o en contra de algún candidato presidencial y sobre todo, para hacer sentir su presencia, no sólo en las redes sociales, sino en toda la vida política del país.
En 1968, un movimiento estudiantil, ingenuo, noble y casi libre, marcó el referente de la participación de los jóvenes en la vida política del país. Represión y muerte fueron las directrices de aquel remoto Taltelolco, testigo de la orfandad de sueños y utopías. México, nuevo, incipiente e ignorante de conceptos básicos como democracia, libertad, tolerancia y respeto, padeció los rezagos sociales de aquel gobierno manchado de sangre.
No era primavera. Sin embargo, en otras latitudes se gestó este término que hoy podría arropar a los miles de mexicanos que marchan, que gritan, que reclaman, y que han dejado claro que no darán marcha y que no bajarán la voz.
La Primavera de Praga, en el 68, la Primavera Árabe en 2010 y 2011, incluso los movimientos Occupy, son referentes mundiales que en su momento sentaron un precedente y que hoy, en México, son una realidad. Más allá del nombre, que en México se llama #yosoy132, la relevancia que este movimiento está cobrando – justo en las campañas para elegir al próximo presidente de la nación – podría llegar a ser fundamental para el próximo 1 de julio. #yosoy132 tiene directrices y objetivos muy claros.
El 132 es el número que se suma a la protesta de 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana (UIA) que fueron tachados de paleros y acarreados luego de haber cuestionado a Enrique Peña en su visita al campus Santa Fe el pasado 11 de mayo, y de donde el candidato salió por la puerta trasera.
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