6 de noviembre de 2011

proceso. Juárez: “Ni a los muertos se les respeta” GERMAN CANSECO

Juárez: “Ni a los muertos se les respeta”
GERMAN CANSECO
2011-11-06 00:08:53 · COMENTARIOS DESACTIVADOS
REPORTAJE GRÁFICO
CIUDAD JUÁREZ, CHIH.- Después de las nueve de la mañana los juarenses comienzan a llegar a los panteones a recordar a sus muertos, llevarles flores, arreglar sus tumbas y pasar un rato conellos; antes, claro, de que la tarde caiga y la luzse apague, porque en esta ciudad los cementeriostambién son peligrosos.
El San Rafael, también conocido como “el panteóndel olvido”, ubicado a las orillas de esta ciudad,se ve abarrotado desde temprano. Este añomás familiares vienen a ver a sus muertos, yasea porque se acuerdan más o porque aumentóel número de asesinatos. En 2010, 3 mil personasse sumaron a las víctimas de la violencia en estaciudad fronteriza, mientras que en 2009 la cifraera sólo de mil 500. Ese fue el año más violentopara Juárez, según estadísticas de la ComisiónInteramericana de Derechos Humanos.
Algunos familiares traen flores de cempasúchil;otros, arreglos que se venden afuera delpanteón; pero la mayoría lleva palas, escobasy una cruz de madera o de fierro, porque losmalvivientes se robaron ya las que había, asícomo el aire arrasó los túmulos de tierra. Tienenque arreglar unas tumbas que en realidad sonbordos sin numeración ni nombres ni marcasque sirvan para encontrar a los familiares. Solamentese sabe que los últimos promontoriosson los más recientes.
El viento sopla con fuerza en estas primerasmañanas de noviembre. El montón de tierra quese tenía destinado a las sepulturas va desapareciendoy el polvo arrastra restos de basura. En elmejor de los casos una flor llega a otra tumba.
La familia Machado llegó desde tempranopara barrer y arreglar lo que queda de la tumbade Ernesto. Para que la tierra se quede ahí y nose roben las flores, ponen piedras a los lados.
Del otro lado del cementerio, la zona destinadaa las fosas comunes se ve desierta. A lo lejos sepuede observar alguna flor, y algunos montículosque sostienen aún las cruces sin nombre. Hay sepulturasque nadie, ni por error, visita.
A diferencia del panteón de San Rafael, al deColinas de Juárez casi no acuden los familiares.Sin embargo en ambos la gente se queja del robode las cruces y la destrucción de sepulturas. Algunascruces de madera terminan en los botesde basura. «En Juárez ya ni a los muertos se lesrespeta», comenta un visitante.

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