CON EL TRIUNFO DE AMLO SE VIENE ABAJO EL “GOBIERNO DE COALICIÓN”
Por Morpheo Regio*
15 noviembre de 2011
Andrés Manuel López Obrador, resultó ganador en el proceso para elegir al abanderado de “las izquierdas” en México para las elecciones de 2012. Después de un procedimiento de evaluación sobre quién está mejor posicionado, el electorado dio el triunfo al político tabasqueño. Por su parte, Marcelo Ebrard, su rival en esta justa, terminó por desistir a encabezar las boletas de las fuerzas de izquierda, y reconoció que “la intención de voto favorece hoy a Andrés Manuel”. [1] López Obrador manifestó inmediatamente su aspiración a participar en el proceso del año próximo, y encabezar así, a las fuerzas progresistas del país, tal y como se venía previendo hace tiempo.
El triunfo de AMLO, sin duda tiene un doble significado estratégico: Por una parte, su candidatura, representa la posibilidad de consolidar un perfil competitivo, con mucha experiencia política, ascendencia sobre una gran parte de la población (quienes no olvidamos el fraude de 2006 y otros que han venido sumándose al proyecto), ya que él, es un serio y bien definido contendiente; quien no anda con ambigüedades ni titubeos en torno a temas centrales que preocupan a la ciudadanía, tales como, la economía, la seguridad, la salud, la educación, etc, y quien ha priorizado en cada ocasión los intereses del pueblo como estrategia principal.
Las implicaciones del triunfo de AMLO, posibilitan la recuperación del país, a partir del grave daño causado por la aplicación del modelo neoliberal (el de la dictadura de los mercados), y ponen en la palestra política una panorámica amplia a favor de un cambio profundo de nuestro sistema; empezando por dar marcha atrás al depredador modelo económico imperante, y la reconstrucción de la Nación, basada en “una nueva forma de hacer política”.
Por otro lado, es también estratégico su triunfo, ya que para lograr su propósito de transformación, el programa de López Obrador, contempla el fortalecimiento de las instituciones del Estado, particularmente lo que se refiere a la Institución Presidencial (misma que ha sido mancillada de manera indiscriminada por las administraciones panistas y priístas de los últimos años), y cuyo fortalecimiento servirá para sentar las bases del desarrollo y el progreso, haciendo a un lado las “coaliciones con los mismos”, tal como lo ha dejado en claro.
Como sabemos, AMLO ha sido contrario a la idea de establecer “Gobiernos de Coalición” (o de repartición de culpas como en el caso de Grecia), misma que ha impulsado con vehemencia entre otros, el senador Manlio Fabio Beltrones, en un intento por recoger parte de las migajas de poder resultantes de la aplicación de dicho esquema en nuestro régimen político.
En esa aventura, Beltrones se había hecho acompañar por personajes diversos, de distintas tendencias políticas, y cuya debilidad les impide presentar candidaturas sólidas para la competencia rumbo del 2012, razón por la cual se afanan en presentar como una idea “reformista” las coaliciones en comento.
Ahora que queda claro quién es el candidato de la izquierda, y que Marcelo Ebrard ha reconocido que careció del apoyo suficiente para lograr su cometido, el ala “reformista” en torno a Beltrones, Camacho y lo que queda del PAN, quedaron en la orfandad, y resultaron muy debilitados en su pretensión, por lo cual, dicha iniciativa quedará condenada al naufragio político. Sin el apoyo de un representante de nivel como Ebrard al esquemabeltronista de “Gobiernos de Coalición”, los aliados de Manlio en el gobierno calderonista perdieron el total apoyo de un sector de la izquierda, que se había dejado llevar por esa idea, y el cual era necesario para imponer la conjunción colaboracionista necesaria para concretar ese fin. Así, los antes mencionados, son ya sólo simples espectadores de la verdadera pelea, la cual se dará entre Andrés Manuel López Obrador, y el ya casi seguro candidato de la élite oligarca, Enrique Peña Nieto. [2]
Ahora bien, cabe señalar las razones históricas por las cuales nuestro régimen presidencialista pertenece a una de nuestras mejores tradiciones institucionales, y que se encuentran así expresadas en el proyecto Constituyente de 1917, el cual estableció la creación de un “Ejecutivo fuerte”, que con acción decidida y amplio margen de operación, pudiera sentar las bases para las condiciones de paz y progreso en la reconstrucción del país después de años de luchas internas.
Carranza y Obregón junto con otros revolucionarios, impulsaron el establecimiento del “Ejecutivo fuerte”. Ello fue recogido en la investigación del profesor Arnaldo Córdova, en su libro “La ideología de la Revolución Mexicana” (Ed. ERA, 1973, pp. 237-238), en donde se señala que los gobiernos con parlamentos fuertes, sólo imposibilitan la acción del Ejecutivo, dejando así al Presidente como una “figura decorativa”, que quedaría a merced de la inacción del Congreso, y así el Ejecutivo “caminaría siempre a tientas, temeroso a cada instante de ser censurado”.
La posibilidad de una presidencia nacionalista (donde la Institución Presidencial es fundamental), misma que representa el proyecto de Andrés Manuel, tendrá el poder y los instrumentos para contrarrestar de manera decidida, la tiranía de los mercados, proponiendo desde el gobierno, un programa nacional que creará las bases para el crecimiento económico, la generación de empleos, la socialización de la educación pública, el establecimiento de una democracia sustentada en la participación colectiva, entre otras medidas.
Si bien, el candidato de los potentados, Peña Nieto, pretende fortalecer al Ejecutivo (entre otras cosas creando instrumentos artificiales tales como la “clausula de gobernabilidad”), su propósito, tiene una finalidad muy distinta del proyecto de López Obrador.
Peña Nieto, ha dejado muy clara su intención de gobierno, al pretender fortalecer al ejecutivo para propósitos más bien siniestros, de manera que con ello, pueda continuar con la aplicación de las “reformas estructurales”, dentro de las cuales, la más codiciada es la que tiene que ver con permitir a la inversión privada participar en la industria petrolera mexicana, contraviniendo así lo mandatado por la Constitución. Es decir, por un lado AMLO intenta llevar a cabo una transformación del país desde la presidencia, haciendo a un lado el modelo neoliberal, y por otro, Peña Nieto pretende seguir exacerbando el mismo, tal como lo ha sugerido en sus intervenciones en el extranjero. [3]
Son proyectos diametralmente opuestos, los que presentan, por una parte las fuerzas progresistas encabezadas por López Obrador, y por el contrario, las que desean mantener el Statu Quo neoliberal con Peña Nieto como su instrumento ejecutor.
Ahora que nuestro país se encuentra sumergido en una verdadera tragedia multidimensional, producto de años de saqueo y corrupción de gobiernos al servicio de las élites (particularmente los últimos cuatro sexenios), es necesario responder al reto de cambiar la actual situación, apoyando la candidatura y el proyecto popular de López Obrador, y evitar el regreso alautoritarismo neoliberal tan anhelado por Peña Nieto y sus patrocinadores. Por el bien de todos.
* El Autor es alumno de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM).
[2] Hacemos a un lado al PAN, ya que resulta irrelevante profundizar sobre el mismo. Las posibilidades de que dicho partido conserve el poder son mínimas, incluso si se impone el aparato de Estado y sus recursos, tal como sucedió en Michoacán.
¡AMLO 2012! PARTICIPA Y DÉJANOS UN COMENTARIO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
#Dontriananews gracias por escribirnos