8 de octubre de 2011

Y U N Q U E L A N D: Carmen Aristegui: Síndrome de Hybris

Y U N Q U E L A N D: Carmen Aristegui: Síndrome de Hybris:


Carmen Aristegui: Síndrome de Hybris


Carmen Aristegui
Carmen Aristegui



Esta semana vio la luz el Índice de Desarrollo Democrático de América Latina 2011 que realiza la consultora Poli Lat y la fundación Konrad Adenauer. No hay, precisamente, buenas noticias porque no se identifican mejorías en la calidad institucional ni en los indicadores de democracia para la ciudadanía en lo general. Aunque hay algunos avances en lo general hay retrocesos y acechanzas.

Entre las principales: “...la inseguridad y el narcotráfico”. Destaca el “...severo llamado de atención para una dirigencia latinoamericana que parece más concentrada en los mecanismos espurios de retención del poder obtenido, que en alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio”. Este último fenómeno hizo recordar a Jorge Arias, director de Poli Lat, el extraordinario libro del médico y político inglés David Owen: “En el poder y en la enfermedad” (Ed. Siruela), que describe el llamado “Síndrome de Hybris”, un padecimiento derivado del ejercicio de poder.

“Para Owen, la relación entre la enfermedad y la política es estrecha y puede ser fundamental en la toma de decisiones de los políticos. Libro fascinante donde se revisan los casos clínicos de las grandes figuras del poder en el mundo: Lincoln, Kennedy, Churchill, Thatcher, etcétera, y de cómo sus padecimientos y males influyeron en la toma de sus grandes decisiones.

De Kennedy dice, por ejemplo, que padeció desde niño el mal de Addison y lo mantuvo siempre en secreto. Su tratamiento incluía esteroides que, al combinarlos con testosterona y las anfetaminas que ingería, lo habrían conducido a una probable adicción al sexo. A partir de este cuadro clínico Owen afirma que Kennedy estaba en muy malas condiciones para tomar decisiones”.

Coincidentemente, este mismo libro me fue obsequiado, hace algunos meses, por un buen amigo que con ello quería acompañarme durante la crisis que me hizo salir del programa matutino de MVS y después regresar en un singular capítulo producido por haberme atrevido a preguntar acerca del estado de salud del actual mandatario.

Owen fue ministro de Sanidad (1974-1976) y canciller de su país (1977-1979) además de ser un connotado médico neurólogo. Desarrolló la tesis sobre el “Síndrome de Hybris” como un trastocamiento de personalidad cuyos síntomas serían la falta de atención, aislamiento e incapacidad para escuchar a cercanos o a expertos. Quienes lo padecen “se encapsulan y hablan en nombre de la nación, tienen una confianza desbordante y se recluyen en sí mismos”. Eso aumenta, notablemente, las posibilidades de tomar malas decisiones. Aunque hay debate al respecto, el autor sostiene que –al igual que el trastorno narcisista– esto también debe ser reconocido como una enfermedad.

En el caso del “Síndrome de Hybris” –palabra usada por los griegos para referirse al héroe que al alcanzar la victoria se embriaga de poder y se empieza a ver cómo un Dios capaz de realizar cualquier cosa– no hay que desestimar la alerta de los expertos que analizan el estado de nuestras democracias.

La definición de Owen se puede leer en las páginas 19 y 20 de su libro: “La medida en que la enfermedad puede afectar a los procesos de gobierno y a la toma de decisiones de los dirigentes, engendrando locura en el sentido de estupidez, obstinación o irreflexión, es un tema con el que me enfrenté de forma muy directa en una serie de ocasiones después de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores y me ha interesado desde entonces. Me fascinaban también aquellos líderes que no estaban enfermos y cuyas facultades cognitivas funcionaban correctamente pero desarrollaron lo que he venido a describir como ‘Síndrome de Hybris’. Los actos de hybris son mucho más habituales en los jefes de Estado y de Gobierno, sean democráticos o no, de lo que a menudo se percibe; la hybris es un elemento fundamental de la definición de insensatez que ofrece Tuchman: ‘una perversa persistencia en una política demostrablemente inviable o contraproducente’. Y prosigue: ‘La estupidez, la fuente del autoengaño, es un factor que desempeña un papel notablemente grande en el Gobierno. Consiste en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas mientras se ignora o rechaza todo signo contrario (...) por lo tanto, la negativa a sacar provecho de la experiencia’. Una característica de la hybris es la incapacidad para cambiar de dirección porque ello supondría admitir que se ha cometido un error”.

Aceptar el error para quien padece el Síndrome puede resultar insoportable y de ahí el empecinamiento.


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