30 de octubre de 2011

Martha Martínez ABSTENCIONISMO PERSISTENTE

Reforma.- Enfoque
Martha Martínez
07 de agosto de 2011
Ciudad de México


A 20 años de que México estrenó un sistema encaminado a dar mayor confiabilidad a los resultados de los procesos electorales, la participación ciudadana en los comicios no muestra incrementos importantes.

A partir de 1990, tras la creación del Instituto Federal Electoral, en México se aprobaron cuatro reformas para dotar de más facultades al organismo, el gasto en campañas políticas aumentó y las autoridades electorales realizaron diversos esfuerzos para acercar las urnas a todos los rincones del país.

A pesar de ello, cifras del IFE indican que los presidenciales son los únicos comicios que han mostrado un incremento en la participación de los votantes al pasar de 47 por ciento en 1988 a 59 por ciento en 2006, aunque la mayor participación se registró en 1994 (77 por ciento) y fue decayendo en las elecciones posteriores.

Las cifras reflejan que en las elecciones federales intermedias el número de personas que se abstuvieron de participar aumentó del 34 por ciento en 1991 a más del 55 por ciento en 2009.

A nivel estatal, los resultados muestran que el porcentaje de participación se ha mantenido rezagado en general durante las últimas dos décadas.

Enfoque analizó la votación de los últimos cuatro comicios para gobernador en 10 estados donde recientemente hubo elecciones: Baja California Sur, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Sonora, Veracruz y Yucatán.

El resultado establece que desde principios de la década de los noventa el nivel de abstención se ha mantenido en promedio en un 44 por ciento.

Datos del International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA, por sus siglas en inglés) indican que los niveles de abstención en México se encuentran por encima de la media latinoamericana.

Según el instituto con sede en Estocolmo, el promedio de abstencionismo en la región en comicios presidenciales –tomando en cuenta el último proceso– es de 34 por ciento, mientras que en elecciones parlamentarias es de 36 por ciento. Dichos porcentajes excluyen países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú, en donde el sufragio es obligatorio.

Los datos advierten que México es el tercer país con el nivel de participación electoral más bajo de la región. El primer lugar lo ocupa Colombia con un 45 por ciento en elecciones presidenciales y de 44 por ciento en parlamentarias; le sigue Honduras con un promedio de 50 por ciento para ambas.

Carencias del sistema democrático

Expertos coinciden en que el nivel de abstención en el país no es tan alto en comparación con democracias como Suiza, que registra niveles de participación inferiores al 40 por ciento.

No obstante, advierten que el tema debe ser atendido, pues la baja participación electoral pone de manifiesto las carencias del sistema democrático.

Javier Aparicio, investigador de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas, sostiene que los resultados de las últimas cuatro elecciones presidenciales, intermedias y estatales son un reflejo de que la competencia política en el país es limitada.

"Cuando una elección se pone reñida, la gente sí sale a votar porque considera que hay algo en juego, lo cual no ocurre muy a menudo", señala.

En opinión del académico, una muestra de que la falta de competencia desalienta la participación de la ciudadanía son los procesos electorales en los estados, en donde el abstencionismo se ha mantenido en un promedio de 44 por ciento a lo largo de las últimos 20 años.

"¿Por qué a nivel de elecciones locales se mueve más lentamente la participación electoral?, porque no todas las elecciones locales se han hecho más competidas, hemos tenido estados con alternancia, pero hay estados en donde no ha habido alternancia", indica.

Un ejemplo, asegura, es el Estado de México, en donde los niveles de abstencionismo se incrementan sistemáticamente porque el triunfo de los candidatos del PRI ha resultado predecible. Estadísticas electorales indican que el abstencionismo en dicha demarcación aumentó de 36 por ciento en 1993 a más de 56 por ciento en 2011.

Ulises Beltrán, investigador del CIDE, sostiene que otro factor que influye en la participación es la percepción de la ciudadanía de que votar no le genera un beneficio directo, concreto y medible.

"El problema es que piensas que el acto de votar responde a una racionalidad que tiene que ver más con valores, con tu disposición de votar, con tu deseo de ser parte de un proceso político, más que un acto en el cual tú piensas que hay un beneficio derivado de tu acción", asegura.

Para el especialista, un elemento determinante en el nivel de participación es la falta de identidad partidaria del electorado.

"Sí hay una variable que es determinante en la participación y es tener identidad con un partido. La identidad partidaria es, quizá, la única variable poderosamente relacionada con la participación electoral, es decir, quienes se identifican con equipos obviamente van al partido en el que éstos juegan. ¿Qué tienen que hacer los partidos políticos?, su trabajo: ofrecer políticas públicas, maneras de ver el país y candidatos que sean atractivos, ése es el gran motivador de la participación", subraya.

De acuerdo con el Latinobarómetro 2010, México y Brasil son los países de América Latina con los índices más bajos de legitimidad democrática.

El documento señala que menos del 50 por ciento de la población mexicana apoya la democracia.

Según el estudio, 35 por ciento cuestiona la legitimidad del Congreso; 65 por ciento cree que las decisiones del gobierno buscan privilegiar a unos pocos; 43 por ciento duda que los partidos políticos sean necesarios para vivir en un régimen democrático y sólo 21 por ciento está de acuerdo en que se gobierna por el bien de todos.

Miguel Basáñez, ex presidente de la Encuesta Mundial de Valores –sondeo que se aplica en 100 países–, sostiene que la abstención en México es una muestra de que los liderazgos económicos, sociales y políticos están rebasados.

"La Encuesta Mundial de Valores analiza cuáles son los valores que ayudan al avance económico, la libertad política, la equidad social... y estamos viendo que en México la sociedad se va alejando de los valores tradicionales y se va adaptando más a una globalización que nos está envolviendo. Estamos muy bien preparados; es decir, la sociedad mexicana ha madurado muy bien sus valores, estamos listos para dar el brinco, pero la élite no está a la altura, no nada más la política, la empresarial, la intelectual e incluso la sociedad civil, y una forma en la que la sociedad expresa eso es absteniéndose de ir a las urnas", señala.

El también director del Cultural Change Institute de la Fletcher School, en la Universidad de Tufts, considera que el abstencionismo debe ser visto por la élite política como una enfermedad social.

Los especialistas advierten que mientras el nivel de participación siga rezagado, no habrá certidumbre respecto a los intereses que representan quienes ostentan el poder.

"Sí es deseable que haya mayor participación electoral por una razón muy sencilla: mientras más gente vota es más seguro que el político o candidato ganador represente los intereses de la población; si vota poca gente, se empieza a dudar si ése que llegó al poder, o el que se volvió diputado, de verdad representa la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. La baja participación es como un cheque en blanco porque con el voto duro ganas, entonces no hay incentivos para tener buen desempeño", señala Javier Aparicio.

"La alta abstención está determinando un nivel de ilegitimidad; es decir, en democracias nuevas como en el caso de Egipto o las democracias formales, si la gente no quiere salir a votar teniendo la posibilidad de hacerlo, es que no está creyendo, considera que no le están presentando nada, tiene la sensación de que su voto no cuenta nada, de que eso lo manejan unos cuantos poderosos", concluye Basáñez.


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