AGENDA CIUDADANA-- Cárdenas, la izquierda y sus laberintos-- Lorenzo Meyer: Cuando los miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Senado propusieron al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como la persona idónea para recibir este año la medalla Belisario Domínguez, era inevitable que por algún lado salieran a la superficie las grandes divisiones que hoy cruzan a México de izquierda a derecha y mostraran las cicatrices mal cerradas de batallas pasadas y recientes y la intensidad de los intereses y proyectos hoy en pugna.
El decreto que creó en 1953 la "Medalla de Honor Belisario Domínguez" que anualmente otorga el Senado estipula que su objetivo es reconocer "a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad". Para cualquier observador con un mínimo sentido de la objetividad y de historia política de México, es indudable que el ingeniero Cárdenas, al encabezar primero desde dentro del partido de Estado (PRI) y desde fuera después, la lucha pacífica contra el autoritarismo y en pro de la democracia política, desempeñó un papel decisivo para desencadenar los procesos que una docena de años más tarde pusieron fin al régimen priísta. A pesar de que ningún líder político de carne y hueso es infalible, tampoco tiene una hoja de servicio universalmente aceptable ni una carrera libre de contradicciones, lo realmente importante es que sea positivo el resultado de la suma y la resta. Y en el caso del ingeniero Cárdenas lo es.
Crítica
Al hacerse pública la posibilidad de otorgar la "Belisario Domínguez" al ingeniero Cárdenas, ese inefable personaje público que es el ex presidente Vicente Fox declaró, desde su rancho, que otorgársela a Cárdenas equivaldría a bajar el nivel de la presea "del oro al cobre" (El Sol de León, 4 de octubre). Algún medio recogió la elaboración de este metálico argumento: para Fox, premiar al ingeniero Cárdenas es reconocer que el cardenismo original -el de las expropiaciones- sigue teniendo algún valor, lo cual le parece un sinsentido en el México actual (http://www.codigosguanajuato.com/). Debido a que este juicio proviene de un personaje que fue incapaz de comportarse a la altura de su responsabilidad histórica y que arruinó, o casi, la gran posibilidad que tuvo México de consolidar una democracia, esa crítica por parte de la derecha no ilustrada al cardenismo de ayer y hoy se convierte en un homenaje involuntario a quien en la coyuntura crítica de 1987-1988 sí fue capaz de estar a la altura del reto e hizo avanzar a México en su desarrollo político.
Si bien la reacción de la derecha rústica a la decisión del Senado de otorgar la presea Belisario Domínguez al ingeniero Cárdenas no merece ser más que una nota al pie, hay otras de mayor fondo y sería muestra de inmadurez soslayarlas. En el Reporte Índigo del 21 de octubre, Anabel Hernández presenta y comenta un documento norteamericano dado a conocer por WikiLeaks, y con ello ha vuelto a poner sobre el debate de la discusión la posición que el propio ingeniero Cárdenas asumió en una situación crítica más cercana: la conflictiva elección presidencial de 2006 y sus consecuencias. El documento en cuestión es un memorándum de la embajada de Estados Unidos en México de finales del 2006 sobre una conversación que tuvo lugar entre el ingeniero Cárdenas y un funcionario de la sección política de esa representación diplomática. Aquí conviene dejar en claro que parte de la actividad normal de cualquier embajada es entrevistarse con todos aquellos personajes que considere importantes para poder entender los procesos políticos, económicos, sociales y culturales del momento. No hay nada impropio en tener la conversación, pero en este caso lo relevante es el contenido, pues resulta -y esto no deja de ser notable- que el documento resalta los mismos aspectos que una parte de la izquierda le reprocha hoy al ingeniero Cárdenas.
La parte medular del documento en cuestión (06MEXICO6867, fechado el 11 de diciembre de 2006) son los juicios negativos del ingeniero Cárdenas sobre el candidato del PRD: Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Según el memorándum, el ingeniero Cárdenas condenó la decisión de AMLO de tomar el Zócalo y el Paseo de la Reforma para protestar por la forma en que se llevaron a cabo las elecciones presidenciales y también los posteriores intentos perredistas por impedir la presencia de Fox en el Congreso y la misma toma de posesión de Felipe Calderón. El líder moral del PRD condenó lo anterior porque afectaba negativamente la imagen pública del PRD. Por otro lado, el ingeniero Cárdenas confiaba en que el polvo del escándalo se asentaría pronto y se seguiría adelante con la política normal. Finalmente, el fundador del PRD dijo que le daba a Calderón el beneficio de la duda y que confiaba en que el panista se desempeñaría bien como gobernante. Ya por su cuenta, el diplomático norteamericano llegó a estas conclusiones: a) era notoria la antipatía de los Cárdenas por AMLO, b) durante la crucial campaña electoral de 2006 el ingeniero Cárdenas negó su apoyo a AMLO, c) a pesar de la demanda de AMLO en contra, el ingeniero Cárdenas le reconoció legitimidad a Calderón, d) el PRD sufría una evidente división interna, e) era posible suponer que el ingeniero Cárdenas podría usar el desgaste de AMLO para lograr que su hijo, Lázaro, fuese el candidato presidencial del PRD en 2012.
El reconocimiento
Históricamente, las divisiones de la izquierda han desembocado en batallas tan o más feroces que las dadas por el conjunto de esa izquierda contra sus adversarios de derecha. Un ejemplo clásico se tiene en la dureza con que Carlos Marx combatió y deslegitimó a sus contemporáneos socialistas que no le siguieron en su interpretación de la historia y en su llamado a una lucha de clases sin cuartel por ser la única vía para superar el orden burgués y alcanzar el socialismo.
Es de subrayar que AMLO nunca ha reclamado públicamente al fundador del PRD su ausencia y poca solidaridad en la coyuntura del 2006 ni después, pese a que con ello no contribuyó a impedir ese minúsculo margen de triunfo de Calderón ni cuestionó la legitimidad que la derecha pretendió darle a la supuesta victoria de menos del 1%. Esa actitud de no reproche fue la apropiada entonces y es la apropiada ahora.
El valor de la contribución del ingeniero Cárdenas
Sería mezquino en extremo no reconocer desde la izquierda (y desde la derecha) que con la decisión del ingeniero Cárdenas de exigir democracia interna al PRI de Miguel de la Madrid primero y de romper y enfrentarse después al partido que nunca había aceptado derrotas, el hijo del ex presidente de México puso en marcha un proceso que finalmente permitió sacar al PRI de "Los Pinos" con base en votos. Fox no hubiera sido Presidente si antes el ingeniero Cárdenas y quienes le secundaron -ex priistas, comunistas, socialistas o meros demócratas- no hubieran abierto en 1988 una gran grieta en la muralla del autoritarismo. Ni el ingeniero Cárdenas entonces ni AMLO tres sexenios después llamaron a la violencia pese a que fueron derrotados en mala lid. Tras su derrota, el ingeniero michoacano fue objeto de una brutal campaña mediática que sólo disminuyó cuando sus enemigos necesitaron todo el lodo disponible para lanzarlo sobre AMLO.
En 1988 el PAN usó muy bien la necesidad de Carlos Salinas de pactar con quien fuera para reconstruir con la ayuda de todas las derechas una nueva coalición de gobierno. Gracias a la insurgencia electoral del cardenismo, el PAN se hizo indispensable para Salinas y su sucesor y pudo empezar a ganar los espacios que finalmente le permitieron dejar de ser marginal y llevar a Fox a la Presidencia.
Cuauhtémoc Cárdenas como miembro de la elite política priista pudo, como sí lo hicieron otros de su condición, aceptar su marginación por los jóvenes tecnócratas salinistas y pasar el resto de sus días en el dulce retiro de tantos ex gobernadores: en la seguridad y el disfrute de una vida relativamente confortable.
Decidió no hacerlo, jugarse el todo por el todo, sentir cómo el rencor o el miedo priista asesinaba no sólo a varios cientos de militantes sino incluso a colaboradores muy cercanos -Francisco Xavier Ovando y Román Gil- y seguir adelante hasta lograr, por primera vez, hacer que la principal fuerza opositora del PRI no sucumbiera al desaliento o la cooptación post electoral, como sucedió con los movimientos de José Vasconcelos, Juan Andrew Almazán, Ezequiel Padilla y Miguel Henríquez Guzmán.
En la gesta de 1987-1988, el ingeniero Cárdenas se ganó a pulso la medalla conque hoy le honran no sólo el Senado, sino los mexicanos que entonces y hoy siguen en busca de la utopía democrática.
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