Guerra antinarco extermina una generación de jóvenes
Horacio Carrasco Soto/El Diario | 17-09-2011 | 23:59
La muerte de personas de entre 20 y 24 años de edad se incrementó 407 por ciento de 2007 a 2010 en Ciudad Juárez, lo cual significa que se quintuplicaron aquí los decesos de jóvenes en los primeros cuatro años de la narcoguerra del presidente Felipe Calderón, de acuerdo con estadísticas oficiales.
La confrontación armada, que en esta ciudad se recrudeció a partir de enero de 2008, ha implicado ante todo un exterminio de jóvenes de esa edad.
Esta situación es catalogada por especialistas en el tema de juventud como “una tragedia demográfica” por lo que exigen se revise “la estrategia de guerra” del Gobierno federal.
El rango de edad de 20 a 24 años es el más afectado por las masacres –cometidas en muchos casos con fusiles de asalto rusos Kalashnikov–, seguido por el de 25 a 29 años con un aumento de 395 por ciento, y el de 30 a 34 con 347 por ciento.
Reportes oficiales indican que durante 2007 murieron asesinadas en esta frontera 628 personas de 15 a 54 años, mientras que en 2009, ya con los enfrentamientos armados, sumaron 2 mil 612 decesos.
Es decir, casi dos millares de personas jóvenes fueron asesinadas en 2009, aparte de la tasa normal de fallecimientos. Y la misma tónica continuó en 2010.
Aniquilación
De acuerdo con estadísticas del Registro Civil, en 2007 falleció en Ciudad Juárez una cantidad total de 6 mil 813 personas, siendo 493 de ellas de 15 a 30 años de edad, es decir, el 7.2 por ciento.
Pero en el 2008, una vez que el presidente Felipe Calderón emprendió su “guerra” aquí y desde el inicio se le salió de control, la cantidad de decesos se incrementó dramáticamente.
Ese año el número de actas de defunción expedido fue de 8 mil 252, correspondiendo mil 141 de ellas a personas de 15 a 30 años, es decir, ya eran el 13.8 por ciento.
Luego en 2009 la cantidad de muertos ascendió a 9 mil 076, siendo mil 600 de 15 a 30 años (17.6 por ciento), y en 2010 las cantidades siguieron creciendo hasta llegar a 9 mil 858 muertes con mil 875 (19 por ciento) del rango de edad mencionado.
Y hasta el día 11 de este mes, sumaban ya 6 mil 312 muertes en esta frontera, siendo 974 de ellas de personas del citado rango de edad.
En síntesis, la mortandad de personas jóvenes se incrementó 280 por ciento el año pasado en comparación con 2007, lo cual significa que casi se cuadruplicaron los decesos de ese grupo poblacional.
César Fernando Ramírez Franco, director estatal del Registro Civil, precisa que esa institución solamente expide actas de defunción, pero no pueden informar las causas de muerte.
Sin embargo, especialistas en el tema de juventud indican que lógicamente la narcoguerra, que ha involucrado sobre todo a personas jóvenes, es la causa de tan grande incremento en los fallecimientos.
Teresa Almada Mireles, directora de CASA Promoción Juvenil y académica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), dice que el asesinato superó a los accidentes viales como principal causa de muerte juvenil en México.
“Es lamentable que en nuestro país y especialmente en Ciudad Juárez, la primera causa de mortalidad en jóvenes sean los asesinatos, la muerte violenta, eso habla de una verdadera tragedia”, agrega.
Otras naciones que enfrentan procesos de envejecimiento, como las europeas, quisieran tener la cantidad de población juvenil que tiene nuestro país, indica.
Esto que había sido anticipado como el ‘bono demográfico’, es decir, la oportunidad de un país para despegar, desarrollar tecnología, consolidar su economía con su gran fuerza productiva joven y con capacidad de estudiar, se ha convertido en una tragedia demográfica, expresa.
“Esta cantidad de asesinatos es una tragedia nacional y una tragedia especialmente para nuestra ciudad, y tiene que conmovernos como sociedad, tiene que hacernos asumir una mayor responsabilidad de cara a nuestros jóvenes, porque finalmente la responsabilidad de ofrecerles alternativas es fundamentalmente de los adultos, de las instituciones y principalmente de los gobiernos”, apunta.
Laurencio Barraza Limón, director del Consejo Ciudadano por el Desarrollo Social, dice que los homicidios se han incrementado claramente desde 2008 en Ciudad Juárez, sobre todo en las edades de 15 a 30 años.
“Se ha señalado que una de las sorpresas que tiene esta violencia generalizada en Ciudad Juárez es la incursión de los jóvenes como victimarios y víctimas”, agrega.
Procede preguntarse qué pasa con esa generación, qué factores han incidido para que más jóvenes estén viendo en el crimen organizado una oportunidad para ellos, indica.
“Es un dato que a las familias las pone tristes, preocupadas y además estresadas porque no saben qué va a pasar con sus hijos que ya son jóvenes”, indica.
Es un hecho que ha llamado mucho la atención y que en muchos casos, en lugar de que se dé una atención oficial, sólo ha generado una fuerte estigmatización de parte del mismo gobierno, expresa.
Al quíntuplo, muertes de personas de 20 a 24 años
Información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEG) revela que la cantidad de muertes de personas de 20 a 24 años de edad se quintuplicó en los últimos cuatro años en Ciudad Juárez.
Esto al pasar de 97 decesos en 2007 a 362 fallecimientos en 2008 y luego a 492 en 2009.
Es decir, hay un incremento de 407 por ciento en el número de defunciones registradas en 2009 respecto a las que hubo en 2007, tan sólo en ese grupo de edad.
En el rubro de 15 a 19 años, las cantidades subieron de 78 decesos en 2007, a 188 en 2008 y luego hasta 291 en 2009, lo que indica un aumento de 273 por ciento.
El rango de 25 a 29 años es el segundo más afectado al pasar de 91 muertes en 2007 a 364 en 2008 y luego dispararse hasta 451 en 2009, lo que exhibe un alza de 395 por ciento.
Las personas de 30 a 34 años aportaron una cuota de 101 fallecimientos en 2007, luego la cantidad se disparó hasta 376 en 2008 y enseguida se lanzó hasta 452 fallecimientos en 2009, o sea, hubo un incremento de 347 por ciento en el número de fallecimientos.
Otros grupos de edad comprendidos entre los 35 y 54 años también registraron aumentos sustanciales en las cantidades de muertes, mismos que van de 191 hasta 302 por ciento.
Por ejemplo, hubo un alza de 290 por ciento en el rubro de 35 a 39 años y otra de 302 por ciento en el de 45 a 49 años.
En síntesis, en 2007 hubo en esta frontera 628 decesos de personas entre 15 y 54 años, cantidad que en 2008 se elevó a mil 989 (216.7 por ciento) y luego se disparó hasta 2 mil 612 en 2009 (316 por ciento).
“Se ha perdido una gran parte de una generación y la que sigue está también con interrogantes”, dice Emilia González Tercero, representante en Ciudad Juárez de la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos A.C. (Cosyddhac).
Pero en honor a la justicia y a las víctimas inocentes, hay que aclarar que “no todos los muertos son delincuentes, pues hay muchos que no se dedican a la delincuencia y que también son asesinados”, agrega.
Múltiples organizaciones civiles han expresado muchas veces, a lo largo y ancho del territorio nacional, su total desacuerdo con esta guerra absurda que emprendió Felipe Calderón, indica.
Sólo sirve para que se cometan múltiples ejecuciones extrajudiciales, aparte de que diezma a los más jóvenes y a los más pobres, y genera una represión sin límite a base de torturas y desapariciones, expresa.
“Por eso se ha pedido muchas veces que se pare esta guerra y que la militarización ya no siga dándose”, comenta.
Cautivados por el narcotráfico
Teresa Almada, directora de CASA Promoción Juvenil, dice que los adultos, las instituciones y los gobiernos no han sido capaces de entender el enorme potencial que tienen los jóvenes y se les ha desaprovechado.
“En cambio la delincuencia sí ha sido capaz de valorar la capacidad de los jóvenes y hasta de ofrecerles las alternativas que no han tenido”, agrega.
Y ahora, ante los miles de asesinatos, hay que plantearse dos cosas: uno, hacer un cuestionamiento muy serio a esa estrategia de guerra, y dos, aplicar una urgente política de juventud muy grande para crear mejores condiciones y entornos de oportunidad para el desarrollo de los jóvenes, indica.
México aparece en tercer lugar de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en cuestión de personas jóvenes sin trabajar ni estudiar, y de ellas, 78 por ciento son mujeres que están en el hogar, expresa.
Juárez ha sido históricamente una de las ciudades con mayor mano de obra juvenil ocupada, pero en condiciones muy precarias y entonces hay que plantearse qué empleos requieren los muchachos, comenta.
Parte de lo que ha puesto en crisis esta épica del trabajo es que a los jóvenes les resulta poco atractivo ingresar a un mercado laboral que tiene salarios muy bajos y pocas posibilidades de desarrollo y crecimiento, dice.
“Esto ha puesto en crisis la idea, que en las generaciones pasadas estaba muy presente entre los jóvenes, de que trabajando en como se logran las cosas”, agrega.
Al haberse “adelgazado” tanto los salarios con la política económica de contención, que lleva varias décadas y sólo ha frenado los sueldos, se manda a la juventud el mensaje de que “el trabajo legal no vale”, indica.
De hecho, los jóvenes han sido los grandes ausentes en las políticas públicas, hay un gran atraso en el ámbito educativo que les corresponde, no hay espacios culturales para ellos y son muy escasos los programas de salud juvenil, así como de adicciones y estrategias comunitarias que les permitan articularse a iniciativas ciudadanas, expresa.
En síntesis, no ha habido políticas de juventud y eso está cobrando una factura muy cara, advierte.
“México y especialmente Ciudad Juárez tienen una gran deuda con sus jóvenes porque no les han ofrecido alternativas, porque no les ha ofrecido opciones y porque ha sido más fácil culparlos, estigmatizarlos y repetir ese discurso que califica a los jóvenes pobres como delincuentes”, apunta.
Se desaprovecha su enorme capacidad y se les ve como un problema, en cambio la delincuencia sí ha sido capaz de leer su capacidad y de ofrecerles las alternativas que no han tenido, advierte.
Laurencio Barraza, director del Consejo Ciudadano, dice que el crimen organizado da a los jóvenes cosas que les permiten sentirse identificados y representados, aparte de un ingreso sustancioso, por eso están dispuestos “a rifársela”.
En cambio los gobiernos sólo han tenido políticas coercitivas contra ellos, desde Ramón Galindo hasta Héctor Murguía, pues son más de ‘seguridad pública’ que de ‘seguridad ciudadana, pero ojalá hubieran sido de ‘seguridad humana’, pues son cosas muy distintas, agrega.
Por ejemplo, se ha tenido un programa antigraffiti, policía militarizada, Grupo Delta, redadas y muchos retenes, además de medidas contra las pandillas a las que miran como un enemigo al que hay que aniquilar, indica.
Y además esos operativos están dirigidos fundamentalmente contra las colonias pobres, donde la gente tiene menos recursos económicos y sin ver nunca qué factores inciden en el hecho de que un joven se involucre con la delincuencia, expresa.
“La juventud es el tránsito hacia el mundo de los adultos y los muchachos atraviesan por una serie de observaciones y cuestionamientos”, dice.
En síntesis, hay que cuestionar los programas sociales dirigidos a esta población por carecer de un contenido que les permita fortalecer una serie de requerimientos fundamentales, agrega.
Los gobiernos aplican solamente políticas de seguridad coercitivas que van orientadas contra esa población, pero enfocadas sobre todo en coartar sus libertades, indica.
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