27 de septiembre de 2011

Benjamín Castro: Gobierno de coalición: Fase superior del neoliberalismo

Gobierno de coalición: Fase superior del neoliberalismo

de Prometeo Nuclear, el Domingo, 25 de septiembre de 2011, 23:16


Por Benjamín Castro, Comités Laborales


Fecha nota: 9/20/2011

A principios de los años ochenta, cuando iniciaba el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, a los mexicanos se nos dijo que mediante la “renovación moral de la sociedad”, lo que se buscaba era abatir la corrupción, ese mal endémico del sistema político que se hacía llamar revolucionario. Después nos dimos cuenta de que no era así, que no se buscaba ninguna renovación sino que más bien se empezó a imponer sobre nuestro país el modelo económico que ahora se conoce como “neoliberalismo” y que se camuflajeaba como lucha contra la corrupción. Vimos muy claro ésto, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari donde mediante un ataque al sindicato petrolero y su supuesta corrupción, se camuflajeó la venta de los bienes nacionales y la privatización de los servicios básicos y de la infraestructura. Después presenciamos el ascenso del PAN en la zona norte del país —los “bárbaros del norte -- impulsado por los gobiernos priístas que nos decían que había llegado el momento de la “alternancia” en algunos gobiernos estatales y que después, probablemente, esta alternancia llegaría a la presidencia de la República. Por supuesto, a los mexicanos no se nos decía que la “alternancia” era en realidad una exigencia de los organismos financieros internacionales que querían disminuir el poder y la influencia de las maquinaria políticas aglutinadas dentro del PRI y que además querían sustituir al PRI por el PAN, para que siendo un partido nuevo en el poder pudiera seguir adelante con la tarea de imponer los aspectos más brutales del modelo neoliberal. A los mexicanos se nos decía que ya era momento de “un cambio” y que ese cambio traería gente “honesta” a la presidencia en lugar de los políticos priístas ya tan desgastados y desprestigiados en algunos casos. En realidad se trataba de poner a un gobernante ignorante y fácilmente manipulable como Vicente Fox y con las ideas propias de los grupos sinarquistas de los años 30s, ideas basadas en la premisa de que nuestro país sería mejor gobernador por empresas trasnacionales y banqueros extranjeros que por los mexicanos. Vicente Fox , por lo tanto, llegó al poder con la ayuda de Ernesto Zedillo y no tuvo ninguna dificultad ni ningún conflicto moral o ninguna pena para aplicar algunas de las medidas más brutales del paquete económico neoliberal. Por supuesto, para entonces el descontento era general. La población, sin saberlo, reaccionaba instintivamente contra lo que se le había hecho al país en los últimos 26 años y, especialmente, contra lo que se le había hecho en los 6 años de Vicente Fox. Por eso voto la mayoría por López Obrador en las elecciones del 2006, pero como este candidato se deslindó del proyecto neoliberal y se negó públicamente a privatizar a PEMEX – la última exigencia del paquete neo liberal—la maquinaria electoral se volvió en su contra e impuso al poca cosa de Felipe Calderón. Por supuesto, los medios de comunicación tuvieron otra explicación para la gente. Le dijeron que el problema es que López Obrador era un radical, que lo de las chachalacas le había afectado etc. Impusieron a Calderón y ¿para qué? Para lo mismo, para que siguiera adelante con fases más brutales del programa neoliberal. Así lo hizo y ahora el país está destruido. Que nos proponen ahora, un “gobierno de coalición”, es decir, algo que sirva para dos cosas: Para que sean varios partidos políticos los que enfrenten el desconecto y la rabia de la población y, para desmantelar de una vez y para siempre el sistema presidencialista mexicano, sistema que tomo del ejemplo de la revolución americana, y que da vida a una institución que en determinado momento podría tener el potencial y el poder suficiente para revertir la destrucción iniciada en 1982. El presidencialismo mexicano es un instrumento efectivo contra el poder de la oligarquía nacional y que tiene capacidad también para enfrentar a los designios imperiales aun sin una mayoría plena en el congreso. Sus facultades constitucionales y las que otros llaman “metaconstitucionales” como son su dominio sobre su partido político, su enorme influencia sobre el propio congreso, sobre las organizaciones sindicales, sobre las cámaras empresariales etc., le permiten reunir suficiente poder para tomar decisiones soberanas. Por eso quieren eliminarlo ahora para desmantelar la última institución que le queda a México como nación soberana. Lo demás ya se perdió, a lo largo de estos últimos 26 años o más. Eso es lo que intentaran Felipe Calderón, Beltrones, los chuchos y los poderes financieros en este 2012. Que no nos vean la cara otra vez y que no nos comamos otro cuento.

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