12 de septiembre de 2011

Andrés Manuel López Obrador en San Cristóbal de las Casas

Andrés Manuel López Obrador en San Cristóbal de las Casas:

Son las 6 de la tarde y ya se están reuniendo. Son personas de más de 20 municipios de los Altos y zona central del estado de Chiapas. Hace frío y la cita estaba marcada para las 5:30 p. El Presidente Legítimo de México viene de Ocosingo con retraso. Es la primera vez en estos cinco años que voy a una asamblea donde la mayoría es indígena: estoy, como dirían los compañeros de otra trinchera, en "el olvidado corazón de la Patria". Han salido como sólo ellos saben, de la bruma, de entre la niebla, la pobreza y el frío: en silencio. Veo muchas banderas del PT y Convergencia; una solitaria bandera amarilla ondea enmedio del helado viento. Aquí ya es otoño. Todo a mi alrededor es diferente: escucho arengas en favor del presidente en tzeltal; sólo distingo el nombre "Andrés López Obrador", por primera vez soy yo la minoría y me pregunto si acaso seremos los mismos mexicanos. Acá, tanta bandera me da un sabor ácido a demagogia que me nubla el corazón. Para quienes han soportado los rigores de la larga noche de los quinientos años, me parece una burla que aún deban esperar más por el comienzo de la asamblea: peor aún, que lo tengan que hacer cobijados entre tanta partidocrática bandera.


Aprovechan el tiempo en pasar lista. Están aquí los municipios de San Juan Chamula, Teopizca, Villa de las Rosas, Pantelhó, Chanal, Totolapa, Chiapilla, Chalchihuitán, Chiapa de Corzo, Independencia, San Juan Can Cuc, Aldama, Zinacantán, Huixtán, Oc Chuk, Santiago del Pinal y los anfitriones: San Cristóbal de las Casas. También están los de Ixtapa y son ellos quienes me regresan el aliento; traen una cartulina hecha a mano donde dice "Ixtapa con MORENA", sencilla, sin atisbo de partidocracia.


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Son ya las 7:15 de la tarde y el Presidente por fin llega. Le precede el discurso de los políticos locales… suena tan hueco como en el centro del país, supongo que pasa lo mismo en el norte. La demagogia no conoce otra frontera que el hartazgo de la gente. Al menos son breves, ya la gente es mucha.


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Llega al fin el presidente y nos habla de el enorme robo que se hace año con año al herario público, dinero que se queda en manos de los potentados. Da una cifra: 800 mil millones de pesos se quedan en manos del 3% de la burocracia, de los altos mandos, porque el dinero no va a los bolsillos de profesores ni médicos del sector salud. Atrás de mí escucho "sakqueo" así más o menos, con un marcado acento indígena. Continúa diciendo que cuando accedamos al poder, ese dinero irá a incentivar la educación, el campo, a reactivar las hidroeléctricas que hieren la tierra, los ríos y los pueblos de este estado pero no están funcionando, porque la CFE le compra carísima la energía eléctrica a los españoles. No hay necesidad. La situación de pobreza y violencia que vive el país, no tenemos por qué padecerla "Dios no quiere que nadie sufra" dice el presidente y a continuación dice que los protagonistas del cambio verdadero somos más de dos millones y medio... y venimos en todos los tamaños, géneros, orientaciones sexuales, etnias y religiones. Por primera vez lo escucho hablar de diferencias religiosas entre la variopinta población mexicana. No es para menos: en este estado, hay mucha violencia y desplazamientos de gente por motivos religiosos (y de partidos políticos, por cierto, aunque eso no se menciona en esta asamblea) pues hay evangélicos, católicos y hasta musulmanes.


Nos llama a la organización como protagonistas del cambio verdadero: cada uno conoce su tarea. Cada uno sabe que el monstruoso saqueo perpetrado durante los últimos 25 años ha sido por causa de nosotros, quienes hemos permitido a las televisoras tener el control de nuestras mentes. Nos dice que el ser feliz reside en estar en paz con la conciencia, en saber que se actúa en pos de lo más justo "para que el día de mañana podamos decirle a nuestros hijos que hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para salvar a México". Alguien parece demandarle con mayor firmeza y autoridad moral que cumpla su palabra: alguien que todos conocemos y en torno del cual él siempre guarda discreto silencio


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Se levanta un murmullo a mi alrededor: a los indígenas parecen simpatizarles mucho los niños. No entiendo nada pero se siente como frases de aprobación. Continuamos escuchando, porque aquí no son muy afectos a los gritos y las consignas: la gente tiene más desconfianza de lo que nuestra ignorancia sobre las profundas heridas que la invasión hispana generó en nuestra América parecen siquiera concebir. El presidente lo sabe, no en vano lleva recorrido todo el país más de tres veces. Les dice que confíen en él, que no les va a fallar, que entiende que siempre "vienen a hablarles y hablarles" pero que él lleva más de 30 años en la lucha, desde abajo. Alguien nota que el presidente estatal del PRD lleva el mismo atuendo de demagógica guayaberita portado por el traidor Sabines; en el estrado, los politiquillos locales no pueden ocultar su desconcierto por saberse descubiertos. Nadie los acusa, pero la simulación no puede ocultarse tras unas siglas, o tras una oportuna foto con Andrés Manuel. Mucho menos en uno de las regiones más dolidas de la nación.


Termina la asamblea con la entonación del Himno Nacional. Es un canto de los mestizos del centro del país, se nota en mi entusiasmado grito, por completo discordante de la parquedad del indígena que apenas y se sabe la letra. Me queda aún más claro: en 200 años esta no ha sabido ser una república plurinacional. Se ha buscado uniformar al indígena, volverlo almidonado hablante del español, consumidor del Gualmar, como nosotros, los "civilizados" mestizos. A pesar de ello, estos otros mexicanos, estos otros compañeros de MoReNa, estos otros protagonistas del cambio verdadero, están dispuestos a creer, a luchar, a enarbolar la causa del Proyecto de Nación que nos inspira y nos motiva a amar esta nuestra tierra: nunca más un México sin todos nosotros.


Los pasos silenciosos se van igual que como vinieron, sin ostentación alguna. Los míos, se diluyen entre la amorfa e insípida bruma del turismo "alternativo". Ahora es el tiempo de las otras lenguas, las que quieren lavar sus occidentales culpas. Frases en inglés y francés buscan envolverme mientras me abro paso hacia un sitio donde pueda acceder a internet, para subir esta nota, para enlazarme con el México digno, el que aún mantiene la esperanza... todos tenemos una tarea, ser los emisarios de la Regeneración.



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