AMLO tiene la culpa: Octavio Rodríguez Araujo
Octavio Rodríguez Araujo
Los resultados electorales en el estado de México demuestran que Peña Nieto y toda su maquinaria se impusieron el pasado 3 de julio. Sin embargo, como por generación espontánea, rebrotaron los enemigos de AMLO y lo culparon del fracaso de la coalición Unidos Podemos Más (PRD-PT-Convergencia), acusándolo, entre otras cosas y como motivo del desastre, de haberse opuesto a la alianza con Acción Nacional.
Dichas acusaciones ameritan puntualizar lo que ocurrió. En primer lugar Alejandro Encinas se opuso a tal alianza, no sólo López Obrador. En segundo, si nos atenemos a las cifras hasta ahora conocidas, la suma de votos de PAN y PRD (y sus aliados) apenas rebasa la mitad de los votos obtenidos por la coalición Unidos Por Ti (PRI-PVEM-Panal). Cierto es que una alianza de partidos no necesariamente refleja el número de votos que cada uno obtendría por separado: pueden ser más o menos, pero no cambia mucho pese a su fuerza sicológica en el electorado.
En tercer lugar, tanto la dirección local como la nacional del PRD hicieron muy poco para apoyar realmente la candidatura de Encinas, como también los dirigentes del PAN para apoyar a Bravo Mena. En este último caso, una posible explicación sería que su candidato no entraba en los cálculos de Felipe Calderón de una alianza con los chuchos, no necesariamente para ganar la gubernatura, sino para marginar todo lo posible a AMLO, con lo que coincidiría también con los seguidores de Jesús Ortega. Las declaraciones inmediatas de Luis Sánchez Jiménez, dirigente estatal del PRD y chucho menor, son muy elocuentes: en esta derrota existe corresponsabilidad de López Obrador por su imposición para que fuera rechazada la alianza con el PAN (Notimex/El Universal, 4/07/11).
Los chuchos son los verdaderos autores del fracaso del PRD. No bien habíamos salido de las irregularidades notorias de la elección presidencial de 2006 y de la arbitraria maniobra del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) al demostrar parcialidad obvia en su dictamen de esos comicios, cuando Jesús Ortega y sus seguidores hicieron trampa en la elección interna de su partido y como hubo controversias recurrieron precisamente al tribunal que antes había cuestionado su partido. Éste le dio el triunfo a Jesús Ortega en 2008 (¡qué casualidad!). No conformes con eso, iniciaron –ya con Ortega en la presidencia perredista– un acercamiento con Calderón (y con el PAN), es decir con quien, salvo demostración en contrario, no sólo no ganó la Presidencia sino que hizo de AMLO su enemigo personal yun peligro para México financiado por Hugo Chávez (si le creemos al ex embajador de Estados Unidos Carlos Pascual, en cable dado a conocer porWikileaks ID: 231175).
De todo esto se enteró la ciudadanía, razón por la cual en las elecciones federales de 2009 el PRD fue enviado a un tercer lugar muy lejano del PRI que tres años antes ocupaba ese sitio. En el balance interno se dijo: En 2009 el PRD sufrió la caída electoral más pronunciada en su historia. En 2006, al haber obtenido 29% de los votos para diputados federales, el partido se posicionó como la segunda fuerza política nacional. Para 2009, con 12% de los votos, el partido se rezagó a un lejano tercer lugar. El descenso fue de 17 puntos. Del tránsito de una legislatura a otra pasamos de tener 127 diputados a sólo 71.
Vale decir que en 2006, en la elección presidencial, la coalición formada por el PRI (tercer lugar) obtuvo más del doble de votos que el PRD en los comicios de 2009, pese al aumento demográfico. Fracaso total que hubiera caído en picada en el estado de México de no ser por la candidatura de Encinas y a pesar de los chuchos en las direcciones de su partido tanto en la entidad como en el país. Para que se entienda mejor, en 2006 (efecto López Obrador) el PRD y sus aliados obtuvieron en el Edomex alrededor de 2.5 millones de votos en la elección presidencial; en 2009 el PRD solo, un poco más de 800 mil por diputados federales y en 2011, en coalición, poco más de 950 mil sufragios para gobernador, de donde se desprende la hipótesis de que el PRD, como tal, bajó considerablemente sus votos si tomamos en cuenta los que obtuvieron sus aliados hace dos años. ¿Qué tanto se debe este bajón a su dirección estatal, contraria al lópezobradorismo? Difícil saberlo.
Encinas, con base en la información disponible, perdió. ¿Por qué? Por lo siguiente:
1) porque el PRI, en general y con la excepción de 2006, ha sido muy fuerte en esa entidad; 2) porque Peña Nieto, por muchas razones que habría que analizar, ha sido un gobernador destacado; 3) porque en la elección del pasado domingo y durante las campañas, el poder económico del gobierno y de no pocos particulares se volcó en favor del candidato priísta; y 4) porque Encinas, cercano a López Obrador aunque también apoyado por Ebrard, tuvo en su contra el antilopezobradorismo nacional y local que cuenta con Calderón y sus secuaces, con Televisa y Tv Azteca, con Milenio Tv, con la radio en manos de casi los mismos, con los periódicos de la derecha, que son los más, y con los mismos chuchos, embozados o no y que dirigen el PRD desde hace tres años
Lo anterior no es reconocido por los chuchos, como tampoco que han sido ellos los que han exhibido a su partido como una cueva de intrigantes y aventureros oportunistas, tanto que a la fecha no han podido explicar por qué el PAN es menos peligroso que el PRI, o menos derechista, al extremo de haberse planteado una alianza con el primero para derrotar el segundo y no derrotar a ambos fortaleciéndose en lugar de hacerse harakiri.
Si siguen así las cosas, las izquierdas, por llamarlas de algún modo y sólo por comparación con las derechas, algo drástico tendrán que hacer para no entregarle la Presidencia al candidato del antilopezobradorismo, cuya composición ya hemos esbozado. Los propósitos de refundar el partido en 2009 se perdieron con el viento. El 3 de septiembre de ese año dije en estas páginas: Si no lo hacen, estarán perdidos y ya, desde ahora, sabremos que 12 por ciento de la votación total, en 2009, será menor en 2012 y que nos gobernará el PRI. Luego no se desgarren las vestiduras. Y añadiría ahora: ni le echen la culpa a López Obrador que, dicho sea de paso, es el único que presenta oposición verdadera tanto al PAN como al PRI.
Y, a propósito, ¿por qué Cuauhtémoc Cárdenas estuvo en el inicio de campaña de Encinas pero no en el cierre?
http://rodriguezaraujo.unam.mx
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