31 de julio de 2011

PROCESO: Las desaparecidas de Juárez MARCELA TURATI

Las desaparecidas de Juárez
MARCELA TURATI
30 DE JULIO DE 2011 · COMENTARIOS DESACTIVADOS
EDICION MEXICO, VIOLENCIA
Al universo de violencia, horror y muerte, de impunidad y desamparo que vive Ciudad Juárez se suma el drama de las jóvenes desaparecidas. Para activistas, promotores de derechos humanos y familiares de esas chicas, el megaoperativo realizado la madrugada del sábado 23 por policías federales y estatales en esa zona fronteriza fue tan estruendoso como inútil. Les indigna que en la redada no se haya localizado a ninguna de las jóvenes desaparecidas, y se sienten incluso más agraviados porque las autoridades reiteran que en esa zona no operan bandas dedicadas a la trata de personas.

CHIHUAHUA, CHIH.- En el megaoperativo del sábado 23 en el centro de Ciudad Juárez para el rescate de jovencitas desaparecidas –y del cual se pavoneó la Policía Federal– fueron detenidas por unas horas seis menores que ejercían la prostitución, una de las cuales incluso había sido reportada como extraviada, pero el despliegue decepcionó a las familias de las desaparecidas.
Resultó falsa la información difundida ese día por la Secretaría de Seguridad Pública federal de que en esa acción, en la que participó también la policía estatal, hubo 30 arrestos por trata de personas y 20 jóvenes recuperadas.
Lo cierto es que ninguna cantina, casa de huéspedes, baño público, centro nocturno u hotel de paso fue clausurado o multado; ni siquiera dejó de operar El Refugio, el hotel donde fue localizada una quinceañera reportada como desaparecida desde el 31 de mayo. Las menores encontradas escaparon del albergue al que fueron enviadas.
La Red Mesa de Mujeres calificó el operativo como “espectáculo mediático”; Nuestras Hijas de Regreso a Casa lo criticó por ser “una simulación”, y el Comité de Madres de Mujeres Desaparecidas dijo que sus resultados fueron “magros”.
“Un día antes, unos padres de familia estuvieron en el centro y vieron muchas más menores que las que encontró la policía. No sabemos si se escaparon o les dieron el pitazo, pero mientras la información se filtre y (los operativos) no vayan acompañados de investigación previa, no encontrarán nada”, dijo la fundadora y directora de Nuestras Hijas, Marisela Ortiz.
Pese al despliegue de 300 policías y a las denuncias de familiares de jóvenes desaparecidas, el fiscal de Investigación y Persecución del Delito en la zona norte de la entidad, Jorge González Nicolás, negó que existan bandas dedicadas a la trata de personas.
“No encontramos ningún dato que nos arroje eso”, dice a Proceso, aunque admite que el interrogatorio a las detenidas aportará más datos sobre el problema.
Sin embargo, el Comité de Madres de Mujeres Desaparecidas señala que tan sólo este año han desaparecido 189 chicas en esta frontera, la mayoría en el centro de la ciudad, como Bertha Alicia Vidal Varela, de 17 años, de quien no se sabe nada desde el pasado 19 de mayo; Jéssica Ivonne Padilla Cuéllar, de 16; Paola Ventura Rosas, de 17; Nancy Iveth Navarro Muñoz, de 18, y Bárbara Jacqueline Ortega Flores, de 14, desaparecidas el 7, 13 y 18 de julio, por mencionar algunas.
Según el conteo oficial, de enero a mayo la fiscalía había recibido 100 reportes por desaparición de mujeres en Juárez, la mayoría de adolescentes. La cifra es elevada si se considera que en 2010 fueron 107 las mujeres que desaparecieron en todo el estado.
Desesperadas ante la falta de investigación de los casos durante todo el año, las familias se han movilizado en Juárez y Chihuahua para exigir resultados; han hecho plantones, caminatas, manifestaciones; bloqueado el puente internacional que une a Juárez con El Paso; tapizado las paredes de cristal de la fiscalía con las fotos de sus hijas, y realizado vigilias afuera de esa dependencia para festejar a las madres afectadas y el Día Internacional de la Mujer.

Las desaparecidas de Juárez

Aunque Juárez es sinónimo de desapariciones y asesinatos de mujeres desde hace dos décadas, el problema se recrudeció en este sexenio, lo que detonó la movilización de madres.
“A partir de 2008, cuando la violencia se incrementaba y cuando el presidente decidió militarizar la ciudad, las desapariciones de mujeres se incrementaron en 400%”, dice Marisela Ortiz, quien abrazó la causa en 2009 a raíz de la desaparición y muerte de una alumna.
“La trata de personas en Ciudad Juárez y en todo el estado es una realidad desde siempre, pero la presencia de estas bandas, protegidas desde algún poder, ha crecido en los últimos tres años, al paralelo de la violencia y la estrategia del gobierno en su contra”, declara a Proceso Norma Ledezma, directora del centro Justicia para Nuestras Hijas, que fundó después de esclarecer el asesinato de su hija Paloma.
Y expone: “Se están llevando a chicas de entre 14 y 20 años, de escasos recursos, bonitas, que van de compras durante el día al centro o a solicitar empleo y ya no regresan. Sabemos que se les acercan tipos amables, bien parecidos, oliendo rico, simpáticos. Las invitan a trabajar o les dicen que les van a regalar un celular y ellas no desconfían. ¿Qué muchachita en vacaciones no quiere ganar dinero? Es fácil, no necesitan levantarlas”.
Ledezma, defensora de derechos humanos reconocida a nivel internacional, critica a las autoridades por negar que en el estado haya bandas dedicadas a la trata de personas. Resulta obvio que las desapariciones tienen patrones en común, asegura. Y comenta que “hay un cuadro de la ciudad por donde todas pasaron: un callejón, una rutera, un mercado”.
Una vez convencidas de seguir al sujeto que las aborda, las jóvenes son llevadas a un lugar donde son encerradas y del que ya no pueden escapar, relata. Con ellas se hace un intercambio: las norteñas son enviadas al sur del país –sabe de algunas que estuvieron en Puebla y Michoacán– y viceversa. A otras las explotan sexualmente en esa frontera. A todas las hacen adictas a las drogas para que coman poco y se mantengan activas.
“Las traen con protección fuerte, custodiadas, y las ofrecen para dar servicios sexuales a clientes exclusivos. No son ofrecidas a obreros que van a antros, sino a gente de poder económico y político que pueden pagar esos servicios y quieren seguridad, limpieza de las muchachas y belleza”, comenta.
Desde hace nueve años, cuando empezó la búsqueda de su hija, Ledezma ha denunciado la operación de bandas criminales dedicadas a la trata que aprovechan las rutas del tráfico de drogas. Dice que las autoridades siempre responden que son casos aislados o que “el novio se las llevó”.

Esclavitud sexual

En Latinoamérica, México ocupa el quinto lugar en trata de personas para fines de explotación sexual y en lo que se refiere al secuestro de mujeres, menores de edad o migrantes. Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en el país los “focos rojos” se encienden en Nogales, Sonora; Acapulco, Guerrero; Tapachula, Chiapas; Tijuana y Mexicali, en Baja California; Nuevo Laredo y Matamoros, en Tamaulipas; Cancún, Quintana Roo; Guadalajara y Puerto Vallarta, en Jalisco, y Ciudad Juárez, en Chihuahua.
Según Justicia para Nuestras Hijas, actualmente existe otro patrón para enganchar a las jóvenes, que consiste en enamorarlas a través de redes sociales como Facebook y convencerlas de que se escapen de casa. Facebook también ha sido utilizado para emprender búsquedas de adolescentes, como es el caso de Perla Margarita Ramos Baylón, estudiante de 21 años que desapareció en una parada de autobús el martes 19 en la ciudad de Chihuahua y por quien hubo una fuerte movilización en internet.
Al día siguiente –según un reporte del portal Tiempo– Ramos Baylón se liberó de sus captores y fue encontrada en una banca. Estaba “en shock, como drogada”, y pidió que la llevaran al doctor.
En sus investigaciones, las familias integrantes de Nuestras Hijas de Regreso a Casa encontraron que en el centro de la ciudad operan varias bandas de tratantes de personas. Las pistas indican que llevan a sus víctimas a Puebla, Oaxaca, Tlaxcala y Tijuana. El Comité de Madres de Mujeres Desaparecidas ha denunciado que en tables dance, baños públicos, bares y hoteles varias jóvenes trabajan contra su voluntad.
El fiscal González Nicolás admite que las denuncias por desaparición de menores se incrementaron en los últimos meses hasta 15%, por lo que, dice, se activó el Código Alba para entrar al centro de la ciudad, donde recientemente se perdió el rastro a 17 mujeres.
“El operativo se hace de esta magnitud porque el centro de Ciudad Juárez es muy conflictivo. Es lugar de distribución de droga, de trabajo de indocumentados, de contrabando de fayuca, de prostitución, y asiento de buena parte de la delincuencia dedicada al robo, a los asaltos”, dice a Proceso.
Los medios locales resaltaron la exclusión, en el operativo, de la policía municipal. El fiscal asegura que no fue por desconfianza.
Los 300 policías estatales y federales inspeccionaron 24 bares, tres hoteles y dos casas de huéspedes, ubicados en las calles Carranza, La Paz, Miguel Ahumada, Globo, Grijalva, Francisco Javier Mina, Noche Triste y Rafael Velarde, de la colonia Centro, señalados como posibles lugares de retención; 470 personas fueron llevadas a las instalaciones de la Fiscalía para interrogarlas y levantar un censo de quienes trabajan en el primer cuadro de la ciudad.
“Valió la pena porque encontramos a una señorita reportada como desaparecida, que estaba en condiciones normales –no trabajaba para nadie, no estaba raptada ni la tenían a la fuerza; estaba por gusto dada la situación económica de su familia– y a cinco menores que se prostituían, que no tenían reporte y probablemente algunas ni eran de aquí. Ellas dijeron lo mismo, que estaban por su gusto, hasta se molestaron porque las aseguramos”, comenta el funcionario.
González Nicolás calificó como “histórica” la entrada de la policía al centro de la ciudad para “replegar delincuentes” y recuperar ese sector que, dice, era considerado “tierra sin ley”.
Sin embargo, Luz Elena Muñoz, progenitora de Nancy Iveth Navarro Muñoz –madre soltera de apenas 18 años, desa­parecida el miércoles 13, cuando acudió al centro a solicitar trabajo y por quien se activó la búsqueda–, declaró al periódico Norte que su hija fue vista en el centro de la ciudad antes del megaoperativo e insiste que ella se encuentra ahí.
“Me han dicho que la ven en la zona centro –declaró días después–, pero que como que mi hija está asustada… dice una señora que la vio y le dijo: ‘mija, te anda buscando tu mamá’, pero que ella dijo ‘a mí no me busca nadie’, así como asustada. Y dicen que anda con dos tipos. Eso es lo que me da más miedo.”

Alto riesgo

La búsqueda de mujeres desaparecidas es una actividad riesgosa en Chihuahua. Varias activistas y madres de familia han sido amenazadas u hostigadas. Es el caso de Norma Ledezma quien, dice, tiene protección policiaca permanente –el mes pasado sus oficinas fueron asaltadas por segunda vez en el año–, y el de Malú García Andrade, de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, quien en febrero tuvo que salir del país porque le quemaron su casa.
Lourdes Hernández, madre de la joven Pamela Leticia Portillo, levantada el 25 de julio de 2010 en la ciudad de Chihuahua con un teniente, ha sido amenazada en la calle por desconocidos en varias ocasiones, e incluso le han apuntado con pistola.
“Por todas las amenazas, que fueron tantas, tuvimos que decir a la fiscalía y al Ejército que ya no la íbamos a buscar y hasta parece que se alegraron porque nos quitaron de encima. Pero nunca la vamos a dejar. En julio empezamos nuevamente a buscarla”, dice Lucía Hernández, tía de Pamela.
El Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, también involucrado en la documentación de desapariciones de mujeres, fue allanado en mayo pasado por elementos de la Policía Federal.
“Hemos recibido todo tipo de amenazas tanto las integrantes de la asociación que denuncian la desaparición o asesinato de sus hijas, como quienes lideramos la asociación. Desde que me han puesto la pistola en la cabeza, me han amenazado con asesinar a mis hijas al grado de tener que sacarlas del país. Me han intentado secuestrar en plena calle, recibimos dos impactos de bala en nuestra camioneta; además, intentaron meterse a nuestra casa gentes armadas que se identificaron como policías del estado.
“Nuestra vida ha estado en riesgo desde siempre. No es nuevo, pero este momento que vivimos sí es de mayor riesgo, por todo lo que ha ocurrido contra defensores de derechos humanos”, dice Marisela Ortiz, quien vive en el exilio desde marzo pasado a raíz de que la amenazaron de muerte en una manta.

¡AMLO 2012!

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