Dos Méxicos:
El de Cordero y el real
Como para confirmar que en el gobierno de la República se ha roto la unidad de mando, una pandemia de incontinencia verbal parece haberse apoderado del gabinete presidencial. Bastó con que Felipe Calderón autorizara a la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN) la presentación de los aspirantes a sucederlo, para que no haya tiempo, espacio ni tema en el que los precandidatos panistas no se exhiban como todólogos. En ese frenesí exclamatorio, los encargados de despacho olvidan las funciones y responsabilidades que les asigna la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal -si es que alguna vez la han leído-, y a la menor provocación mediática asumen el papel de domines en todas las ciencias y no parece actividad humana que les sea ajena.
Que las lenguas gubernamentales desquiciadas -inútiles, después de cada disparate o exabrupto resultan las rectificaciones, aclaraciones o precisiones a toro pasado- pretendan distraer a las galerías de los ingentes problemas que afectan a millones de mexicanos, no quita que voces de gente seria señalen ya con preocupación el abandono en que algunos secretarios han dejado la agenda comprometida para salvar -aunque sea de panzazo- el último tramo del aciago sexenio.
Es el caso, por ejemplo, del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, uno de cuyos portavoces, Valentín Díez Morodo, recientemente dejó en claro que no basta que las variables macroeconómicas sean positivas, si la posibilidad de generar empleos y abatir la pobreza depende de llegar a mínimos de crecimiento de cinco por ciento. Mínimos que no aparecen a la vista en el segundo semestre de 2011.
Toda vez que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es, hoy por hoy, el motor del gabinete económico, es natural que el sector empresarial demande que el titular de esa dependencia, Ernesto Cordero Arroyo, ya que ha aceptado pugnar por la candidatura presidencial del Partido Acción Nacional, renuncie a su encargo para ocupar su tiempo en tareas proselitistas en el interior de su partido, y deje que otro se haga cargo de conducir la política hacendaria que, pese a los optimistas boletines, no está exenta de caer en las típicas crisis de fin de sexenio.
El doctor Cordero Arroyo de unos días para acá, en efecto, no pone frenillo a su apéndice gustativo: En su menú, lo mismo habla -siempre a vote pronto- de las magníficas consecuencias sociológicas de la política económica, postula candidaturas ideales para dirigir el Fondo Monetario Internacional; que resulta experto en temas sobre el crimen organizado y hasta se siente autorizado para calificar acciones policíacas contra personas cuya culpabilidad no ha sido probada ante juez alguno.
En nuestros espacios hemos registrado durante los últimos meses la negativa evaluación que sobre México hace la ONU en materia de desarrollo humano. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) opera la Iniciativa sobre Calidad de Vida y Bienestar en los 34 países miembros, con base en los rubros de empleo, ingresos, salud, educación, vivienda, seguridad, satisfacción, gobernanza y equilibrio entre trabajo y vida privada. En su reporte del 22 de mayo pasado, ese organismo sitúa a México junto con Turquía, Hungría, Polonia, Estonia y Chile, entre los últimos lugares de la tabla. Señala que la mitad de la población mexicana considera difícil vivir con su salario. Hoy, establece, se requieren tres salarios para adquirir lo que con uno se lograba hace 40 años. Es necesario, recomienda, vincular la política al progreso humano.
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