Calderón, una losa sobre los aspirantes del PANÁlvaro Delgado
Manuel Espino está de regreso. Pretende revertir su expulsión de las filas panistas y contender por la candidatura presidencial, para lo cual creó el movimiento Volver a Empezar y recorre el país. En entrevista con Proceso, si bien apoya la marcha que encabezó Javier Sicilia, critica la forma en que el poeta pidió el cese del secretario de Seguridad Pública. “García Luna –afirma– debió haberse ido desde hace tiempo, hasta por vergüenza”. Y de Felipe Calderón refiere: “Convoca al diálogo, pero no está dispuesto a escuchar”.
Al frente de al menos 160 mil panistas de todo el país, agrupados en el movimiento Volver a Empezar, que él encabeza, Manuel Espino, el primer presidente del Partido Acción Nacional (PAN) expulsado de sus filas, anuncia: “He decidido buscar la candidatura a la Presidencia de la República”.
–¿Aun cuando esté fuera del PAN?
–¡Vale madres! –responde en su estilo bronco.
–¿Entonces como candidato externo?
–Sí, claro.
El lunes 9, justo el día en que presentó públicamente una Estrategia para la paz justa, un plan anticrimen alterno al oficial que ese mismo día envió a Felipe Calderón para que “transite de ser un presidente de guerra a un presidente de paz”, Espino se reunió con los representantes de su movimiento para iniciar el proyecto de convertirse en el candidato presidencial del PAN.
Confía en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revertirá su expulsión del PAN, de la que responsabiliza directamente a Calderón –“rencoroso, soberbio y revanchista”–, pero si ratifica la sanción, por las presiones que asegura habrá desde Los Pinos, imitará el desafuero de Andrés Manuel López Obrador en 2005, como lo hace con la estructura paralela a su partido.
“No hay manera de perder (el juicio). Si pierdo, gano, porque va a tener el efecto del desafuero. Y entonces, claro, busco registrarme como externo”, anticipa a Proceso el expresidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), quien niega que este nuevo desafío a Calderón lo perjudique.
“Al contrario. Calderón es una losa pesada en los hombros de los secretarios de Estado y cualquiera que venga del gobierno federal va a ser poco apoyado por los militantes. El malestar en el partido hacia Calderón es muy fuerte”, asegura el político duranguense, quien hace continuos recorridos por el país.
“Además, en la medida en que se va cerrando el sexenio, va a ir disminuyendo la influencia de Calderón dentro del partido y va creciendo la animadversión de los panistas hacia él. Esa es una realidad que juega en contra de Alonso Lujambio y de Ernesto Cordero. Para mí, no ser calderonista es una bendición.”
“Pésimo estratega”
Espino, quien ve “sin garra” a los secretarios de Estado aspirantes a la candidatura presidencial y timorata a la dirigencia del PAN que encabeza Gustavo Madero, considera a Calderón un buen político, que sabe hacia dónde ir, pero un “pésimo estratega”, porque no sabe cómo llegar.
“Eso me consta: Yo le gané la presidencia del partido y la presidencia de la ODCA, en cuya secretaría general me mantuve tres años a pesar de él. Mi estrategia funcionó mejor que la de él. Y todavía no terminamos”, se ufana.
–¿De verdad le va a ganar la candidatura presidencial?
–Se la vamos a ganar a Calderón. ¡Claro que se la vamos a ganar!
En entrevista con el reportero, el martes 10, el presidente del PAN en las elecciones de 2006, cuando el TEPJF le dio el triunfo a Calderón, asegura tener una “ventaja comparativa” ante los presidenciables del gabinete, así como ante la diputada Josefina Vázquez Mota y el senador Santiago Creel, los otros prospectos.
Ninguno tiene la estructura que él ha edificado desde agosto de 2010, con el movimiento Volver a Empezar que, según él, ya agrupa a 180 mil personas, 160 mil de las cuales son militantes del PAN, activos y adherentes, cifra que equivale a casi 10% del padrón oficial, que suma 1 millón 704 mil miembros.
“Esta estructura con voluntarios queremos convertirla en soporte de las campañas de 2012 y con un compromiso de llevar al PAN por su cauce tradicional”, expone Espino, quien rechaza que infle el número de sus seguidores.
–¿Es una fuerza capaz de definir hasta la candidatura presidencial?
–Sí, por supuesto. Ya está la estructura y está creciendo. Llegaremos a unos 190 mil integrantes en junio.
Pero además de esta fortaleza estructural, se ufana, las encuestas lo colocan entre los tres primeros lugares de aceptación dentro del panismo para la candidatura presidencial, detrás de Creel y Vázquez Mota, y sólo luego de él y de Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco, siguen Lujambio y Cordero.
“Ese es el malestar de Calderón”, interpreta, y por eso dice que lo expulsaron, pero advierte que ni así crecen sus prospectos: “¿Por qué no renuncian los secretarios de Estado? Que recorran el país y hagan tarea con los panistas. Se perciben nerviosos, inseguros, tímidos, no traen garra”.
Y sobre la dirigencia del PAN, califica de “burda” la estrategia de Madero de golpear al gobernador priista Enrique Peña Nieto. “En lugar de estar trabajando para fortalecer estructuras y propuestas, y lucir las fortalezas de los aspirantes, éstos y el presidente del partido se dedican a pegarle. Parece una campaña para posicionarlo”.
Juzga: “En lugar de ignorar a Peña Nieto y lucir ellos, le demuestran miedo. Peña Nieto es producto de la mercadotecnia y se apaga con un botón”.
Candidato yunque
Luego de dejar la presidencia de la ODCA, en agosto de 2010, y de bajar la intensidad de su actividad política para iniciar su restaurante, en la capital de Durango, llamado Esquilón –nombre de la campana de Dolores con la que Miguel Hidalgo llamó a la insurgencia, cuya réplica le regaló el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva–, Espino irrumpe en la escena nacional.
Lo hace por doble vía: para proponer un plan alterno a la “guerra” de Calderón contra el crimen, que ya acumula 40 mil muertos, y para enfrentar su expulsión del PAN dictaminada por la Comisión de Orden de Sonora y ratificada por esa misma instancia nacional, el 2 de mayo, una decisión que no sorprendió a Espino.
“Era previsible, pero sigo siendo militante del PAN. No estoy en este momento, en términos estrictamente legales, como miembro activo, pero sigo trabajando para el partido más que muchos”, subraya y dice que la sanción no fue por “traicionar los principios del partido”, como dijo Madero, sino por sus declaraciones públicas.
Muestra el expediente, que cita notas informativas de sus declaraciones públicas, y lee las conclusiones del dictamen: “Se concluye que Manuel Espino abusó del ejercicio de la libertad de expresión. ¡Esto es lo que dice el CEN! ¡No lo estoy inventando yo! Por eso le digo a Madero que lea el expediente que él aprobó”.
El PAN –enfatiza– quiere desvirtuar el caso al hablar de “traición” porque su apuesta es, de revocarse la expulsión, de todos modos dejarlo fuera de la contienda por la candidatura presidencial.
“Quieren hacer valer el reglamento, ni siquiera el estatuto, que dice que si alguien fue sancionado el año anterior a que inicie el proceso electoral interno, en una Comisión de Orden, no puede registrarse. Ese es mi caso. A eso le están tirando. A que no me pueda registrar”, subraya.
Y responde: “Pero el propio tribunal ha dicho que los derechos constitucionales de los ciudadanos no los puede cancelar un estatuto ni un reglamento partidario. Es decir, yo tengo derecho a votar y a ser votado”.
Explica: “Acción Nacional es el partido al que más se le ha acusado de violar la libertad de expresión y al que más se le ha dado la razón en el ejercicio de este derecho. Por lo tanto, resulta incongruente que la libertad de expresión que ha ejercido el partido ahora pretenda censurarla en mi persona”.
Espino cita casos en los que el PAN ha alegado el ejercicio de su libertad de expresión ante el TEPJF contra algunos adversarios: como en 2006, cuando acusó a López Obrador de ser “un peligro para México”; cuando en 2009 sacó una publicación titulada PRI-mitivo y publicó una “sopa de letras” en la que se refería al PRI con las palabras “transa”, “robo”, “censura”, “impunidad”, “corrupción” y “narco”.
Cita un antecedente parecido al suyo: en 2005 la Sala Superior restituyó sus derechos políticos a Armando Ovando Gallegos, suspendidos por el PAN por haber integrado el grupo Carlos Castillo Peraza, y el argumento de los magistrados fue que el régimen disciplinario de un partido político no puede reputar antijurídica la realización de un derecho fundamental y, por lo tanto, de mayor jerarquía, al estar previsto en la Constitución.
Espino insiste en que su expulsión, por “exceso de libertad de expresión”, será revocada por la Sala Superior del TEPJF. “No hay manera de que resuelva en contra. Si lo hace, va en detrimento del propio tribunal y sienta un precedente que perjudica al país de cara a 2012, porque estaría autorizando la mordaza”.
Ante diversos escenarios, el movimiento Volver a Empezar decidió no esperar el fallo del TEPJF para comenzar el proyecto de hacer candidato presidencial a Espino, identificado como miembro de la organización ultraderechista El Yunque, cuya penetración en el PAN está ampliamente documentada.
–¿Se le va a identificar como el candidato de El Yunque?
–Lamentablemente sí. Porque hay un estigma al que tú has contribuido mucho. Eso no me tiene preocupado. Pero, además, es una fuerza que yo no sé si sea muy influyente. Me parece que tiene mucha más fuerza Volver a Empezar que el grupito ese. ¡Pero por mucho!
“El estigma se ha generalizado mucho y he acreditado de sobrada manera que no (soy), porque han pasado cosas que me ayudan a esa desvinculación en la imagen. Porque si forzaron que yo estuviera etiquetado de eso, no podía acreditar algo que ahora sí puedo, porque se supone que hay gente de El Yunque que está en el Comité Nacional y votaron a favor de mi expulsión y en el Consejo Nacional la gente que está en El Yunque nunca abogó por mí. Es que no somos del mismo grupo.”
Insiste: “Que yo haya tenido amigos, o que tenga, que están etiquetados así es otra cosa. Cuando fui dirigente del PAN, ya sea como presidente o secretario general, di jugada a todos: A los calderones, a los creeles, a todos… y que haya dado juego a gente identificada con El Yunque no quiere decir que les haya dado juego porque yo sea de El Yunque, porque es una corriente interna que también juega, chiquita o grandota. Yo hice un grupo plural y equilibrado”.
“Fox sí cuidó a la gente”
Espino lanza su proyecto presidencial en la agudización de la crisis de violencia en México por la estrategia antidelincuencia tramada por Calderón, a cuyo clamor de una rectificación se suma con una propuesta alterna a la oficial que, por ejemplo, recoge líneas estratégicas y recomendaciones de jefes y exjefes de Estado, como Vicente Fox y el colombiano Álvaro Uribe.
La Estrategia para la paz justa es un documento que en 65 páginas hace un planteamiento integral para sustituir el método militar y policiaco aplicado desde diciembre de 2006 que, dice Espino, urge rectificar y “cerrar este laboratorio de guerra donde se experimenta a gran escala, y cada vez con mayor degradación social y desesperanza, con la vida de los mexicanos”.
“Es una propuesta concreta, pero además viable, que puede generar una dinámica de resultados sin confrontación armada. Esta es una mecánica que en mucho recoge sugerencias de personas que ya aplicaron estos métodos en otros países con buenos resultados”, subraya.
El documento nació, en parte, con las aportaciones hechas en los foros internacionales organizados por la ODCA en Bogotá, Colombia; Ciudad Juárez, Chihuahua, y Durango capital, en junio, agosto y noviembre de 2008, y luego enriquecida, expone Espino, por otros expertos de México y del mundo.
Como parte fundamental de la estrategia, que prevé líneas diversas, plantea que Calderón asuma como jefe de Estado el liderazgo para encabezar una Concertación Nacional para la Paz, integrada por representantes de la sociedad y del Estado, con voz y voto, para la definición y revisión de propuestas para la seguridad.
“Dar a la concertación carácter de máxima instancia política de facto para la toma de decisiones a favor de la seguridad de los mexicanos, mismas que se implementarán en forma institucional y siempre con apego a la ley. Desde la concertación, cambiar la lógica de guerra por una de paz que oriente y permita prioritariamente la acción no violenta en forma institucional y social, que asegure el mejoramiento continuo hacia la consecución de la seguridad humana.”
Espino está consciente de que Calderón puede ignorar la propuesta por su “fobia espinista”, pero “será en detrimento de su propia imagen, porque no podrá ocultar que es la primera vez que se le entrega una estrategia tan completa, tan fundamentada y además con un enfoque de acción pacífica”.
En el documento se identifica a Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, presidente y expresidente de Colombia, como coautores del documento, pero Espino aclara que la estrategia propuesta es distinta a la aplicada en ese país, que también fue muy violenta.
“Se centró en sacar la violencia de las ciudades a balazos. No fue una estrategia de paz, pero hay métodos tácticos sugeridos por ellos que están recogidos aquí”, dice, como planteamientos de Fox expresados en el foro Inseguridad, Dolor Evitable, en Bogotá.
“Uno de sus principales planteamientos fue evitar al máximo poner en riesgo a los ciudadanos, porque el bien principal a tutelar es la vida del ciudadano. Tal vez eso explica por qué Fox no desplegó una estrategia tan ruda. Buscaba agarrar a los capos, a los criminales allá en la selva, en el bosque, en el desierto y no atraer la lucha a las ciudades.”
Y lo contrasta con la guerra vigente: “El presidente Calderón, a diferencia de Fox, se trajo la confrontación a las ciudades, tal vez para que pudiera ser espectacular y además mediática, lo cual me parece francamente un error”.
Respetuoso de la marcha encabezada por el poeta Javier Sicilia, Espino discrepa de la forma como se exigió la renuncia del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, porque “lo único que se logra con eso es evitar que se vaya”.
Enfatiza: “Si realmente queremos que se vaya García Luna, no presionemos al presidente, digámosle que es pésimo su desempeño, que no le conviene que siga, pero que la decisión la tome el presidente. Si se le presiona, no lo va a hacer y eso perjudica al país. García Luna debió haberse ido desde hace tiempo, hasta por vergüenza”.
En realidad, Calderón sigue sordo: “Convoca al diálogo, pero no está dispuesto a escuchar. Pide apoyo y comprensión a la sociedad, pero no le pide que se involucre. O le falta creatividad o es tan desconfiado, como sabemos que lo es, que no solamente no confía en su sombra –como se lo dijo Carlos Castillo Peraza–, sino que no confía en los mexicanos. Y eso es terrible en un país, no confiar en el pueblo para el que gobierna...”¡AMLO 2012!
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