10 de abril de 2011

El menosprecio del siglo: Por qué no podemos aceptar la propuesta de Javier Sicilia

El menosprecio del siglo: Por qué no podemos aceptar la propuesta de Javier Sicilia

Por qué no podemos aceptar la propuesta de Javier Sicilia
Guadalupe Lizárraga

Con todo su dolor, Sicilia habla a los medios para pedirnos a los mexicanos, prácticamente que olvidemos el pasado y empecemos de nuevo. Nos pide que “Lleguemos a un pacto, por lo menos un pacto nacional entre nosotros, porque si no, no vamos a salir, pero la convocatoria no puede salir de mí, –dice– quienes están al frente del país son los que tienen que convocar a esto” y les pide a los sicarios que vuelvan a su "código de honor".

Y con todo respeto que nos merece su trágica pérdida, hemos de responder precisamente con la congruencia que el dolor de un país tan lastimado como el nuestro puede darnos. Pero la congruencia no puede venir sólo del dolor, ciertamente, tenemos que hacernos muchas preguntas, muchas reflexiones y hacer memoria para tomar decisiones colectivas, hoy, en un momento crítico en el que México sigue muriendo.


Javier Sicilia
¿Contra quién sería ese pacto nacional que propone Sicilia? ¿Contra las mafias narcotraficantes? ¿Contra los que han estado asesinando impunemente a los jóvenes, mujeres y niños? ¿Cuál es el problema realmente? ¿El que asesinen indiscriminadamente, el que trafiquen ilegalmente, o el que queden en impunidad? ¿Podrá ser racional un ejecutor que ha degollado a una veintena de personas lo mismo que el narcojefe Chapo Guzmán que se ha vuelto multimillonario reconocido internacionalmente? ¿Realmente se puede hablar de un código de honor para asesinar? ¿El pacto es pedirles que sólo se maten entre ellos? ¿Y los 25 mil niños que trabajan para el narcotráfico, está bien que mueran, mientras no se metan con "nosotros", los del pacto? ¿Podrán estos “señores” criminales comprender la razón intrínseca en un pacto de esta naturaleza?

¿Quiénes son los que están al frente del país y que según Sicilia “tienen que convocar a ese pacto”? El actual titular del Ejecutivo federal es producto de una elección fraudulenta que nos impidió tener la certeza de resultados legítimos y legales de las elecciones en 2006, una historia repetida en nuestro país. ¿No es acaso un criminal quien se roba las elecciones? ¿No es acaso un criminal quien miente a sus electores? Por supuesto que hay de criminales a criminales. Pero, querido lector, te pido que sigas leyendo hasta el final del texto.

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