Dios, entre la perversidad y la impotencia
Artículos de Opinión | Víctor J. Sanz | 23-04-2011 |
Decía Epicuro, el filósofo griego, que ante la maldad que hay en el mundo, o bien dios no podía evitarla, por lo que no sería omnipotente ; o bien no quería evitarla, por lo que sería perverso.
Pero la cuestión no es por qué creemos que existe el mal, sino por qué hay quien cree en la existencia de un dios. La propia definición cristiana de “dios omnipotente” no se sustenta si no es sobre la perversión de hacer o de permitir el mal. Al mismo tiempo que pretende presentar la imagen de un dios bondadoso y misericordioso, exige un continuo sacrificio a sus creyentes o los tacha de pecadores incluso antes de nacer.
Esto pone en difícil posición a los creyentes, que deben elegir entre un dios perverso o la falsedad de la principal característica que atribuyen a su concepto de dios, esto es : la omnipotencia.
Ante este planteamiento, la respuesta irreflexiva del creyente es siempre la misma : “no estamos hechos para comprender a dios”. Pero la evidente inacción de dios ante, por ejemplo, el hambre en el mundo (un 40% del total mundial), o ante las guerras, o ante la pederastia (incluida la sacerdotal), nos lleva de nuevo a la misma conclusión : no estamos hechos para comprender a un dios omnipotente si no es desde la perversidad.
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