22 de marzo de 2011

MARTIN VELEZ: LA BRAGUETA DEL EMBAJADOR.

LA BRAGUETA DEL EMBAJADOR.

A lo largo de la historia, la bragueta, junto con lo que ella oculta, se ha distinguido por ser una poderosa arma diplomática. Los más graves asuntos de Estado se han resuelto, o complicado, por que algún jefe de Estado, o su representante,  ha cedido ante las pulsiones de la bragueta (o del adminículo que está detrás de ella). Aunque es menester agregar que, a la inversa,  algún triste apéndice, o en su caso, cavidad,  a resguardo de la bragueta, ha tenido muchas veces que sacrificarse con tal de resolver  la suerte de naciones enteras.  
Los mexicanos, y las mexicanas, por si nos faltaba algún motivo, debemos ahora preocuparnos por la bragueta del embajador de Estados Unidos. Antonio Garza y Carlos Pascual, los últimos embajadores estadounidenses han sido lo que en el barrio se conoce como un par de “bragueta veloz”. Mal habían descendido del avión que los trajo a México y ya oteaban el horizonte, buscando dónde enterrar el hacha, literalmente.
Primero fue Antonio Garza, el embajador de Bush, quien encontró la oportunidad de conquistar los quereres de María Asunción Aramburuzavala (los cuates le decimos Mariasún), la mujer más rica de México, dueña de la cervecería Modelo, cuya fortuna se calcula en 1850 millones de dólares. Así que la bragueta del buen Tony no sólo fue veloz, además resultó de oro, qué digo de oro, ¡De diamante! Pero luego, allá,  perdieron los republicanos; el embajador de Bush tuvo que irse, y la cosa con la Mariasún terminó en divorcio. Como diría Sabina, aquello duró “lo que duran dos piezas de hielo en un whisky on de rocks”. ¿Qué pensaste, Tony? ¿Que te llevarías nuestros millones? ¡Ja!
Después, a Obama le pareció que la cosa en México andaba medio fallona. Quizá por ello decidió mandarnos a Carlos Pascual, especialista en Estados  Fallidos (no es broma). Craso error, ya se ha dicho, con estas mismas teclas, que debió mandar a un especialista en Estados Guangos, que es el caso mexicano. Pero Carlos Pascual, el excelentísimo embajador, se dijo “si Tony Garza pudo, yo por qué no”. Y sí, donde puso el ojo, puso la bala.
Hasta eso que fue más humilde que el anterior. Carlos Pascual puso el ojo en la que fuera esposa de Antonio Vivanco, el  jefe de asesores de Calderón (cobra y manotea  como presidente).  Antonio Vivanco ya no es más Jefe de Asesores de Felipe, el pequeño. Ahora es, o está en proceso de serlo, Director General de la CFE (a sus amigos Felipe no les da, nomás los pone donde hay). Pero la dama en cuestión, la ex de Vivanco, es hija de Francisco Rojas, el coordinador de los diputados federales del PRI. O sea que a Charly Pascual, ¡ah, picarín!,  le dio por pedalear bicicletas calderonistas y las enfiló por veredas tricolores.  Y todavía, el muy ingrato, anda diciendo que los candidatos de Calderón son todos grises.
Como verá usted, amable lector, las correrías del embajador gringo son dignas de un guión a cargo de Juan Osorio, el productor de taranovelas recientemente reconocido por Lujambio, el nuevo gatito de Elba Esther Gordillo, que ha propuesto abatir el analfabetismo ¡con las telenovelas!
En la anterior historia (real), de braguetas y faldas, pueden estar los verdaderos “motivos personales” con los que en Whashington han explicado la renuncia reciente del embajador. Pierden el tiempo quienes, mediante sesudos análisis, aquí en México hurgan entre delicados asuntos de Estado para encontrar las razones de la renuncia de Pascual.
Sobrevaloran a Calderón. Ni él ni su ¿gobierno? nos han dado, nunca, razones para pensar que su política se guía por altas razones de Estado. Busquemos entre los asuntos menores (sexo, alcohol, dinero), propios de las bajas pasiones de las almas viles, y encontraremos la verdad.
 Martín Vélez
Nota: Se usó aquí el socorrido símil de “pedalear la bicicleta”, en el que tal vez algunas mujeres encuentren un dejo de misoginia, o de cosificación femenina. No hay tal.  De hecho, quien aplasta estas teclas, les desea a todos los que estén en edad, hombres y mujeres, que encuentren a un ser querido, querible y que los quiera, y que con él, o ella, pedaleen, y pedaleen, y pedaleen hasta el infinito…. y más allá.
Posdata: Obama, por favor, ahora mándanos una embajadora, no seas gacho, los mexicanos varones también tenemos nuestro corazoncito. Plis, plis, mándanos a Lady Gaga.

¡AMLO 2012!

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