12 de febrero de 2011

PROCESO: La Sedena se maquilla Rodrigo Vera

La Sedena se maquilla
Rodrigo Vera


Como parte de las acciones con que la milicia busca limpiar su deteriorada imagen, la Secretaría de la Defensa Nacional abrió las puertas del Museo del Ejército y de la Fuerza Aérea (Muefa), si bien la inauguración formal se efectuará el sábado 19. El recinto, que exhibe el tipo de armamento utilizado en la guerra contra el narco, semeja un foro propagandístico de la institución castrense, tan impugnada hoy en día por sus excesos.

En tres de los cuatro muros de la moderna sala de proyecciones, el espectador observa el video Murió por la patria. Lo envuelven las imágenes de un grupo de soldados mexicanos que en una ceremonia luctuosa rinden homenaje a sus compañeros caídos en la lucha contra el narcotráfico.
–¡Antioco Hernández Morales! –grita uno de ellos.
–¡Murió por la patria! –corean los demás soldados.
–¡David Mendoza Gómez!
–¡Murió por la patria!
–¡Joaquín Martínez Solís!
–¡Murió por la patria!
–¡David Arteaga Rodríguez!
–¡Murió por la patria!
Y así van nombrando a otros militares abatidos por los cárteles de la droga, mientras un redoble de tambores y trompetas retumba por las bocinas de alta fidelidad de la sala.
También mencionan a otros héroes de la historia de México: Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio Allende, Juan Escutia, Agustín Melgar, Emiliano Zapata… “¡Murió por la patria!”, responden.
Desde esta perspectiva la actual lucha del Ejército contra el narcotráfico es tan importante como la que libraron los ejércitos de Hidalgo y Morelos contra el régimen colonial; tan meritoria como la guerra del ejército juarista contra la intervención francesa… o como los combates librados por los villistas y zapatistas contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Así lo muestra el video Murió por la patria, que se exhibe en la sala de proyecciones del Museo del Ejército y de la Fuerza Aérea (Muefa), recinto que acaba de ser abierto al público por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), si bien la inauguración está programada para el próximo sábado 19, Día del Ejército.
En el museo se exhibe una muestra del vasto arsenal con que la milicia combate o puede combatir al narco: fusiles Xiuhcóatl (serpientes de fuego) diseñados y fabricados en México; tanquetas superblindadas que pueden llevar cañones, lanzagranadas o ametralladoras, y aviones supersónicos.
En su número 0, la revista Muefa –publicación oficial del museo– consigna que con la puesta en marcha del Combate Integral al Narcotráfico 2007-2012 el Ejército ha definido “objetivos y acciones precisas” en tres puntos: erradicación, intercepción y combate a la delincuencia organizada.
Para cumplir el primero –apunta la publicación–, el Ejército deberá “minar la base económica de los narcotraficantes, impidiendo cíclicamente la cosecha de enervantes”. En lo referente al segundo punto, deberá “inhibir el uso del territorio nacional al tráfico de drogas, psicotrópicos, precursores químicos y químicos esenciales, armas, municiones, explosivos y numerario”. En lo que toca al combate frontal a la delincuencia organizada, el Ejército coadyuvará con las autoridades “en la desarticulación de las estructuras del crimen organizado”.

El mensaje

En la exhibición puede verse una amplia colección de sables, espadas, fusiles, cañones, uniformes, banderas, estandartes e insignias usadas por la milicia del pasado. Tampoco faltan los manuscritos, documentos impresos, ilustraciones, pinturas, esculturas y fotografías de época que sirven de apoyo para rememorar las gestas de antaño.
Las instalaciones cuentan con los últimos avances tecnológicos en museografía: pantallas touch, confortables salas de proyección y audioguías. Incluso hay imágenes de los héroes patrios que se mueven y hablan, narrándole al visitante sus experiencias e ideales.
Para instalar su museo, la Sedena habilitó un amplio edificio del porfiriato –donde funcionaba una subestación eléctrica para la red de tranvías– de ladrillo desnudo y acero situado en el número 1838 de Calzada de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.
La entrada de rejas metálicas y cada rincón del espacioso museo están resguardados por militares con fusil al hombro. Aquí, allá, por todos lados, siguen recelosos al visitante, mientras acarician con la palma de la mano la fría superficie metálica de sus fusiles Xiuhcóatl. Calzan relucientes botas negras, enfundados en el mismo uniforme de estampados verdosos con que se camuflan entre la hierba.
Para entrar los visitantes se registran en la recepción y dejan ahí sus bolsas y paquetes, así como una identificación. Un soldado les proporciona la audioguía y otro los conduce hacia la entrada en donde se encuentra un mensaje de bienvenida del general Guillermo Galván, secretario de la Defensa Nacional. En el texto impreso en un muro se lee:
“El papel que han desempeñado el Ejército y la Fuerza Aérea a lo largo de la historia de México es fundamental en el ejercicio de la construcción de la imagen de la nación, ya que desde el inicio el Ejército se constituye por la población civil, por la sociedad, que demandó en su momento la autonomía y buscó su defensa.
“El Muefa es un espacio en el cual dialogan documentos históricos, obra artística, objetos de la vida cotidiana, armamento y registros fotográficos de la época, todos ellos apoyados por los dispositivos educativos que ofrece la tecnología.
“El Muefa invita al visitante a conocer la historia de modo lúdico y didáctico, abriendo diálogos y aproximándose a su patrimonio histórico y cultural.”
En la primera sala varios maniquíes colocados en vitrinas lucen las indumentarias que “ha utilizado el Ejército desde el inicio de la Independencia hasta la Revolución Mexicana”. Puede verse el vistoso uniforme en rojo y azul que usaban los cuerpos de Dragones de la Reina, a los que pertenecían Ignacio Allende y Juan Aldama; el traje más campirano y popular de “El Chinaco”, con su pantalón de campana, faja y sombrero ancho, y el uniforme de pechera roja que lucían los batallones de San Blas en la guerra contra Estados Unidos.
También están los atuendos de paliacate y carrillera al pecho que usaban los revolucionarios de 1910, sin omitir la vestimenta de las “adelitas” con sus largas enaguas, o el traje más formal de fulgurante botonadura y cuello corto como el que vestía Venustiano Carranza.
En un larguísimo salón de amplios ventanales se ubica la llamada “galería histórica”, donde refulgen los brillos metálicos de todo tipo de armas. Sables, espadas y rifles se alinean en las paredes mientras que los cañones y los pesados fusiles de trinchera descansan sobre el piso.
Ahí están los fusiles utilizados durante la guerra de Independencia, cuyo sistema de ignición funcionaba con piedra sílex y sólo lanzaban un disparo; había que recargarlos con pólvora para volver a disparar. Están las “espadas de gala” que lucían los militares de guante y levita. Una lanza oriental con palo de bambú traída por la Nao de China.
También hay pinturas de época que destacan el carácter religioso de la insurgencia encabezada por los curas Hidalgo y Morelos, en las que se representan las misas celebradas antes de cada batalla. Incluso, en esa sección se exhibe una valiosa pieza de arte sacro: un crucifijo virreinal elaborado con pasta de caña.
Hay una litografía de Hidalgo vestido de civil. Un bando del virrey Francisco Venegas en el que ofrece 10 mil pesos por la captura del insurgente. Otra litografía donde aparece Hidalgo antes de ser fusilado. Vienen después imágenes y esculturas en bronce de Morelos, representado con su típico paliacate en la cabeza.

La historia

La exhibición muestra piezas de la época del Ejército Trigarante, de la guerra contra Estados Unidos y de la guerra de Juárez contra la intervención francesa.
De esa época data una colección de pistolas para duelo que usaban los oficiales entre 1840 y 1850. Sus cachas servían como macanas para golpear en la cabeza. Estas armas cortas solían guardarse en las alforjas de los caballos.
También se exhibe una colección de fusiles con el novedoso sistema Winchester Rolling Block, utilizados a partir de 1860 y que obligaron a cambiar las estrategias de combate: de orden cerrado a orden disperso. Los adelantos técnicos en sus cartuchos permitieron el uso de pólvoras sin humo.
El régimen de Porfirio Díaz ocupa un lugar muy especial en el museo. Se muestran fotografías del ejército porfirista bien alineado y uniformado. Destaca un busto en mármol del militar oaxaqueño, cuyo lema era “paz, orden y progreso”, para insertar a México en la modernidad.
Estalla la Revolución. Cae la dictadura. Las fotos muestran a Díaz huyendo a Europa en el Ipiranga. Surgen las tropas de Villa, Zapata, Huerta, Carranza, Obregón… México se convulsiona. De nueva cuenta las armas definen el rumbo del país; son más potentes y letales que las de las guerras anteriores.
Ahí están expuestos los Winchester 30 30 –las famosas “carabinas 30 30” de los corridos–. Las gruesas ametralladoras Colt colocados sobre tripiés. Los largos fusiles de trinchera que rompían muros de mampostería. Los cortos cañones de artillería de montaña que eran arrastrados con ruedas entre el polvo de los huizachales. Carranza empezó a utilizar el avión como arma de guerra, y en 1915 creó a la Fuerza Aérea Mexicana.
Los estragos de las armas también se muestran en el museo: hay fotografías de la casa de Madero en la Ciudad de México bombardeada durante la Decena Trágica. Está la máscara mortuoria de Zapata tras ser acribillado en Chinameca, lo mismo que la de Villa.
Los visitantes pueden incluso jugar a la guerra en la “mesa de batalla” (una enorme “pantalla touch” de unos tres metros de largo por dos de ancho); basta tocarla con el índice para reproducir los movimientos tácticos de la batalla de Puente de Calderón librada durante la guerra de Independencia o de la batalla de Ciudad Juárez, en plena Revolución.
O si lo prefieren, pueden subir al último piso del museo para ver y escuchar a las figuras en movimiento de Allende, Josefa Ortiz, Hidalgo, Morelos, Aldama, Juárez, Porfirio Díaz, Madero, Zapata y Carranza. Comienzan a hablar tan pronto se para uno frente a ellas.
Hidalgo, por ejemplo, permanece de pie enfundado en un traje oscuro y con largas botas de campaña. Está en su despacho, frente a una mesa y un cuadro de la guadalupana. Se apresta a dar el grito de Dolores. Observa fijamente al visitante y le dice en tono decidido:
“Son las cinco de la mañana. Nuestra conspiración ha sido descubierta. Debemos apresurarnos. Hay que adelantar la batalla. Dejemos miedos e incertidumbres.”
Da un puñetazo sobre la mesa y grita: ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno!

Omisión

Cosa extraña, pero en el Muefa no se aborda la sangrienta Guerra Cristera que, en los años veinte, enfrentó al Ejército contra las tropas de católicos que se oponían a las medidas anticlericales del general Calles. Simplemente la Cristiada no existió.
Se pasa de la Revolución al momento actual, donde el enemigo a vencer ya no son tropas virreinales, extranjeras o de la dictadura, sino los peligrosos sicarios de la droga. Por fortuna –según el museo–, nuestros soldados viven “los valores de lealtad, abnegación, honradez y honor que les permitirán ganar cualquier batalla”.
En los muros del museo hay varios letreros que insisten en los valores de la milicia: “Forjamos a diario nuestro carácter”. “El triunfo y la victoria lograremos”. “Lo más honroso para un soldado es perder la vida por la patria”. “Valor es el ánimo que rige al soldado mexicano”. “El amor a la patria es hasta el último aliento”.
En fotografías y monitores aparecen soldados auxiliando a la población civil afectada por desastres naturales: rescatan en brazos a un niño en una inundación, entregan alimentos a una hilera de hambrientos, quitan escombros de edificios dañados…
También se les presenta en pleno combate: arrasan cultivos de droga, disparan sus metralletas, bajan en cuerdas de un helicóptero, caen en paracaídas o se arrastran pecho a tierra con fusil en mano.
Y como botón de muestra de la actual industria bélica, dos vehículos blindados se exhiben en el patio adoquinado del museo. El primero es una poderosa tanqueta y el otro un vehículo de “reconocimiento” para penetrar en zonas de conflicto.
Este es el actual Ejército… inmaculado y valeroso según la visión del Muefa.


¡AMLO 2012!

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