15 de noviembre de 2010

POLICIA UNICA: EL CASO DEL JINETE SIN CABEZA

POLICIA UNICA: EL CASO DEL JINETE SIN CABEZA

Por Juan José Mena Carrizales*
9 de Noviembre de 2010
Mientras observamos que la violencia aumenta  en diversos Estados, precisamente contra los periodistas, como para invitarlos a que reflexionen sobre las bondades de la “policía única”, vale la pena elaborar una discusión sobre la distinción entre “seguridad pública” y “seguridad nacional”.
La seguridad nacional es una actividad del Estado, por medio de la cual se protege,  preserva y garantiza su existencia continuada. Recordemos que Estado y Gobierno, en Teoría Política, no son sinónimos. El Estado está formado por tres elementos materiales: población, territorio y gobierno, y uno de carácter espiritual: la soberanía. Así que las tareas de seguridad nacional, tienen como resultado mejorar la vinculación entre éstos elementos, de ahí la opinión acertada de que una política de seguridad nacional tiene que ser necesariamente multidimensional, abarcando aspectos que en primera instancia parecieran no estar vinculados, como la soberanía alimentaria, el desarrollo económico, la justa distribución de la riqueza, etc. La seguridad nacional, debe estar referida a amenazas de orden externo primordialmente.
Por su parte la seguridad pública, es una función del gobierno, por medio de la cual se garantiza el orden de la sociedad. Es una tarea de carácter eminentemente interno.
Los ideólogos neoconservadores, el día de hoy, impulsan la idea de que a causa de las nuevas características del narcotráfico y el terrorismo, el día de hoy nos enfrentamos al hecho de que la seguridad nacional y la seguridad pública, coinciden y confunden su esfera de acción. Nada más equivocado.
El narcotráfico, al ser un aparato de carácter internacional, requiere de acciones emanadas de un plan de seguridad nacional, es decir, de políticas de Estado. El aparato del narcotráfico, no puede ser visto como un acto delictivo aislado, a los que se avocaría, más precisamente la procuración de justicia. El narcotráfico como tal, es una operación internacional que pone en riesgo la seguridad territorial, amenaza a la población y busca suprimir la acción del Gobierno. En éste, punto es necesario hacer énfasis, ya que el narcotráfico no buscar reemplazar al Gobierno, sino eliminarlo, para llevar a cabo una tarea de “libre comercio” de drogas. Ahora, bien, la política de Estado requiere trabajo de inteligencia, pero sobre todo de coordinación, que va desde la investigación de los vínculos financieros del lavado de dinero, políticas de desarrollo agrario e industrial, hasta sistemas de rehabilitación social y educación. Desde luego, el Gobierno Federal, ha carecido del liderazgo necesario para proponer una política de seguridad nacional exitosa, pues lo único que ha hecho es enfrentar al narcotráfico como si fuera un asunto de seguridad pública, usando al Ejército mexicano, cuyo principal objetivo debiera ser la seguridad nacional, disfrazado de Policía Federal, rebajándolo a tareas de seguridad pública.
Antes de continuar, quiero destacar que las tareas del Ejército y la Policía o fuerzas de seguridad pública, son diferentes. Por más que haya soldados patriotas, lo cierto es que su entrenamiento es diferente del que lleva a cabo un policía, porque sus objetivos a cumplir son diferentes.
Una policía unificada, además de violar el federalismo y llevarnos cada vez, más cerca un sistema de características fascistas, puesto que el asunto del narcotráfico, no es un tema de seguridad pública, es una estrategia fallida.
¿Acaso el CISEN tuvo la capacidad de advertir de alguno de los atentados, presuntamente “narcoterroristas”, como los que se han llevados en Morelia, Cd. Juárez, Monterrey o el Estado de Tamaulipas? Es la política de seguridad nacional la que está fallando y su jefe, no es una autoridad local como en el caso de la seguridad pública, sino que es eminentemente responsabilidad del Jefe de Estado.  En consecuencia, una policía unificada, inefectiva, sería más bien como un jinete sin cabeza, que arrasaría contra lo que se le ponga enfrente, sea población civil inocente o presumibles delincuentes, puesto que no sabe dónde atacar.
Es evidente que el propósito del PAN, es implementar un modelo autoritario, que parece encontrar más adeptos entre los ideólogos neoconservadores, en la medida en que precisamente su estrategia para el narcotráfico al ser fallida desde un inicio, ya que el narcotráfico no puede ser enfrentado como un tema de seguridad pública, sino como un asunto de seguridad nacional multidimensional. En la medida en la que falla la estrategia de combate al narcotráfico y aumenta la descomposición del país, más cercano se siente el neoconservadurismo de sus objetivos.
En este momento histórico en el que tenemos a siete millones de jóvenes, en edad de trabajar o estudiar, que no trabajan ni estudian, ¿creeremos el cuento de los neoconservadores de que necesitamos, tal vez, siete millones de policías para protegernos, en vez de siete millones de estudiantes o trabajadores?
Ésa pregunta contéstela Ud., apreciable lector, y esbócela en la cara a su representante en el Poder Legislativo (diputado o senador), si es Ud. tan amable.


* El autor es alumno de la Facultad de Derecho (UNAM).


¡AMLO 2012!

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