23 de octubre de 2010

México SA Desempleo, ¿a la baja? Cifras del calderonato A la "reserva", 6 por minuto

Ayer, el Inegi divulgó los resultados de su más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente a septiembre de 2010, los cuales revelan que en el noveno mes del presente año la desocupación abierta, según cifras oficiales, afectó al 5.7 por ciento de la población económicamente activa (PEA), mientras que doce meses atrás ese indicador alcanzó 6.41 por ciento. Esta es la buena noticia, o así la presenta el referido Instituto, porque dicha reducción equivaldría a cerca de 300 mil desempleados menos.
El problema comienza cuando se conoce que la tasa oficial de desocupación abierta arrancó 2010 en 4.8 por ciento de la PEA (equivalente a alrededor de 2 millones 250 mil desempleados), pero en septiembre del mismo año dicho indicador había crecido a 5.7 por ciento (2 millones 700 mil desempleados), con todo y que los jilgueros de Felipe Calderón (Javier Lozano y Ernesto Cordero) recién presumieron cifras históricas en generación de puestos de trabajo en el sector formal de la economía (721 mil 483, de lo que se infiere que muchas de las plazas laborales presentadas como nuevas y con nombre y apellido, en realidad ya existían, aunque sin registro en el IMSS). De hecho, la tasa de desocupación de septiembre (5.7 por ciento) resultó mayor a la de agosto (5.44), con lo que la buena noticia se desdibuja y resulta que no lo es tanto.
Entonces, la tasa de desocupación abierta sí se redujo (0.71 puntos porcentuales, o, si se prefiere, 11 por ciento) de septiembre de 2009 a igual mes de 2010; sin embargo, en este año de la recuperación, el rumbo correcto y el empleo histórico, el mismo indicador se ha incrementado 0.9 puntos porcentuales, equivalente a un crecimiento de 19 por ciento, de tal suerte que el balance se mantiene negativo. En la Secretaría del Trabajo harán berrinche y dirán que no, que no es cierto, porque el comparativo correcto es el anual, pero aun así las cuentas son rotundamente contrarias al virtuoso presidente del empleo, que también lo es de tantas otras cosas, con los resultados ya conocidos y padecidos por los mexicanos.
Por lo anterior, vale el recuento desde el inicio. Cuando (supuestamente) arrancó el sexenio calderonista, el 1 de diciembre de 2006, la tasa oficial de desempleo abierto (Inegi) afectaba al 3.58 por ciento de la población económicamente activa (equivalente a poco más de un millón 600 mil mexicanos); cuarenta y seis meses después (septiembre de 2010), ese mismo indicador se había incrementado a 5.7 por ciento de la PEA (alrededor de 2 millones 700 mil paisanos en el ejército de reserva). Entre una fecha y otra, el citado indicador reporta un crecimiento de 2.14 puntos porcentuales (es decir, 60 por ciento de aumento) y un millón 100 mil paisanos sin chamba, de tal forma que la buena noticia de coyuntura se transforma en desastrosa realidad sexenal.

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