26 de septiembre de 2010

REPORTE ÍNDIGO: ANABEL HERNANDEZ Una cruda bicentenaria

Una cruda bicentenaria

Anabel Hernández (Reporte Índigo)

* 25-Septiembre-2010

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* Millones de pesos quemados en unos cuantos minutos, y falta de transparencia entre otras cosas, son las consecuencias del festejo patrio que dejó a muchos con mal sabor de boca

La pirotecnia fue ruidosa, la pólvora terminó en niebla. Al final, hay poca transparencia, y el ambiente huele mal. El espectáculo fue testificar la facilidad con la que se quemaron millones de pesos de nuestros impuestos. Y cuando en su momento se les pidieron cuentas, cínicamente respondieron desde el gobie rno de Felipe Calderón que “por seguridad nacional”, la información sobre los costos de la colosal borrachera estará reservada por 12 años.
¿Cómo pueden quemarse 83 millones de pesos por hora durante los festejos bicentenarios de la tarde y noche del 15 y la mañana del 16 de septiembre, que se prolongaron por ocho horas?
¿Cómo es posible gastar más de un millón de pesos por minuto en las luces y pólvora de un show multimedia que se prolongó por dos horas?
¿En qué se fueron 84 millones de pesos que dicen que se gastaron en la convocatoria y promoción de los eventos?
¿Alguien puede decir si tuvo algún sentido gastar 28 millones de pesos para colocar 34 relojes que marcaran la cuenta regresiva para dar el Grito Bicentenario? ¿Dónde y para qué se compran relojes de 823 mil pesos?
¿Quién puede explicar a los mexicanos a dónde se fueron los 39 millones de pesos que se invirtieron en una ceremonia de incendio del Fuego Nuevo del Bicentenario?
¿Cómo explicar el “cover” de mil 500 pesos por asistente al festejo capitalino si se considera la cifra oficial de quienes presenciaron el espectáculo que costó 667 millones de pesos?
Es cruda la realidad de la cruda del Bicentenario. Fue tal la borrachera de excesos y de falta de transparencia, que cuando se escriba la verdadera historia, será uno de los dispendios más bochornosos en la historia del erario mexicano.
Es cierto que el espectáculo fue fastuoso, monumental, digno de una nación del primer mundo. Los mexicanos pudimos sentirnos orgullosos del resultado de un festejo así, que sólo sucede cada 100 años. Pero el costo fue excesivo.
Igual de colosal que el muñeco anónimo disfrazado de insurgente que reciclaron de algún taller de escultura y que nos recetaron a quién sabe qué costo, para representar nadie sabe qué cosa.
Pero de lo que sí fuimos testigos, fue de un festejo poco transparente. Tan oscuro en sus cifras, que desde mayo los costos fueron clasificados como “reservados por seguridad nacional”, y no podrán conocerse a detalle sino hasta dentro de 12 años.
Quizás lo que nadie quería que se supiera es que la mayoría de los contratos para las celebraciones se hicieron por asignación, sin concurso ni licitación de por medio. Como si la fecha del Bicentenario de la Independencia nos tomara por sorpresa y hubiera que actuar frente a la emergencia.
A lo mejor tampoco querían que se supiera que el director del espectáculo de la Independencia mexicana sería el australiano Ric Birch, ni que la construcción de la fallida Estela de Luz se haría con acero de Finlandia rolado en Italia y recubierto con ónix brasileño.
A pesar de ello, las cifras bicentenarias están emergiendo a cuentagotas. Y aun en la escasez, podemos ir bosquejando lo que fue inversión, lo que fue gasto y lo que sin duda fue dispendio.
“En las fiestas del 15 de septiembre y la madrugada del 16 fueron 667 millones de pesos, ya con IVA. En algo que vieron millones de mexicanos y que emocionó a muchas expresiones de nuestra cultura”, dijo Alonso Lujambio, secretario de Educación.
Pablo Escudero, presidente de la Comisión de la Función Pública de la Cámara de Diputados,
dijo que existen, sin embargo, otros gastos que distan mucho de ser considerados inversiones, y que si bien pueden ser necesarios, traspasan el umbral de lo indispensable, con costos inexplicables para su alcance y propósito.
Al frente de estos dispendios inexplicables está “el diseño y la instalación” de 34 relojes de cuenta regresiva para los estados de la República, cuyo costo total fue de 28 millones de pesos.
Es decir, adquirimos relojes que terminarían de ser útiles el 16 de septiembre, y cada uno costó 823 mil pesos. ¿Podríamos conocer tan preciosas joyas?
Tampoco es muy explicable que se gasten 84 millones de pesos en la convocatoria y promoción de los eventos septembrinos. Sobre todo porque en la última semana, la promoción consistió en decir: “por favor no vengan al Zócalo ni a Reforma, mejor véanlo por televisión desde la comodidad de su casa”.
Igual de absurdo aparece bajo el rubro de coordinación del evento de la ceremonia de incendio del Fuego del Bicentenario un gasto 38 millones 999 mil 333 pesos. ¿De qué tamaño fue el incendio de los dos siglos? ¿Qué se quemó?
Como estúpida y controversial resultó la anónima figura del llamado Coloso del Bicentenario, que como un gigantesco títere fue levantado por segmentos hasta alcanzar una altura de 20 metros.
Muy hermoso, pero ¿quién es? ¿A quién representa? ¿Cuál es su propósito como colosal figura central de los festejos? Nadie lo sabe.
Lo único que el gigante logró despertar fueron dos dudas.
Primero la de su identidad. Que si era el contrarrevolucionario Benjamín Argumedo, que si era Stalin, que si era Luis Donaldo Colosio, que si era Emiliano Zapata de joven o incluso Vicente Fernández. La explicación fue igualmente absurda.
Un boletín de la Secretaría de Educación dio la explicación de este Coloso Nini (ni tiene nombre, ni apellido, ni sabemos quién es, ni qué hacía en el Zócalo).
“El Coloso es un homenaje a los cientos de miles de mexicanos anónimos, casi todos campesinos pobres, que participaron en el movimiento insurgente y que escribieron un capítulo central de la historia de México.
“Los autores del Coloso buscaron rostros, facciones, rasgos (ceños, miradas, patillas, mentones, bigotes) que expresaran fortaleza en el carácter en un contexto histórico determinado.
“El rostro del Coloso no retrata ningún personaje en particular y no tiene una identidad específica. No tiene nombre ni apellido.
“El Coloso representa un insurgente, uno de los tantos civiles de la Nueva España que luchó por los principios de la Independencia de México. Este hombre no es uno de los héroes hecho escultura; por el contrario, simboliza una persona común que siguió a los líderes para crear la Nación Mexicana”.
Y la segunda duda es: ¿qué hacía un personaje anónimo como elemento central de los festejos?
Más bien, parecería que alguien tenía por ahí el prototipo de una escultura que no pudo concretarse. Entonces, le dieron el carácter anónimo del insurgente y terminaron por colocarla, a quién sabe qué precio, en el magno festejo Bicentenario.
Por lo pronto, y a pesar de que desde mayo se dijo que los gastos del Bicentenario no se transparentarían por ser “de seguridad nacional”, el Portal de Obligaciones de Transparencia que se puede consultar en el sitio web de Banjercito, informa que los gastos por las fiestas septembrinas alcanzan los tres mil millones de pesos.
De acuerdo a la cuentas ahí exhibidas, por ser el banco que manejó las erogaciones, el gobierno federal destinó a lo largo de 450 días unos 2.5 millones de pesos diarios, lo que ubica el monto de los preparativos y el festejo en mil 228 millones de pesos. En 2008 se habrían gastado 28 millones de pesos, que se incrementaron a 400 millones de pesos en 2009 y a 800 millones en 2010.
En el reporte entregado por Banjercito sobre los gastos ejercidos de febrero de 2009 a mayo de 2010 se señalan esos y otros desembolsos.
Las cinco inversiones
*De los dos mil 900 millones de pesos que se anunciaron como presupuesto para los festejos, hay cinco inversiones que pueden considerarse sujetas a perdurar. Lo que no obsta para que pasen a revisión.
*Ahí se incluyen los 168 millones de pesos que se gastaron en la Galería Nacional que se instaló en el Palacio Nacional.
*Al costo de esta obra permanente, se le suman 142 millones de pesos de la adquisición de 50 piezas históricas mexicanas de la Colección Windsor, las cuales ya están en exhibición.
*Ambas cifras contrastan con los 142 millones de pesos que Alonso Lujambio reconoció que se destinaron al espectáculo de luz y sonido en el Zócalo capitalino.
*En las inversiones perdurables podrían ubicarse también los 762 millones de pesos que costará la hasta ahora fallida Estela de Luz, el monumento emblemático que tendrá que esperar por lo menos un año más para ser inaugurado.
*¿Alguien esperaba que un monumento de acero inoxidable y ónix durara dos o tres décadas, o que fuera derribado por vientos o construido para no soportar sismos?
*Es hora de rendir cuentas, porque resulta absurdo que el pueblo de México haya pagado 76 millones de pesos por un espectáculo de marionetas. Esto no se puede quedar en la impunidad”.

Coloso ‘Nini’
Mientras emergía en el Zócalo de la Ciudad de México la figura del Coloso, los conductores de televisión y los asistentes a la fiesta del Grito de Independencia estaban sorprendidos, no sabían a quién representaba la portentosa imagen: ¿Quién es? ¿Qué hace aquí?
El Coloso del Bicentenario es la más confusa de las ocurrencias de la burocracia federal para festejar los 200 años de independencia. Es el Coloso Nini. Ni sabemos quién es, ni qué hace en esta fiesta mexicana.
Resultó ser un monumento a los ninis, nombre que se ha dado al fenómeno socioeconómico de los jóvenes que ni estudian, ni trabajan, y que suman 7 millones en México, según las estimaciones oficiales. Eso sin considerar a aquellos que estudiaron una carrera universitaria pero trabajan en actividades no relacionadas con su preparación académica porque es la única forma de sobrevivir.
Es el Coloso Nini. Ni estudia, ni trabaja. Una estatua para apantallar, embobar, impresionar, pero ni tiene identidad, ni significado.
El secretario de Educación, Alonso Lujambio, dio su explicación: el Coloso es un homenaje al héroe anónimo mexicano.¿Quién es el Coloso Nini? Unos dicen que es Benjamín Argumedo, pero las autoridades lo niegan porque no estudiaron la vida contrarrevolucionaria de Argumedo. Otros dicen que es Stalin o Vicente Fernández. Pero lo que es un hecho es que se parece al “Canaca”, el personaje nini que batió récord en YouTube.
Alonso Lujambio asegura que es “barroco e inútil” discutir sobre la identidad del Coloso. Y sí, es tan inútil como haberlo hecho. Es tan inútil como lo que se pagó con nuestros recursos, por levantarlo para embobar a las masas.

¡Es un Honor Estar con Obrador!

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