DESDE LA MADRUGADA de este sábado hay un damnificado más en Veracruz. “Ahogado” de alcohol, el exquisito Tomás Ruiz González –ex subsecretario de Hacienda, ex diputado federal, ex director de la Lotería Nacional, ex director de Banobras, ex dirigente formal de Nueva Alianza–, se lió a golpes con el propietario de un “centro de salud” de Boca del Río.
Tomás andaba “en el agua”… para no desentonar con los centenares de familias que en la cuenca del Papaloapan y en la conurbación del puerto jarocho han perdido el patrimonio y la tranquilidad a raíz de las inundaciones que se han cebado sobre la entidad del Golfo.
El colega veracruzano Milo Vela, en su columna “Va de Nuez” del diario Notiver, contó así los tragicómicos sucesos este lunes:
“Resulta que la madrugada del viernes, el señor Tomás Ruíz Mendoza (sic) se divertía de lo lindo en el antro conocido como “El Candelabro”, ubicado en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines… El ex director de la Lotería Nacional y responsable de la transición en materia administrativa y financiera por nombramiento de Javier Duarte estaba como cucaracha fumigada y de acuerdo a relato de testigos, ya muy entrada la madrugada, le pidió a una señora que canta en dicho antro que le interpretara una canción que ahora se sabe lo hace vibrar hasta el llanto en sus guardametas…La artista le dijo que no se la sabía…Y entonces, dicen los testigos, el señor Tomás Ruíz llamó al otro cantante que amenizaba en este antro pierde almas y le hizo la misma petición… La respuesta fue la misma…Esto encolerizó al “futuro secretario de finanzas del gobierno del Estado” quien envenado porque ya lo había picado la víbora y por todo el pinche poder que ya sentía en sus manos, agredió a ambos cantantes… Luis Prieto, encargado del antro intervino para tratar de bajarle la jiribilla a Tomás Ruíz, pero no pudo controlar la situación y si recibió una cachetada guajolotera por parte ex director de la Lotería Nacional que a estas alturas mentaba madres y tiraba de manotazos…Molesto el dueño del antro ordenó a los sacaborrachos que lo echaran y fue así como lo pusieran de patitas en la calle…Los escoltas que traía Tomás Ruíz y que nos dicen se los puso Duarte para que lo apoyaran en su trabajo, no metieron las manos para defenderlo y esto encolerizó más al prepotente y majadero que traían como jefe…”
Introvertido e insolente, soberbio y distante, Ruiz González retrata a la perfección al tecnócrata “amaestrado” en escuelas estadounidenses –estudió abogacía aquí, en la Libre “de Derecha”, pero obtuvo un posgrado en la neoyorquina Universidad de Columbia–, lejano de los problemas de la sociedad, mirando desde muy arriba a los “mortales”… hasta que, con incidentes como el relatado en “Va de nuez”, dan escandalosas muestras de su vulgaridad, esto es, de pertenecer como todos al vulgo.
Contrastan las actitudes de Ruiz con las de un político “lodero”, cual el gobernador veracruzano Fidel Herrera Beltrán, quien no duda en descalzarse y mojarse hasta la cintura para ayudar a rescatar a quienes el agua ha perjudicado.
Ruiz es un tecnócrata de escritorio. Incapaz, siquiera, de sudar sus camisas de Brioni y, menos aún, de quitarse sus mocasines Ferragamo, en tanto no estén a la mano sus botas de plástico encargadas a Hammacher Schlemmer en Manhattan.
Bebe, eso sí, como mecapalero en día de raya.
Ruiz, empero, no es responsable de sus actos. No cuando bebe, tampoco cuando despacha los asuntos públicos. Pertenece a una especie surgida de los laboratorios del poder, como Columbia, Stanford o Harvard. Conejillos de Indias a quienes se ha dado en llamar “tecnócratas”. La realidad que les interesa pasa solamente por ciertos dispositivos -o formas- de hacer las cosas de una manera “correcta”, formas que son rígidas, precisas, exactas y deben realizarse con la misma precisión con que han sido diseñadas por otros tecnócratas sabios, que asesoran al Poder.
La ética, ese invento de los filósofos que también se dio en llamar ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, fue durante siglos el referente que desde la religión, la moral, la ley o simplemente desde los usos y costumbres, establecía, con algunas diferencias culturales más o menos significativas, lo que era bueno y aquello que no lo era. Desde esta perspectiva, los tecnócratas poseen y utilizan una ética que determina que lo que se realiza, según los estrictos códigos de procedimientos adquiridos en sus posgrados, es bueno y, lo que desvía de los mismos, está mal.
Ante estos tecnócratas, preferible los políticos… ¿o no?
Índice Flamígero: A no pocos llamó la atención la insistencia del diputado Alberto Cinta por el tema del lavado de dinero, ayer, durante la comparecencia de Ernesto Cordero en la Cámara Baja. ¿Será como los asesinos que van dejando pistas para que los atrapen? Y es que, pobretón hace unos cuantos años, ahora posee clubes, antros, restaurantes, “centros culturales”. ¿De dónde?, preguntan. ¿A cuánto cobra la docena?
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"¡Es un Honor Estar con Obrador!
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