Silvio Rodríguez en Ciudad Juárez
Carlos Murillo González
En la sexta edición del Festival Internacional Chihuahua (VIFICH) se presentaron el viernes 17 de septiembre en el Estadio Olímpico Universitario de Ciudad Juárez Silvio Rodríguez, Lila Downs y Willie Colón. Por una noche hubo tregua de los agentes de tránsito a los automovilistas y hasta los asesinatos parecieron menos. ¿De dónde salió tanta gente a llenar el estadio en esta ciudad que ha optado por encerrarse a sí misma?
En seis ediciones el gobierno del Estado no aprendió a organizar eventos masivos, creo que ni a comprenderlos. Una serie de errores lo deslucieron: boletos caros, numerados y los “baratos” de diez pesos de la mitad del estadio hacia atrás; una notable falta de coordinación de los auxiliares del evento, lo cual indica improvisación más que entrenamiento; la sección de palcos con valor de $200.00 literalmente estaban al nivel del escenario y sólo se veía una pantalla ubicada específicamente para esa sección (¿?). El concierto comenzó en forma invertida: del artista más conocido al menos conocido, al menos así fue la reacción del público al ir abandonando paulatinamente la función a medida que veía a Silvio, luego a Lila, después a Colón, a quién le tocó un estadio casi vacío (la salsa es poco favorecida en Ciudad Juárez).
Las cosas no están bien en Chihuahua y Juárez es el ejemplo de ello. De alguna manera el evento es un reflejo de lo que nos sucede: un gobierno que no funciona, aunque aparente hacerlo y una sociedad que lentamente está olvidando cómo vivir en libertad. El concierto que se suponía encabezaría Silvio, convocó a cierto sector de la sociedad juarense cuyas ideas parecen coincidir con la Revolución Cubana, el latinoamericanismo, el socialismo o simplemente (me temo que el sector más amplio) con la moda de las peñas y la bohemia. ¿Qué cosa fuera la masa sin cantera? Diría Silvio, ¿qué cosa sería Ciudad Juárez sin su gente? Si su gente sigue ahí y no esta ahí.
Pero esa noche estaba ahí. Para quienes crecieron o vivieron su juventud escuchando a Silvio, a Pablo Milanés y la nueva trova latinoamericana de los años setenta del siglo XX, en la época de la Liga Comunista 23 de Septiembre, de la guerra de Vietnam, leyendo a Marx y a Revueltas o por lo menos a Rius, seguro fue una noche nostálgica, como seguro añorarán los ex cebolleros (de la desaparecida y combativa Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar) y las y los integrantes de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) inspiradas en la Teología de la Liberación. Convergiendo con la nueva izquierda posmoderna, tribal, zapatista, anarquista y socialista, y con la vieja izquierda antes citada, las nuevas generaciones asomaron la curiosidad para ver al maestro Rodríguez cantar a la revolución, a la patria y a la libertad.
El arte es un arma peligrosa, puede liberar conciencias y pueblos, por eso no es tan bien recibida por los tiranos. En una ciudad donde sólo existen cuatro teatros para 1.3 millones de habitantes, con cantidades similares de bibliotecas, museos, centros culturales, escuelas de arte, etcétera, la cultura es una necesitad real, aunque no se sienta ni se pida. Los FICH cubren minimamente esa función, para poder apreciar por estas tierras muestras artísticas de gran calidad, vanguardias, culturas, folclor. El problema es la violencia, pues mientras siga la “guerra” contra el narco, difícilmente podremos aprovechar dichos eventos si no es para distraernos de la realidad (aunque no necesariamente).
Pasados los festejos, los puentes laborales, el mes de la patria y la independencia, la realidad espera. El municipio de Juárez está desfalcado, endeudado, con pugnas internas dentro del gobierno y su partido (el PRI) lo cual no es buena señal, mientras buscan recaudar dinero por todas las vías, irritando aun más a una de por sí molesta sociedad juarense, harta de tanta mediocridad gubernamental. En octubre inicia una nueva temporada del “show de Teto” ese personaje conocido por su primitivismo dinosáurico y su populismo neoliberal, que con arrogancia amenaza con acabar a sus enemigos, lo que equivaldría a dejar desierta la ciudad, ¿podrá con tantos cientos de miles? Calderón sigue obstinado con su guerra absurda y a lo que diga Washington, lo cual nos deja atrapados entre el poder paramilitar del narco, el de las fuerzas del Estado y las de EUA, dado que somos frontera.
Ojalá estemos en cuenta regresiva de la toma de conciencia, de saber nuestro lugar en esta crisis interminable, de recuperar la libertad y encontrar la armonía. Ojalá toda la gente que fue al concierto de Silvio, Lila y Colón, haya pasado más que una buena velada y que se encuentre a sí misma inspirada, incentivada, ahora que hace falta tanta energía y voluntad para cambiar el rumbo de la ciudad y el país. Ojalá que la próxima vez que vuelvan Silvio, Lila y Willie Colón sea por una fiesta organizada del pueblo por el pueblo y para el pueblo, para festejar nuestra emancipación. Ojalá.
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Carlos Murillo González
carmugo6699@hotmail.com
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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.
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