12 de julio de 2010

Oficio de Papel : * La “guerra” simulada de Felipe Calderón * Aumentan precios y demanda de cocaína

Oficio de Papel � 2010 � Julio


Lunes 12 de julio de 2010
* La “guerra” simulada de Felipe Calderón
* Aumentan precios y demanda de cocaína
* Las ganancias del narcotráfico mexicano

El comportamiento del mercado global de la cocaína explica por qué Felipe Calderón nunca tuvo en sus planes acabar con el crimen organizado y mucho menos con el narcotráfico, y su supuesta guerra que ha ocasionado la muerte de muchos hombres, mujeres y niños inocentes, es sólo una simulación para legitimar su gobierno mediante la implantación del miedo y el terror entre la población y evitar así las protestas sociales.

Al mandatario panista y a su gabinete de irresponsables nunca les ha importado en realidad la seguridad pública ni la seguridad nacional, y se han aprovechado de la crisis social para mantenerse en el poder. Por eso se explica que hasta ahora no hayan presentado un análisis estratégico de la evolución de los precios, la producción y la distribución de esta droga, así como un estudio comparativo sobre lo que podría pasar en México al observar las consecuencias del Plan Colombia.

Fue entre 2000 y 2006 cuando Estados Unidos propuso debilitar a las poderosas organizaciones de narcotraficantes que operan en México y Sudamérica, porque éstas ya representan un peligro para su seguridad nacional. En ese contexto, al mirar la experiencia colombiana, Calderón tuvo que haber calculado el impacto sobre la sociedad mexicana de su decisión de iniciar una confrontación abierta y sin pertrechos contra bandas delincuenciales y el crimen organizado.

A diferencia del gobierno de Calderón, Estados Unidos sí tenía el escenario completo cuando impulsó a México a involucrarse en la Iniciativa Mérida a partir de 2008 y también sabía que la población, los mexicanos, sufrirían las consecuencias de esa estrategia, pero eso era lo más importante para el gobierno estadounidense, al que lo único que le importa es que la violencia se dé fuera de su territorio.

México se encuentra a menos de la mitad del plazo que a Estados Unidos le tomó enfrentar a la insurgencia colombiana (las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y al Ejército de Liberación Nacional de Colombia) y destinar más de 4 mil 500 millones de dólares para reducir la demanda de drogas en el territorio estadounidense cerrando la principal fuente de abastecimiento.

En México, no obstante, la tarea tiene otro tipo de objetivos y el plazo podría ser mayor. Estados Unidos ha dicho que busca disminuir la venta de drogas y el tráfico de armas, de precursores químicos y el lavado de dinero. Todo al mismo tiempo y a costa de cualquier cosa.

El problema es que esta nueva guerra contra el narcotráfico ordenada por Estados Unidos no sólo está minando -como sucedió en Colombia- las estructuras sociales de países como México, sino que esas declaraciones alejadas de la realidad están provocando un incremento real en los precios de la cocaína y esto sí es un verdadero problema para disminuir la actuación de los cárteles de la droga.

Estimaciones de la Oficina de la Organización de la Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen establecen que al cierre de 2008 el precio al menudo de un gramo de cocaína se vendió en 108 dólares, cuando en 2006 se comerciaba en menos de 95 dólares.

¿Qué está sucediendo entonces con la oferta y la demanda de este producto tan codiciado por los estadounidenses?

Es obvio que el problema está en la casa de los estadounidenses. Si bien su gobierno está devastando países productores y escalando conflictos sociales en verdaderos enfrentamientos que atentan contra la seguridad nacional, es su mercado interno el que cada día demanda más drogas y estupefacientes sin importar el precio.

Es cierto, de acuerdo con la información estadística de la ONU, el precio de la cocaína en el mercado de menudeo ha venido a la baja, pero sigue lo suficientemente alto para sostener un negocio global de grandes márgenes. El ajuste en los precios de la década de los noventa no ha sido resultado de las estrategias de Washington contra los cárteles de narcotraficantes, sino de la evolución y consolidación de una industria global que funciona a la perfección y en línea con las leyes de la oferta y la demanda, pero parece que esto lo ignoran Calderón y su grupo de ineptos funcionarios públicos que se prepararon quien sabe para qué en universidades gringas.

En 1990 un gramo de cocaína llegó a rondar el nivel de los 290 dólares (cuando la producción comenzaba a consolidarse y la oferta era poca), mientras que en el 2000 el precio era de 150 dólares. Entre 2000 y 2009 la producción de cocaína en Colombia disminuyó 58 por ciento, pero ese problema se compensó con el incremento de 38 por ciento que se registró en la producción de Perú y 112 por ciento en Bolivia. Otra vez, gracias al Plan Colombia, ahora ambos países -reconoce la ONU- tienen la capacidad para producir y refinar su propia cocaína. En términos netos, en la región se presentó en la última década una reducción en la producción de 28 por ciento.

Ahora, la demanda y el precio están repuntando porque la producción está cayendo y si bien dicen que hay menos consumidores, los que se mantienen están dispuestos a pagar por cocaína que no esté diluida por el Plan Colombia. Se calcula, de acuerdo con los registros de la ONU, que en 2008 se produjeron 865 toneladas de cocaína, el menor nivel en los últimos cinco años. Esta situación se repitió en 2009, aunque las cifras definitivas aún no se conocen.

Colombia, mientras tanto, sigue representando el 50 por ciento de la producción de cocaína en la zona. Aunque se ha erradicado el cultivo en muchas regiones de ese país, es un hecho que los narcotraficantes colombianos están incrementando su productividad por hectárea. Además, también están vendiendo cocaína diluida para seguir atendiendo sus mercados.

De esta forma, pareciera que el gobierno de Estados Unidos, sabiendo que el problema del narcotráfico no está en la oferta sino en la demanda, está utilizando el pretexto de atacar este flagelo que daña a sus consumidores para justificar la intromisión política, militar, social y económica en la región.

En Sudamérica, el Plan Colombia partió del supuesto, sumamente discutible según analistas de ese país, de establecer las causas de la crisis de gobernabilidad y legitimidad del Estado colombiano en el narcotráfico y el conflicto armado. El eje básico del Plan se sustentó en un incremento de la dependencia económica, militar y política y a la postre en un mayor injerencia de los Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia.

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