En Juárez, mientras, un líder azteca informó que la pandilla se encuentra severamente golpeada debido a la guerra de “exterminio” emprendida por el Ejército Mexicano, el cual, dijo, ha desaparecido y asesinado hasta la mitad de los integrantes de la banda y a varios de sus familiares.
Por eso, dijo el azteca, al margen del móvil del crimen del consulado –una venganza del Barrio Azteca contra el maltrato del oficial de la cárcel paseña; una confusión; un ataque directo contra Estados Unidos– una cosa es cierta para los pandilleros: lo mejor es llamar la atención y que los norteamericanos entren e investiguen, aunque detengan a cientos de aztecas, pero que ese país funja como árbitro “neutral” en la guerra de Juárez.
“Porque los militares mexicanos nos están haciendo mucho daño, porque sabemos de antemano que están de un lado, que protegen a la otra pandilla y que les dan armamento, porque la ganga de ellos se esconden de nosotros, porque saben que aquí somos muchos y que tenemos comunicación en todos lados”, dijo un líder azteca, cuyo nombre se omite por seguridad.
“Entonces nos beneficia más que vengan de Estados Unidos, para que miren, aunque vengan sobre nosotros; la gente está dispuesta a ser detenida y procesada, pero también queremos que haya alguien neutral, que se descubra por qué está pasando todo esto”, agregó el entrevistado.
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