20 de marzo de 2010

Rebelion. Falsificaciones y engaños en la Iglesia católica

Rebelion. Falsificaciones y engaños en la Iglesia católica



Falsificaciones y engaños en la Iglesia católica



En los últimos años han aparecido diversos libros, dentro del cristianismo, con títulos como “El gran fraude” de Gerd Lüdemann, “El credo falsificado” y “Falsificaciones y engaños” de Karl-Heinz Deschner. Hoy os traduzco su pensamiento.

Ya Friederich Nietzsche se dio cuenta cuando dijo: “Yo condeno el cristianismo, yo formulo contra la Iglesia cristiana la más formidable acusación que jamás haya expresado acusador alguno. Ella es para mí la mayor de todas las corrupciones imaginables, [...] ella ha negado todos los valores, ha hecho de toda verdad una mentira, de toda rectitud de ánimo una vileza. [...] Yo digo que el cristianismo es la gran maldición, la gran corrupción interior, el gran instinto de venganza, para el que ningún medio es demasiado venenoso, secreto, subterráneo, bajo; la gran vergüenza eterna de la humanidad [...]”. ¿Se pasa Nietzsche al decir esto? Karl-Heinz Deschner ha escrito la “Historia criminal del cristianismo” en 12 tomos y dice: “...no me consideraría refutado por haber omitido lo que también era verdadero, sino únicamente cuando alguien demostrase que he escrito algo falso”. Escribir historia quiere decir destacar rasgos principales, generalización y cuantificación van necesariamente unidas. Cicerón dijo que “la ley principal de la historiografía es que nadie se atreva a escribir cosa alguna que sea falsa”. Sin embargo la regla decimotercera de los jesuitas impone “que lo que yo tengo por blanco no es tal, sino negro, si lo manda la jerarquía eclesiástica” (Volk).

1.- ¿Nos extraña?

No estamos acostumbrados a leer en nuestros libros, pero es verdad que “nunca se ha mentido y engañado con tanta frecuencia y tanta falta de escrúpulos como en el campo de la religión”. Y es cabalmente en el cristianismo, el único verdadera y realmente salvífico, donde dar gato por liebre está a la orden del día, donde se crea una jungla casi infinita del engaño desde la Antigüedad y en la Edad Media en particular. La falsificación literaria se dio antes que en el cristianismo entre los griegos y romanos, la hubo desde la remota Antigüedad hasta el helenismo, entre los sacerdotes egipcios, reyes persas y en el judaísmo. Durante toda la Antigüedad fue habitual una práctica amplia y variable de la falsificación. Fue posible gracias a la gran credulidad de la época. “Ya desde Herodoto, siglo V antes de Cristo, cuando comenzó en Atenas la divulgación de los escritos mediante las librerías, se criticaron las falsificaciones y se elaboraron criterios para determinar la autenticidad.

El fenómeno de la falsificación presupone la idea de la propiedad intelectual puesto que si ésta no existe no hay verdadera falsificación. Se sabe que dentro del Nuevo Testamento hay escritos que no proceden del autor bajo cuyo nombre los seguimos encontrando hoy (Evangelio de san Marcos, se dice en la Iglesia ). Por ejemplo, muchas epístolas, que se dicen de san Pablo, no son de Pablo: la de los hebreos, las cartas pastorales a Timoteo (dos) y Tito, la de los efesios... Muchas falsificaciones no pueden hoy ya desvelarse. No dejan de tener su importancia los anacronismos y los vaticinia ex eventu (profecías a posteriori). En algunas falsificaciones hay también material auténtico. Y a la inversa. Mezclas de este tipo, verdad-mentira, son frecuentes. Los falsarios avezados mezclan lo falso con los auténticos. Se practicaban los más diversos métodos de embuste. Los literatos y sacerdotes griegos falsificaron en proporciones inimaginables, por ejemplo Onomakritos de Atenas falsificaba oráculos. Con frecuencia se han imputado libros a Pitágoras, quien como Sócrates o Jesucristo nunca los escribió.


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