Tec de Monterrey: la burbuja vulnerada
Todos somos narcos hasta que se demuestre lo contrario
Y después de los listoncitos, ¿qué?
Más muertos inocentes en la guerra que ya se perdió
En enero de 2001, recién egresado de la carrera, llegué al Tec de Monterrey. Una recomendación que me hiciera quien hasta hoy es mi mejor amigo me condujo a una entrevista de trabajo en el edificio conocido coloquialmente como "el servilletero"; la Universidad Virtual del Tecnológico solicitaba tutores y asistentes para algunos de sus cursos.
Comenzó así una etapa que se prolongaría por 3 años y medio durante los cuales fui parte de la "comunidad Tec", como se identifican los alumnos, profesores, directivos y empleados, e incluso las familias de éstos. Durante las primeras semanas de adaptación a una ciudad para mí nueva, el formar parte de una institución con el renombre del ITESM, importante en la historia y desarrollo de Monterrey fue, además de un motivo de orgullo, un apoyo invaluable para mi inserción personal y profesional en un ambiente como el regiomontano, que goza una fama, en ocasiones inmerecida, de cerrado, elitista y localista. En el Tecnológico conviví de manera natural con personas de muy diferentes orígenes y procedencias, enriqueciendo con esa experiencia mi vida.
Simultáneamente empleado (becario) y estudiante de maestría, anécdotas de mi estancia en el Tec tengo muchas, que me sería imposible enumerar aquí. Recorrí los jardines del campus observando a los patos y los venados que conviven con los alumnos y son parte del paisaje cotidiano; pasé tardes y aun noches enteras en el cuarto piso de la biblioteca estudiando para un examen; monitoreé grupos de alumnos de los últimos semestres de licenciatura, que acudían a sus sesiones satelitales en Aulas 6 y se debatían entre el bostezo y la chacota hacia el profesor que desde algún aula remota transmitía su clase.
En cuántas ocasiones no acudí al cubículo de algún profesor para proponerle el diseño de alguna actividad de aprendizaje o para obtener su visto bueno para el guión de la siguiente clase; cuántas veces tuve que pararme frente a la cámara para dar los "avisos de la semana" (yo creo que de ahí me quedó cierto complejo de showman); cuántos correos electrónicos intercambié con estudiantes de diferentes campi del Tec para asignar una calificación a una tarea y/o escuchar las súplicas pidiéndome que la cambiara, que no fuera gacho...
Durante meses asistí puntualmente a las 6am al gimnasio estudiantil y corrí todas las tardes en la pista olímpica del Estadio Tecnológico; y mientras buscaba mantenerme en forma me complacía auto-sabotearme comiendo los míticos chilaquiles de Centrales o llenando mi charola de comida chatarra en El Jubileo. Me chuté religiosamente, semana a semana, todas las películas de un ciclo de cine dedicado a Alfred Hitchcock; y uno que otro partido de los Borregos Salvajes, numerito de botargas incluido. Fui cliente asiduo de Don Galleto en el CEDES (¡loado sea ese buen hombre!), de los Tacos Félix en Filósofos, de las Tortas Hawaii, del Sonorense, del Tec Raza y de los tacos de guisado frente al OXXO de Junco de la Vega.
Con mis compañeros becarios tuve una relación cercana que duró hasta que dejé Monterrey y el Tec a mediados de 2004, y aun más allá, en el caso de un amigo que me ha dado hospedaje en algunas de las ocasiones que he vuelto de visita, y de dos queridos amigos que decidieron casarse y formar una familia, hoy bendecidos con un hijo al que siempre me prometo un día ir a conocer. He tenido la satisfacción de saludar a varios profesores con los que traté en aquellos años y constatar que me recuerdan con aprecio, que es mutuo.
Hoy todo aquello me parece tan lejano, no sólo son los años transcurridos desde mi partida; es comprobar de la manera más atroz que ese lugar otrora tan tranquilo, la isla enmedio del caos cotidiano de Monterrey, el contradictorio oasis de paz y bullicio tan propio para el estudio y la diversión juvenil, ya no existe. Algunos, con sarcasmo, hablan del Tec como una "burbuja" donde sus estudiantes viven encerrados sin enterarse de lo que sucede en la vida real. Esa burbuja reventó, la reventaron las balas asesinas que la madrugada del viernes quitaron la vida a dos estudiantes cuyo crimen fue atravesarse enmedio de la refriega, para convertirse en otras víctimas inocentes de esta guerra estúpida que sólo los más ciegos no se han dado cuenta que ya perdimos.
A los estudiantes del Tec, como antes a los jovencitos de Ciudad Juárez, los mataron dos veces: a balazos primero, enlodando su nombre y su memoria después. "Eran pandilleros", "eran sicarios", se dijo. Las autoridades intentan cubrir su tiradero aventando mierda sobre el mismo, tarea en la que son auxiliados por los medios de comunicación, que como nunca antes fungen como prostitutas de la opinión pública. "Por lo visto, en esta guerra todos somos narcos hasta que en el SEMEFO se demuestre lo contrario", dijo alguien en Twitter.
¿Y la sociedad? Como si no fuera suficiente con los fanáticos que defienden a ultranza la "estrategia" gubernamental del supuesto combate al narco, porque se la imaginan como un juego de Call of Duty o de Halo 3 y se orgasmean imaginando improbables marines aztecas bombardeando a los malos, también algunos de mentalidad supuestamente progresista han opinado su batea de babas respecto a estos acontecimientos, provocando más bien pena ajena. Me refiero a los talibanes zurdos, los fundamentalistas dizque de izquierda que siguen hablando de pirrurris y de júniors aun sobre la tragedia de los caídos en el Tec. Frente a esa izquierda acomplejada que pareciera alegrarse de la desgracia cuando ésta recae sobre los que ellos consideran privilegiados (saludos, @robot2xl), la élite gobernante en México se encarga de igualarnos a todos con el rasero de las balas perdidas, y nos recuerda que en esta guerra fracasada no hay muertos de primera o de segunda... pero sí muchos muertos inocentes que no tenían por qué morir.
Total, todo se arregla con un comunicado presidencial lamentando la muerte de los estudiantes, o convocando a marchas-pachangas "por la paz" en la Macroplaza, como hizo hoy un pendejo que diiiiiiiicen por ahí que en sus ratos libres chambea como gobernador de Nuevo León. Es evidente que las autoridades le apuestan al olvido, a la desmemoria, a la apatía. ¿Ganarán su apuesta? Es difícil saberlo: años de narcotización mediática han dado como resultado una sociedad indolente, pasiva. Y sin embargo, las madres de Ciudad Juárez no han cesado su lucha por encontrar la justicia. La pregunta es si la comunidad Tec sabrá hallar el camino para estar a la altura de este desafío descomunal, exigiendo justicia y castigo a los responsables, o si se contentará con ponerse un listoncito negro/blanco, y luego de unas semanas preferirá retornar a su burbuja, aunque se la hayan dejado agujerada a balazos.
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