12 de febrero de 2010

Cimbra la reunión madre de masacrados: ¡No me diga ‘por supuesto’, haga algo!

Cimbra la reunión madre de masacrados. | Diario.com.mx: "Cimbra la reunión madre de masacrados

Sandra Rodríguez
El Diario | 12-02-2010 | 01:57 | Local

“Discúlpeme, Señor Presidente, pero no le doy la mano porque usted no es mi amigo. Yo no le puedo dar la bienvenida porque para mí usted no es bienvenido... nadie lo es…” Luego de burlar al Estado Mayor Presidencial, así increpó una mujer bajita y de suéter azul al presidente Felipe Calderón y, después, al alcalde y al gobernador, a quienes reclamó: “El Ferriz y el Baeza siempre dicen lo mismo, pero no hacen nada Señor Presidente, y yo no tengo justicia, tengo muertos a mis dos hijos, quiero que se ponga en mi lugar...”
Era Luz María Dávila, la residente de Villas de Salvárcar que perdió a sus dos únicos hijos –Marcos y José Luis Piña, de 19 y 17 años de edad, respectivamente– el sábado 30 de enero.
De frente a Calderón, en el Centro de Convenciones Cibeles, le exigió
una disculpa por haberlos llamado pandilleros. “No es justo que mis muchachitos estaban en una fiesta y los mataran; quiero que usted se disculpe por lo que dijo, que eran pandilleros. ¡Es mentira! Uno estaba en la prepa y otro en la UACH; no estaban en la calle, estudiaban y trabajaban”, dijo ante los funcionarios y unas 600 personas presentes en el encuentro de autoridades con representantes de la comunidad juarense.
“Porque aquí hace dos años que se están cometiendo asesinatos, se están cometiendo muchas cosas y nadie hace algo. Y yo sólo quiero que se haga justicia, y no sólo para mis dos niños, sino para todos”, agregó.
Desde su lugar en el presidium, Calderón alcanzó a decirle “por supuesto”, pero la doliente tampoco aceptó eso. “¡No me diga ‘por supuesto’, haga algo! Si a usted le hubieran matado a un hijo, usted debajo de las piedras buscaba al asesino, pero como yo no tengo los recursos, no los puedo buscar...”
El auditorio rompió en aplausos y Luz María Dávila en llanto. Una mujer se paró a consolarla en su camino de regreso al lugar que ocupó desde el principio junto a integrantes de organizaciones, delante de los reporteros.
La intervención de Dávila rompió por completo la ya deteriorada formalidad del encuentro que, durante cuatro horas, sostuvo el presidente de la República con diferentes sectores de la sociedad de Juárez.
Luz María se sentó entonces en una esquina del salón mientras una desconcertada Margarita Zavala de Calderón se paraba de su lugar junto al mandatario para acudir hacia donde estaba la reclamante, rodeada de otras personas y todavía llorando y cubriéndose el rostro con las manos.
La primera dama, ya fuera del presidium y cerca de donde estaba Dávila, dudaba por momentos y sólo alzaba la cabeza para tratar de ver mejor entre la marabunta formada alrededor de la reclamante."

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