6 de enero de 2010

PEDRO ECHEVERRIA: México: ¿Es “Mérida la blanca” por sus edificios y vestidos o “Mérida de los blancos” por su racismo?

México: ¿Es “Mérida la blanca” por sus edificios y vestidos o “Mérida de los blancos” por su racismo?

Pedro Echeverría V.



1. Hace ya varias décadas que me he planteado la pregunta; ¿Por qué le dicen “Mérida la blanca” a la ciudad capital del estado de Yucatán? En todos los discursos oficiales y de profesionistas decir Mérida la blanca es algo así como un calificativo de grandeza. La realidad es que por el calor predominante en 9 meses del año la mayoría de los habitantes tiende a usar ropa interior blanca, hipiles blancos bordados, trajes de gala blancos y los políticos lujosas guayaberas o filipinas blancas. Las casas mayas con techos de palmas de guano o zacate y paredes de lodo, así como las albarradas de piedra, también son pintadas con cal, que es la pintura más barata. En la ciudad los hacendados porfiristas y ricos comerciantes, mayoritariamente, usaban trajes y sombreros blancos y sus mujeres –según fotografías- usaban mayoritariamente el blanco.



2. Pero por otro lado Mérida, durante toda la época colonial, el siglo XIX y el Porfiriato era una ciudad de 20 o 30 mil habitantes que sólo llegó a tener 43,630 de los 310 mil de Yucatán en el año de 1900. En Mérida vivían los hacendados y poderosos hombres de negocio –los blancos-en enormes residencias en el centro de la ciudad (hoy centro histórico colonial y moderno) y a partir de 1888 en el Paseo de Francisco de Montejo (el conquistador y saqueador)  Los indígenas eran “la chusma ignorante y amenazante” despreciada por los ricos de la ciudad. En ese año de 1900 se registró en el estado deYucatán 1,200 haciendas y sólo diez familias, en las que destacaban los Peón, Molina, Macari, Palomeque, Vales, Millet, Manzanilla, controlaban gigantescas extensiones territoriales y a miles de trabajadores en condiciones de peonaje semiesclavo.



3. En 1921, según censos, Yucatán aún tenía 868 haciendas y de éstas Mérida contaba con el mayor número: 67, superando a Motul con 45, a Izamal con 33 y a Tixkokob con 31. Las que destacaban en el municipio eran de Yaxnic, Chimay, Xcanatún, Sacnicté, Tzacalá, Noh Ac y Chichí, de todas esas haciendas que en 1940 se redujeron a 721 y en 1970 sólo quedaban 337, salieron decenas de miles de ejidatarios (que eran unos 70 mil) que con sus familias crearon nuevos centros de población en los cuatro puntos de la ciudad. En esos años las batallas de los campesinos henequeneros crecieron porque el desempleo y el hambre los acosaron. Muchos tuvieron que ir por trabajo a Cancún, otros a los EEUU, pero la mayoría llegó a esta ciudad. A partir de los ochenta la economía basada en el henequén fue sustituida por la industria de la construcción, el gran comercio y el turismo.



4. En Mérida los ricos vivían con las comodidades y los gustos que traían de sus viajes a Europa. El llamado Paseo de Montejo –imitación extralógica de los Campos Elíseos de París- fue construido bajo supervisión de arquitectos franceses, sobre todo lo gigantescos edificios de hacendados y sus familiares enfilados a lo largo de sus enormes aceras. Fue tan tonta la imitación que muchos edificios (como las llamadas casas Cámara) tuvieron las mansardas que servían para protegerse del hielo en París que aquí de nada sirvieron por el clima extremadamente caluroso como el de Mérida. ¿Puede olvidarse acaso que la “casta divina” (empresarios y clero) invitó, recibió como reina, organizó un “tedeum”, en 1865 a la emperatriz Carlota mientras Juárez luchaba frontalmente contra el invasor Maximiliano”? Incluso éste llegó a declarar que como los yucatecos no había gente más fina y amable.



5. Aún el día de hoy se escuchan de los blancos de las viejas residencias porfirianas y a sus herederos los nuevos ricos de Mérida, las quejas contra “la chusma” que a parir de 1970 –cuando se inició el desplome de la producción henequenera y comenzaron a ser abandonadas las haciendas- se establecieron en la ciudad. En 1970 Mérida tenía 212 mil habitantes 10 años después casi se duplicó, pues llegó a 400 mil 172. Desde entonces el crecimiento urbano rápido provocó mil un problemas, las añoranzas de los sectores más racistas crecieron y sus odios contra los nuevos pobladores se multiplicaron. Jamás pudieron entender que así son los procesos sociales y que tendrían que aceptar que Mérida es otra cosa. Les resulta difícil aceptar que la Mérida idílica de los poetas, de los cantores y las serenatas es otra cosa ante la profundización de la miseria y el hambre.



6. Pero sería tonto pensar que el racismo hacia la clase explotada y pobre es sólo una característica de Mérida. Bastaría recordar el trato de “bandidos”, “robavacas”, “asaltantes”, que dieron los porfiristas, incluso los dirigentes de la revolución burguesa mexicana contra los indígenas y campesinos zapatistas y villistas; sobre todo aquellos días de 1914 cuando los revolucionarios humildes entraron a la ciudad de México. Los ricos corrieron a encerrarse en sus mansiones o huyeron despavoridos cuando se anunció la entrada de los dirigentes de la Convención de Aguascalientes. El racismo es difícil de borrar en las sociedades clasistas, es decir, entre los sectores ricos y privilegiados que se inclinan frente a los más ricos pero tratan con la punta del pie a los más pobres. Que admiran a los extranjeros de Europa pero desprecian a los de los países pobres.



7. A mi me gustaría que “Mérida sea la blanca” por ser igualitaria y justa o llamarle la “Blanca Mérida” porque sus empresarios y políticos sean honrados, dignos y muy amados por la población. Desafortudamente no existe nada de eso y Mérida sigue siendo la injusta, donde las llamadas “castas divina y beduina”, así como sus políticos, se han enriquecido hasta más no poder. Hoy dos de mis amigas o examigas serán candidatas del PRI y del PAN a la presidencia municipal de Mérida; una fue mi alumna en tres materias en la Facultad de Arquitectura y la otra mi compañera de trabajo en un centro de investigación de la Universidad. Como personas las respeto, pero sé que como políticas e instrumentos de partidos y empresarios son otra cosa. No serán mejores ni peores que los demás gobiernos que se han dedicado a engañar y atracar al pueblo. Lo seguro es que sean más de lo mismo.



8. Los problemas de las ciudades de México no son parchar calles, construir parques o adornar con foquitos navideños la ciudad. Son en primer lugar erradicar el desempleo, ver que los salarios alcancen para vivir, que los servicios de transporte, agua, luz, el predial, sean baratos y eficientes; que haya un verdadero impulso a la producción y un control de precios. Es todo un programa que debería analizarse y la discutirse por los ciudadanos. Sin embargo las medidas profundas de gobierno, las únicas que pueden lograr verdaderos cambios, nunca se tocan porque tienen que ver con la política nacional; prefieren aplicar medidas superficiales para que transcurra el tiempo mientras se hacen negocios para beneficio personal. La alcaldía de Mérida fue trampolín para la gubernatura de Torres Mesías en 1964 y para la candidatura de Correa Rachó en 1970. ¿Esta es la “Blanca Mérida”?



pedroe@cablered.net.mx

¡Es un Honor Estar con Obrador!

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