Iniciativa ciudadana. | Diario.com.mx: "Iniciativa ciudadana
Miguel Ángel Granados Chapa
Periodista | 08-01-2010 | 01:51 | Opinión
Distrito Federal– De los 10 puntos de que consta el proyecto de reforma política del presidente Felipe Calderón este es el que sino el hacer creer a estos últimos que se tiene presente su interés, como se insiste a lo largo del discurso del 15 de diciembre.
Incorporar la iniciativa ciudadana a nuestra legislación es inocuo. Proponerla equivale a ofrecer una golosina en vez de nutrientes a quien los necesita, un mero placebo ante el requerimiento de un remedio para la salud de una persona. Que los ciudadanos cuenten con la capacidad de presentar proyectos de ley es irrelevante.
En la legislación actual, esa posibilidad corresponde a los senadores y diputados federales, al Presidente de la República y a las legislaturas locales. En el proyecto calderoniano se agregan a esa lista el poder judicial (en el octavo punto del catálogo, al que nos referiremos en su oportunidad) y “los ciudadanos”. Puesto que nos hemos basado en esta revisión sumaria en lo dicho el 15 de diciembre, y no todavía en los documentos enviados a la Cámara de Senadores, desconocemos el grado de detalle a que llega el proyecto presidencial, y es en los pormenores correspondientes donde se puede encontrar alguna sustancia, si la tiene.
Dijo Calderón que al “incorporar la figura de iniciativa ciudadana” su propuesta “busca ampliar las libertades y garantías políticas de los ciudadanos” a fin de que “puedan incidir directamente en el proceso legislativo, ya que tendrán la facultad de proponer iniciativas de ley ante el Congreso de la Unión sobre los temas que son de su interés y que no necesariamente se encuentran en la agenda legislativa”.
Como de su denominación se desprende, la iniciativa es el primer paso del proceso legislativo. Contar con ella no garantiza en lo absoluto que el tema de que trate sea abordado en la Cámara en que se presente, y mucho menos que sea aprobado y se convierta en norma vigente cuando el Ejecutivo la promulgue y publique. En cada sesión de las cámaras, en la de diputados especialmente, se presentan decenas de iniciativas, que sólo engrosan el rezago legislativo. No pocos miembros de ese poder parecen consumar su propósito de pertenecer al Congreso con el solo hecho de presentar, por escrito meramente, o mejor aun desde la tribuna, un proyecto de ley. Lo hacen a sabiendas de la escasa viabilidad que su iniciativa tiene.
En los años del presidencialismo autoritario, era muy rara la ocasión en que los legisladores federales o las legislaturas estatales presentaran iniciativas, pese a estar dotados constitucionalmente de esa capacidad. Ésta parecía ser exclusiva del Presidente, que es todavía fuente principal de donde emanan proyectos. Que no todos tienen la suerte de ser atendidos por el Congreso se revela en otro punto –el noveno– del decálogo al que he venido refiriéndome esta semana: Calderón propone una regla para que el poder legislativo no se haga sordo ante ciertos proyectos suyos y se obligue a estudiarlos y manifestarse sobre ellos, so pena de que la iniciativa se convierta en ley sin intervención del Congreso."
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