V
inieron los sarracenos y nos molieron a palos/ que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos. Sebastián Piñera, en efecto, tuvo más votos que Eduardo Frei y ganó con la ayuda de Dios. Pero no sólo de éste, sino también de la Concertación porque la pregunta que corresponde es: ¿por qué el electorado de derecha supera al autodenominado progresista en Chile (o en Italia, Francia, Buenos Aires)?
Hay dos respuestas principales a la misma: una de forma y otra de fondo. La ley electoral chilena establece, en efecto, que sólo puede votar en la segunda vuelta –el ballottage– quien lo hizo en la primera y que, en general, para tener derecho al voto, hay que inscribirse voluntariamente en el padrón electoral, según el sistema estadunidense, ya que el voto no es un derecho-deber obligatorio y universal.
Por eso, desde Valparaíso para el norte, en las zonas mineras y obreras de vieja tradición socialista y comunista, los ciudadanos se inscribieron en el registro electoral y votaron por la Concertación, a pesar del poco entusiasmo que les despertaba la candidatura del democristiano conservador Eduardo Frei. En el centro y el sur del país, que es predominantemente campesino, ganó, por el contrario, la derecha, porque el peso tradicional en esa zona de la democracia cristiana había sido ya debilitado por la escisión de derecha encabezada por el senador Zaldívar, caudillo en la zona del Maule, y, sobre todo, porque los gobiernos de la Concertación golpeaban y reprimían brutalmente a los mapuches de la Araucania y condenaban al desempleo a los campesinos más pobres, que por eso no tuvieron ningún interés en inscribirse, como tampoco lo tuvieron los estudiantes secundarios y universitarios
¡Es un Honor Estar con Obrador!
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