8 de diciembre de 2009

YouTube - MARCHA POR LA PAZ EN CD JUAREZ

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CIUDAD JUÁREZ, Chih.— Faltaban unos 20 minutos para el mediodía cuando varios ciudadanos hartos de tanta violencia llegaron a la plaza de la megabandera. Salieron de sus casas con el duelo a cuestas para tratar de recuperar, por unas horas, las calles de la ciudad. Una bala perdida, el secuestro y la desaparición forzada les arrebataron a sus seres queridos en este año en que la violencia se implantó como única ley. Justo a las 12 del día empezó la caminata. En filas de 10, más de 2 mil 500 juarenses iniciaron el recorrido de cuatro kilómetros sobre la avenida Rafael Pérez Cerna. La desesperación hizo eco la mañana de este domingo cuando las familias gritaban: Queremos paz hoy, fuera militares, federales y delincuentes de Juárez.
A pesar de que desde marzo de 2008, más de 8 mil soldados y policías federales patrullan la ciudad y sus alrededores, 2 mil 340 personas han sido asesinadas en lo que va del año, entre ellas 135 mujeres, varios niños, maestros y estudiantes universitarios y hasta policías de todas las corporaciones. Ni el aire, ni el frío impidieron la manifestación social. Convencidos pero tristes de que Juárez sea conocida como la ciudad más violenta del mundo, empresarios, obreros, mujeres, padres de familia, universitarios y ciudadanos se unieron en coro para exigir que las autoridades federales, estatales y municipales repiensen la estrategia contra el crimen organizado, porque hasta ahora lo que han hecho no ha servido de nada. Comprando la vida Federico Ziga, presidente de la Cámara de la Industria Restaurantera, es parte del contingente. Mientras avanza, lamenta que su gremio es uno de los más afectados por la inseguridad. En sus cifras, más de mil negocios del ramo están siendo extorsionados actualmente, otros tantos han sido víctimas de asaltos y robo a mano armada. La ciudad está tomada por la delincuencia, cada vez que tenemos que pagar la cuota, sentimos que estamos comprando vida. Le pagamos a los criminales para que nos dejen vivir.
Apoyada por un bastón y de la mano de su nieto de 15 años, Hilaria García de 77 años, dice: Vengo a la marcha porque quiero volver a ir a misa o al mandado sin miedo. A paso lento sigue al numeroso grupo porque quiere denunciar que hace dos meses la extorsionaron por teléfono. Me dijeron que tenían secuestrado a un sobrino, que les depositara 20 mil pesos en diferentes cuentas de bancos, sólo junté 14 mil que me prestaron. Luto permanente El más pequeño de Los Cervantes, un niño de nueve años, grita con fuerza, una y otra vez: Paz para Juárez. Su familia ha sufrido asaltos, extorsiones y el secuestro de un ser querido por el que pagaron el rescate pero al que nunca volvieron a ver. Siguen de luto y marchan para exigir justicia y alto a la impunidad. Las autoridades no nos dicen nada sobre cómo va la investigación, estos meses han sido un infierno.
Dos jóvenes universitarios se unen corriendo al contingente. Cargan una cartulina en la que piden: El dinero que se gastan en la militarización, inviértanlo en educación. Los dos salieron de sus casas a exigir que la delincuencia les regrese sus espacios de entretenimiento. Ya no podemos salir, apenas mataron a un compañero en el antro en el que nos reuníamos.
El padre Jesús de la parroquia del Espíritu Santo dice que en cuanto terminó la misa de las 10 se alistó para la marcha. Venimos para exigir a las autoridades que apliquen la inteligencia y nos devuelvan la paz. En los últimos meses le ha tocado dar los santos óleos y la extremaunción a jóvenes que son acribillados en las calles. Nos mandaron al Ejército pero ellos no saben cómo imponer la paz, y estamos peor que nunca en la ciudad.
Soledad Griensen se limpia las lágrimas, está vestida de negro. Su familia está de luto. Una bala perdida le quitó la vida a su sobrino. Los muertos no son un número más en las cifras del gobierno, son padres de familia que caen víctimas de esta guerra sin sentido y sin control.
Como integrante de una asociación civil que lucha contra la violencia hacia las mujeres, Soledad advierte que la ausencia de valores en los hogares ha generado el caos que se vive en la ciudad. Las personas violentas provienen de familias disfuncionales, ahí los educan para matar por el abandono y la falta de atención. Con las fotos de sus hijas en una pancarta, madres de jóvenes desaparecidas marchan en la retaguardia del contingente. En lo que va de este año 36 mujeres, de entre 16 y 22 años, salieron de sus hogares y nunca volvieron. Nadie sabe de ellas. Olga Esparza, mamá de Mónica Janeth Alanís, denuncia que desde el 26 de marzo su hija salió a la universidad y no supo nada de ella. Las autoridades me preguntan a mí si yo he sabido algo de ella, porque ellos no. Imagínese cómo estamos. Los Pérez y Ochoa van en el mismo grupo. Tampoco saben nada de sus hijas.



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