La omnipresente influencia de la Iglesia católica en el destino de México no ha hecho más que perpetuar los privilegios de los ministros de culto y su enriquecida institución.
Sanjuana Martínez | Monterrey, México
Históricamente, cuando México ha tirado hacia delante, la Iglesia, sus aliados y la jerarquía católica anquilosada en el poder económico y político ha tirado para atrás. Las consecuencias ya las conocemos: estabilidad endémica, revoluciones, pobreza sistemática, retraso, ignorancia, fanatismo y guerras fraticidas
Los hechos son demoledores: tradicionalmente la Iglesia ha intervenido en las luchas sociales para aliarse con el poder en turno. Por ejemplo, en 1810, formó una alianza con la Corona española en el momento del primer grito de Independencia. A Morelos e Hidalgo no los persiguió el Estado, sino la Inquisición; la Iglesia los excomulgó y los castigó por liberar a México de sus cadenas
La omnipresente influencia de la Iglesia católica en el destino de México no ha hecho más que perpetuar los privilegios de los ministros de culto y su enriquecida institución y, a la vez, empobrecer y detener la evolución del pueblo. Su inmensa fortuna amasada por siglos; su ilimitada propiedad inmobiliaria; su poder político a la par que espiritual; sus nunca auditadas finanzas, así como su evasión de impuestos y otros “emolumentos”, convierten a la jerarquía católica en hostil contrincante del avance de los mexicanos."
6 de noviembre de 2009
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