en la que perdieron la vida 12 jovencitos, las voces de indignación no
se hicieron esperar. Era obvio que había culpables de semejante
atrocidad. Una tragedia de tal magnitud no surge de la nada; tiene
autores, tiene nombres y apellidos. La sociedad en su conjunto,
horrorizada, exigió castigo para los responsables de haber enviado al
matadero a 12 adolescentes cuyo único delito era haber ido a divertirse
a una trampa mortal, a una ratonera sin salida.
Las autoridades del DF, presas al inicio del mismo estupor y la
misma pasividad que aturdió a todos, muy pronto actuaron para deslindar
responsabilidades. No sólo los policías "de a pie" que implementaron de
manera tan estúpida el operativo de la muerte, sino también sus
comandantes, tres paramédicos, los dueños de la discoteca, y en general
quienes tuvieron responsabilidad directa en la masacre, fueron
detenidos y procesados por esos hechos.
Y entonces se soltaron las hienas.
Surgieron
las voces que, desde la derecha más rancia de este país, buscaron por
todos los medios posibles magnificar el hecho. Envalentonados por la
expedita actuación de la justicia capitalina, que interpretaron como
señal de debilidad más que de apego a la ley, comenzaron a pedir, ¡a
exigir!, cabezas colocadas cada vez más arriba. Poco importaba el
absurdo: pedían la renuncia ni más ni menos que del Jefe de Gobierno,
al que de manera calumniosa, sin prueba alguna, tacharon de "asesino".
Se rasgaban las vestiduras de día y de noche lamentándose del
"perredismo asesino", y aprovechando la tragedia, el dolor, el llanto,
la sangre de los 12 jóvenes, para politizar el hecho.
Porque eso fue lo que hicieron: politizaron la tragedia. Lucraron
políticamente con el dolor ajeno. Lo hicieron las hienas del panismo y
sus periodistas de alquiler, sus prostitutas en los medios impresos y
electrónicos, aquellos que desde 2006 no han tenido empacho en dejar su
dignidad por el suelo. ¿Ejemplos? Los mencioné en aquel entonces, y los
retomo ahora:
"A la manada de merolicos televisivos se ha sumado una batería
de plumas de alquiler y gacetilleros a sueldo que ocupan tribunas
periodísticas y que se han dado vuelo haciendo toda clase de análisis
idiotas. Ricardo Alemán en El Universal, por ejemplo, se bota la
puntada de comparar al gobierno de Ebrard con el de Díaz Ordaz.
"Pero ese panista de clóset
disfrazado de periodista "independiente" no es el único que ha sacado
provecho de los muertos en el operativo. Carlos Loret de Mola, el
monigote sonriente cuya presencia en pantalla sólo se explica desde la
putrefacción social y política que vive el país, titula su columna: "Marcelo está enojado"
y en ella, "coincidiendo" con el guión preparado por el PAN y
escenificado en los medios, desliza la idea de la "renuncia" de Joel
Ortega, el secretario de Seguridad Pública del DF.
"Por supuesto, a ese coro de
plañideras "indignadas" por lo sucedido, se suman los chillidos
histéricos de los panistas, encabezados por su líder Germán Martínez.
Según Cara de Papa, toda la culpa es de Marcelo Ebrard, "que
anda en todo menos en donde debe estar". Bueno, desde mi punto de vista
Germancito debería andar en otras latitudes (allá por la Chingada) y ni
quién diga nada, así que ¿qué ladra? Pero es de risa loca lo burdo de
su argumentación: prácticamente está acusando a Ebrard del lamentable
resultado del operativo, como si Marcelo hubiera planeado la tragedia.
Chale con estos descerebrados..."
Todo lo anterior viene a cuento porque
en la horrorosa tragedia ocurrida en Hermosillo, donde 44 bebés han
perdido la vida en un incendio en la "guardería" donde se encontraban,
no advierto los mismos aullidos, no leo las mismas flamígeras
acusaciones, no escucho los mismos gritos de indignación, que en la
otra tragedia mencionada. Aquí, en el caso Hermosillo, lo que veo es
una mal disimulada intención de desviar responsabilidades, de ocultar
componendas, de confundir a la gente... Veo el esfuerzo burdo y
patético de "echarle tierra" a un hecho que de ningún modo debe quedar
impune.
Las mismas hienas que se relamían los bigotes por el caso News Divine, guardan hoy un humillante silencio (El Humillante Silencio de la Fecaliza),
o de plano se lanzan a bombardear cuanta tribuna pública y foro de
Internet se les atraviesa en el camino, para exigir que este hecho
abominable "no se politice". ¿Politizarlo? ¿A qué llaman "politizar" la
tragedia? ¿A señalar con todas sus letras que pudo evitarse, si en este
país se respetaran las leyes y no se hicieran las cosas en lo oscurito
y al chingadazo, como se hizo TODO lo relacionado con esa guardería de
la muerte? ¿Es politizar la tragedia EXIGIR que el IMSS de toda la
información de cuáles eran las condiciones en que funcionaba esa
estancia infantil, y por qué el Instituto aprobó todas las
irregularidades evidentes que han estado saliendo a la luz? ¿Es
politizar la masacre, pedir que no se oculte información sobre quiénes
son o eran los dueños de esa guardería? Si la dueña es parienta
política de Calderón, ¿eso politiza la tragedia?
"Angelitos, déjenlos descansar en paz y no busquen culpables", "esto no es político, una oración por los bebés y resignación para las familias", "Diosito quiso llevárselos, no nos corresponde juzgar", claman en el colmo del cinismo los mismos buitres que en el caso News Divine no les importó medrar con el luto. Lo que importaba para ellos, zopilotes políticos a fin de cuentas, era darle un escarmiento
a Ebrard y, si se podía, descarrilar su carrera política... Los
panistas en aquel entonces aprovecharon una coyuntura efectivamente
trágica, para acarrear agua a su maloliente molino. Estuvieron
arrastrando durante semanas los cadáveres de los adolescentes muertos
en el antro y usándolos como proyectiles para lanzárselos al gobierno
del DF. Y hoy no quieren que se hable del asunto de Hermosillo, que no
se indague, que no se busque a los responsables, que no se sepa nada,
que no se investigue... y por encima de todo que nadie renuncie. La
impunidad ante todo.
Hienas, buitres carroñeros. Por respeto
a las víctimas, por respeto al dolor ajeno, deberían quedarse callados.
No intenten denigrar con su putrefacta lengua una tragedia como la que
se vive.
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