16 Mayo 2009
Luis Javier Valero Flores
Atrapados en el pasado y obligados a responder a los retos de la actualidad, los mandatarios emanados del PAN naufragan en el ejercicio del poder. No se atrevieron a cambiar, desde la Presidencia de la República, el régimen político heredado por el PRI. Tras las profundas transformaciones de la sociedad ejercen caricaturescamente (imagínense a la ‘maestra’ Elba Esther Gordillo leyendo la palabreja anterior) el presidencialismo, el de antes, el de los revolucionarios llegados al gobierno, como solían describirse los presidentes emanados del tricolor.
Para empezar, ya no cuentan con la partida secreta presidencial, esa que Miguel de la Madrid le achaca a Salinas haberse quedado con la mitad, desde luego de ejercerla él mismo de la misma manera (¿Sería igual ahora, de llegar el PRI a la Presidencia de México?) y entonces las giras presidenciales de los panistas ya no tienen el boato de aquellas, por una muy sencilla razón, los presidentes ya no destilan dinero como antes lo hacían sus ancestros. Pero no importa, todavía tienen ganas de ser tratados casi como si fueran reyes.
Pero la sociedad sí cambió y empieza a valorar de manera distinta a sus gobernantes.
Y vaya que éstos dan material. La segunda gira de Felipe Calderón a Juárez y Chihuahua mostró palmariamente la inutilidad de las giras presidenciales, de acuerdo con el formato usado, nada distinto al empleado por Vicente Fox.
Peor aún, antes, cuando un presidente emergido del PRI efectuaba sus giras por el país daba oportunidad a que distintos sectores de la sociedad (vamos, vamos, ya sé que casi todos ligados a ese partido, pero no había de otros) se acercaran y le plantearan sus opiniones, reclamos y peticiones; ahora solamente a los empresarios –y no todos, solamente los más poderosos– y la clase política, les es permitido acceder a quien ejerce la presidencia, y éste utiliza las giras para dar rienda suelta a un optimismo sacado de la irrealidad."
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