25 de septiembre de 2006

VICTOR REYES GLORIA:MI CARDE PRECIOSO Y LA IGLESIA OPACA

Mi Carde Precioso y la Iglesia Opaca
Víctor Manuel Reyes Gloria

El cardenal Norberto Rivera Carrera, el político de altos vuelos nacionales,
se encuentra hoy en el ojo del huracán. Al igual que hace unos meses el
padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, Rivera Carrera,
el “carde precioso”, esta involucrado en un hecho de pederastia.

Aunque Marcial Maciel fue señalado de manera directa por quienes se dicen
ofendidos de delitos sexuales, y en el caso del “carde precioso” solamente
es indiciado como encubridor de otro sacerdote que se dice abusaba de
infantes, Nicolás Aguilar Rivera, el manto de suciedad encubre a toda la
iglesia católica cuando son sus altos jerarcas quienes se ven envueltos en
este tipo de delitos.

Es cierto, no por los hechos de uno o algunos, se puede acusar a todos. Sin
embargo, la duda la hacen pender los propios integrantes de la iglesia
cuando se encubren unos a otros y solamente de manera circunstancial la
sociedad logra enterarse de los desvíos de algunos de sus integrantes. Lo
demás queda sepultado tras la opacidad, cuando no la oscuridad total, que a
sus actos da la jerarquía eclesial.

Porque, recordemos, en tiempos en que la “transparencia” es un factor
obligado en los actos de gobierno y de todos aquellos que manejan recursos
públicos, la iglesia no ha dado muestras de intentar siquiera, entrar en esa
dinámica, a pesar de que son miles de millones de pesos los que maneja de su
feligresía, que en México abarca alrededor del 88% de sus habitantes.

En momentos de la humanidad en los que como consecuencia de los adelantos
tecnológicos todo puede registrarse, y en los que la sociedad ha perdido ese
temor reverencial tan perjudicial para el avance mismo de los pueblos, sin
duda que estaremos presenciando más y más pruebas de las desviaciones de los
integrantes de la iglesia católica. Intentar negar que existen es pretender
tapar el sol con un dedo; es intentar tomarnos a todos de Galileos para
obligarnos a negar lo obvio.

Sin embargo, el poderío político de la iglesia católica en el mundo es tan
grande que puede mover gobiernos. Así lo hizo el día de ayer cuando en la
ciudad de México, los abogados y el ofendido que acusan a Norberto Rivera
Carrera el “carde precioso”, daban una conferencia de prensa y se intentó
su arresto por la Secretaría de Gobernación. ¿Causalidad? ¿Eficiencia de
nuestros cuerpos de seguridad interna? Ni lo uno ni lo otro por supuesto.

Es la influencia y el pago de favores que se hacen entre las clicas que
dirigen al país; entre quienes vía telefónica se jactan de sus relaciones
sexuales desviadas; entre los gobers preciosos y los Kamels Nacifs; entre
los Gamboas y su papito lindo; y hoy entre los “cardenales preciosos” y sus
protegidos y protectores políticos.

La hipocresía viene haciendo reventar la burbuja de pus que ha aflorado
hacia dentro de instituciones que, por un lado se dan golpes de pecho los
domingos matinales, y por el otro se muestran en su putrefacción.

Hace meses, cuando la exhibición de la película “El Crimen del Padre Amaro”,
la jerarquía católica puso el grito en el cielo. La realidad demuestra que
la cinta cinematográfica se quedó corta; demasiado corta.

En fin, que el pueblo deja pasar y deja hacer. La jerarquía católica
recomendó a Marcial Maciel alejarse a hacer penitencia, lo que implicó un
reconocimiento de su culpa en los delitos sexuales de los que fue acusado y
denunciado. ¿Norberto Rivera Carrera, el “carde precioso” de qué puede
asustarse? Total, puede retirarse a disfrutar de sus placeres, asegurado el
futuro económico. Esas son las fuertes sanciones que le impone la iglesia
celestial a sus miembros, aunque sus desviaciones sean tan terrenales como
las de los más perseguidos criminales.

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