28 de septiembre de 2006

POLITICUENTOS:SIN SALIDA

MARIO GALVEZ ESCRIBE:

Sin salida

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El conflicto político de Oaxaca no sólo exhibe la incompetencia del gobierno foxista, sino su falta de liderazgo para encontrarle solución.

Si el origen del conflicto fue inicialmente salarial y administrativo (la federalización, fue la demanda central de los maestros de la sección 22) hoy ya es de absoluta ingobernabilidad.

Fox dejó que el problema se agravara al sostener la idea de que el origen de éste era local y por ende local debía ser también su solución.

La reconocida insensibilidad foxista quedó de manifiesto en el hecho de que aun hoy, cuando el conflicto lleva ya casi medio año de declarado, no ha habido secretario de Estado que se digne a pararse en Oaxaca con ánimo conciliatorio y de negociación.

Las pláticas en Gobernación comenzaron sólo hasta que la iniciativa privada local amenazó con no pagar impuestos.

La falta de respuesta del gobierno federal ha sido deliberada, pues su intención ha sido que la situación empeore para que se imponga la salida de Ulises Ruiz.

Lo cierto es que la ingobernabilidad es tal que la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca es en los hechos el gobierno de facto en partes de la propia capital, y dónde grupos de exaltados imponen su propio Estado de Sitio sin que haya autoridad que se los impida.

Por eso mismo es grotesco que Fox acuda a la ONU a demandar libertad y democracia para Cuba, cuando ha dejado deliberadamente que la crisis oaxaqueña se profundice y termine con todo concepto de institucionalidad.


En Oaxaca no sólo no hay autoridad de ningún tipo, sino que el gobierno ha virtualmente desaparecido y las instituciones son una ficción.

Por eso mismo es para dar risa lo dicho por Fox ante la Asamblea General de la ONU de que las instituciones mexicanas son sólidas y ejemplares.

¿Sólidas y ejemplares? Para desmentirlo allí está el caso del joven Joaquín Aguilar, quien tuvo que recurrir a la justicia de otro país porque en el suyo se dio cuenta de que las autoridades estaban -como están- al servicio de la delincuencia, en su caso eclesiástica.

Aguilar fue presunta víctima del padre Nicolás Aguilar Rivera, un pederasta que abusó sexualmente de más de 90 niños en Estados Unidos y en México y que ha sido protegido por la jerarquía eclesiática pero en particular por el cardenal Norberto Rivera Carrera, quien para congraciarse con el gobierno entrante recomendaba hace días a todos los católicos reconocer a Felipe Calderón como presidente legítimo.

Cabe señalar que la víctima recurrió en su momento a las instituciones encargadas de la Procuración de Justicia, pero el Ministerio Público en vez de investigar los hechos y perseguir al presunto responsable se dedicó a desalentar al denunciante asegurándole que su demanda no habría de prosperar.

En México debe haber miles de casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, obispos y otros prelados, sin embargo jamás se ha castigado a nadie por tales delitos.

La complicidad del poder político con el eclesiástico para burlar no sólo a las víctimas, sino a la ley y a la misma sociedad ha sido -y es- absoluta.

De qué instituciones democráticas habla entonces Fox, cuando las realmente existentes en México están al servicio de los poderes fácticos -terrenales y espirituales- y de la delincuencia organizada hecha gobierno.

Ese es el problema de fondo del México actual, la inexistencia de un verdadero Estado de Derecho y de instituciones que lo acaten y lo hagan cumplir.

Por eso hay dos Méxicos, el de los jodidos y el de los otros.

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