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Excélsior, jueves 28 de septiembre de 2006
PRD: convicción y necesidad
Por: Humberto Musacchio
Con todo y lo fastidiosa y fatigante que pueda ser la protesta perredista, lo cierto es que se circunscribe al marco legal
Total solidaridad con Ricardo Rocha
El Partido de la Revolución Democrática viajará por dos caminos, a veces paralelos, pero que en más de un momento tenderán a alejarse. Como es sabido, el PRD dice haber sido estafado en la pasada elección presidencial, fue agraviado por Vicente Fox, que gastó 1,700 millones de pesos de los contribuyentes para descalificar opciones distintas de la suya; el Consejo Coordinador Empresarial y los dueños de grandes compañías intervinieron ilegalmente en la campaña, sin ser sancionados, y el TEPJF, pese a reconocer todo ese cochinero, declaró válida la elección y aceptó las cuentas que le presentó el IFE para declarar ganador a Felipe Calderón.
De modo que ese partido tiene sobrados motivos para protestar y lo está haciendo por todo el país. Ahí donde se paran el presidente Fox o su sucesor se producen manifestaciones de rechazo, las que por cierto empiezan ya a contrarrestarlas los panistas, como acaba de ocurrir en Guanajuato.
Pero lo cierto es que con la presencia de sus simpatizantes o sin ella, la asistencia de los perredistas a todo acto de Calderón debe resultar muy molesta. Tiene que ser muy irritante que todos los días, donde se para el ex candidato del PAN, se le aparezcan los aurinegros con gritos y pancartas que le recuerdan su situación.
Todo indica que el movimiento perredista, el que está en las calles, seguirá ahí como una especie de maldición para Felipe, quien seguramente ya sueña con esos letreros que lo llaman "ilegítimo", "impuesto" y quién sabe cuántas lindezas más. Es el precio a pagar por la falta de certeza en los resultados.
Con todo y lo fastidiosa y fatigante que pueda ser la protesta perredista, lo cierto es que se circunscribe al marco legal. No es delito que la oposición política se exprese como tal ni que manifieste su inconformidad con la forma en que se condujo el proceso electoral, desde el nombramiento de los todavía consejeros del IFE hasta el fallo de los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los que en buena hora ya se van.
Los contingentes que reconocen a Andrés Manuel López Obrador como su caudillo y no aceptan a Felipe Calderón como Presidente insistirán en su querella a lo largo de los próximos años. Cada vez será más difícil celebrar mítines de un millón o más de participantes, pero lo previsible es que muchos mexicanos inconformes mantengan en alto sus banderas rebeldes y por fortuna el campo de la legalidad resulta muy ancho y muy largo para darles cabida.
Donde el desconocimiento del panista se convierte en una seria contradicción es en el PRD institucional, ese que representan los alcaldes, diputados, senadores y gobernadores de amarillo y negro. López Obrador, informa ayer Excélsior, se reunió con los diputados del Frente Amplio Progresista, "a quienes prohibió cualquier contacto con el presidente electo Felipe Calderón".
Único orador en esa junta, AMLO les dio instrucciones. "Ustedes no tienen que tratar con el usurpador porque son parte de un poder autónomo. No tienen que negociar nada con el Poder Ejecutivo", dijo, y afirmó que Felipe Calderón es "pelele de los intereses de grupos en el poder".
Más allá de la oratoria, lo cierto es que los diputados federales y locales del PRD, lo mismo que sus senadores, "no tienen que negociar nada con el Poder Ejecutivo", el federal. Sin embargo, tienen que entrar al juego parlamentario, son parte de él y deben buscar acuerdos con las derechas. Tan es así que, como cobro adelantado por lo que pueda pasar el primero de diciembre, PRI y PAN decidieron repartirse el pastel de las comisiones legislativas, donde están el dinero y otros recursos, y dejaron fuera a los perredistas en forma notoria, como un aviso de que, quien no transa, no avanza. Aún así, diputados y senadores pueden completar sus periodos sin negociar con el Ejecutivo.
Quienes no podrán evitar el diálogo, la negociación y los acuerdos con el Ejecutivo federal son los gobernadores perredistas de Baja California, Guerrero, Michoacán, Zacatecas y muy principalmente el jefe de Gobierno del DF. Marcelo Ebrard y los demás mandatarios perredistas podrán poner cara seria a Calderón, pero necesariamente tendrán que aparecer en la foto cuando visite sus entidades, donde serán sus anfitriones.
Pero no es únicamente un asunto de buenas maneras. Los gobernadores, por rigurosa e insoslayable necesidad, tienen que negociar presupuestos, partidas especiales, apoyo político, técnico, policiaco y militar, en fin, recursos de todo tipo, con Los Pinos. Para el caso importa poco si consideran "espurio" o "usurpador" a Calderón. Tan es así que Juan Sabines, el ex priista que aparentemente ganó las elecciones en Chiapas compitiendo por el PRD, ya anunció que reconocerá a Felipe y lo mismo ha hecho el candidato perredista a la gubernatura de Tabasco, César Raúl Ojeda Zubieta. En el ámbito político, como en el religioso, la ortodoxia es siempre una aspiración, pero la necesidad tiene cara de hereje.
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