Haya guerra política, pero no violencia
Por: Julio Pomar (especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:19/09/2006)
Terminó la primera etapa -digámoslo así- de la confrontación poselectoral entre la izquierda y la derecha de México, ya que ha brillado por su ausencia el centro, o PRI, que ni para “bisagra” ha servido. Se dieron los dos “gritos” por la independencia previstos, pero en sitios distintos: uno en el Zócalo capitalino, por el jefe de gobierno del DF, Alejandro Encinas, acompañado del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, y el otro por el presidente Vicente Fox, pero en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Las dos locomotoras echadas a correr como máquinas locas fueron detenidas en el momento crítico y así se evitó una peligrosa confrontación. Dicen los enterados que ello fue el resultado de negociaciones entre Encinas y Abascal, que derivaron en el acuerdo del Senado por el cual le pidieron a Fox que se fuera a dar su “grito” a Guanajuato.
De todos modos, el saldo político de las dos fechas septembrinas más importantes fue a favor de los obradoristas. El primero de septiembre sus legisladores le impidieron a Fox emitir el mensaje en tribuna, apoyados en la justa razón legal de que la Policía Federal Preventiva tenía secuestrado al recinto del Congreso de la Unión -un estado de excepción intolerable y anti constitucional- y se plantaron en la tribuna de San Lázaro, lo cual provocó lo que ya se sabe: que Fox no diera su mensaje en ese lugar, sino que sólo entregase por escrito el VI y último Informe. Y lo segundo ya mencionado: Fox no pudo dar su “grito” en Palacio Nacional la noche del 15, y lo hubo de dar en su tierra, supuestamente porque había peligro de violencia entre obradoristas y anti obradoristas si el Ejecutivo insistía en aparecer en la ceremonia desde el balcón de Palacio. Especie que fue propalada por el vocero Rubén Aguilar y resultó una pifia, una mentira crasa, ya que de los propios órganos de la seguridad nacional surgió la información de que nunca se detectó tal peligro o tal amenaza.
El plantón Zócalo-Madero-Juárez-Reforma ya se levantó. El desfile militar del sábado 16 se desahogó sin dificultad ni problema. La Convención Nacional Democrática sesionó en el Zócalo el sábado 16 por la tarde, con el resultado ya adelantado: López Obrador fue por aclamación designado “presidente legítimo” por sus seguidores y formará un gobierno alterno itinerante, que le hará un marcaje cuestionador al de Felipe Calderón, desde que éste asuma el primero de diciembre. Ahora tendremos un gobierno bicéfalo, por obra y gracia del fraude electoral del foxismo y la derecha.
Ahí van las cosas. No se ha llegado a la violencia física y esperemos que ello no ocurra nunca en este históricamente inédito gran diferendo político entre mexicanos. Que sigan negociando aunque sea a la distancia, con señas, a señales humo o como sea, esto es, a valores entendidos. Pero que así lo hagan. El resultado final deberán darlo los acontecimientos políticos, no la violencia.
Singular es que se esté demostrando que puede haber diferencias entre fuerzas políticas, incluso tan terribles como la que se está dando, sin que eso implique ruptura de la paz social, violencia física. Sería un crimen contra la nación, este sí muy lesivo, que cualquiera de las partes rompiera la paz, aunque ésta esté deslizándose en el filo de la navaja. A una represión seguirían respuestas y, de ahí, una escalada de actos violentos, que serían inacabables. Haya guerra política pero no se llegue a la violencia fratricida. Esperemos que así sea. No despertemos al México bronco.
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