30 de septiembre de 2006

MACEDONIO TÁMEZ: PRAGMATISMO Y CORRUPCIÓN

NOTA ORIGINAL PÚBLICO MILENIO

Hace pocos días publicó Jordi Soler un artículo en el diario español El País intentando explicar el conflicto postelectoral mexicano. Independientemente de sus conclusiones, algunas de las cuales no comparto, se incluye en este artículo un desgarrador párrafo, muy realista, que no puedo dejar de transcribir:

“Vayamos a la base de la pirámide: en México, y esto lo sabe cualquiera que haya visitado con detenimiento el país, cuando te saltas un semáforo en rojo y te detiene un policía, basta con darle dinero para que te deje ir sin pagar la multa. Este sistema de coexistencia con la autoridad, se reproduce hacia arriba en cualquier ámbito y en todos los niveles, hasta llegar a la parte superior de la pirámide. México es un país donde, salvo honrosas excepciones, si se tiene dinero o poder se puede vivir al margen de la ley. Tenemos ex presidentes, ex ministros, ex gobernadores, ex jefes de la policía que han saqueado al país y que hoy se pasean tranquilamente por las calles sin que ninguna autoridad, y desde luego ningún juez, les finque ninguna responsabilidad.”

Es cierto, es rigurosamente cierto lo que dice este autor; todos lo sabemos. Han entrado y salido gobiernos de todos los colores, con ideologías distintas, y la corrupción oficial, con la complicidad —O sacrificio?—de los particulares, sigue rampante y toma, como Proteo, las más diversas formas. En medicina llamamos “proteiforme” a aquella enfermedad” que tiene signos y síntomas muy diversos. Pues bien, así es la corrupción en México, proteiforme, alternándose las prácticas de siempre, como la untada de mano a los agentes de tránsito, con nuevas formas, brillantes a veces en su confección, infames por la manera en que minan la confianza y dificultan la evolución de este país hacia mejores estadios de justicia y bienestar.

Pareciera ser que las ideologías no están funcionando. Isaías Berlin hablaba con insistencia del poder de las ideas. En México las ideas no parecen tener ningún poder, y menos las que pretenden orientar a esta sociedad hacia mejores formas de vida. Gobernantes, políticos y partidos recurren a la ideología, que incluye propuestas anticorrupción, sólo en sus discursos, y al final consienten este mal o se hacen los distraídos cuando su persecución no les conviene.

Mientras los mexicanos nos ponemos de acuerdo sobre las ideas que algún día habremos de aplicar para abatir esa corrupción que tiene tan desesperada a la gente —véase el arrastre del movimiento lopezobradorista— y mientras muchos de nosotros superamos el conflicto, íntimo, alimentado por la realidad que nos circunda, que representa el no saber en qué creer ni en quién creer, busquemos formas prácticas de abatir la producción.

Me comentaba hace poco tiempo un buen amigo que la corrupción no es un problema de moral sino de eficacia. Somos en México ineficaces en definir con claridad y compromiso qué le toca a cada quién, qué es lo que puede hacer y qué lo que no puede, y qué consecuencias, políticas, jurídicas y sociales acarrearía el incumplimiento de estos compromisos. Esto nos lleva a la necesidad de plantear un nuevo pacto social al estilo Rousseau. Bueno, si esto fuera la solución..En lo que llega ese gran momento vamos recurriendo al pragmatismo, como lo hacen los políticos, y encontrando fórmulas prácticas de convivencia que satisfagan a todos. Antes de que sea demasiado tarde y se sigan multiplicando los pobres y los desesperados.

COMENTARIO: Macedonio Támez fue presidente municial de Zapopan por el PAN hasta hace 3 años, además de precandidato a la gubernatura por ese partido. Él y su partido perdieron la alcaldía ante el PRI por el error de su administración de ignorar las demandas de una colonia popular de obras viales mientras sí las realizaron en la zona más pudiente de la ciudad, así como por la acción del compadre de Calderón, Tarsicio Rodríguez de imponerse como candidato por el PAN a la alcaldía a pesar de la oposición de la militancia, pero pesó más el compadrazgo y el ser dirigente estatal del partido, con la previsible consecuencia de perder la elección.

Evidentemente, con independencia de la filiación política, los problemas del país son imposibles de ignorar, por más que quieran tapar las élites el sol con el dedo. Sin embargo, la conclusión de que es necesario mayor pragmatismo para evitar la corrupción no es del todo correcta. Precisamente por un mal entendido concepto de pragmatismo, que es hacer lo que conviene, es de que autoridades y ciudadanos toleran y promueven la corrupción, porque se saca provecho de ello.

Es una de las razones por la que los pragmáticos consideran que Obrador "perdió" las elecciones, porque no fue "pragmático" y no se arrodilló a los poderes fácticos para que le facilitaran el acceso al poder, estos "pragmáticos" no esperan que los políticos actúen con decoro y dignidad -conceptos caducos y olvidados para ellos. A pesar de su personalidad que no a todo mundo gusta y sus defectos, López Obrador resalta sobre toda la clase política del país, incluyendo a muchos de los que lo rodean, porque acostumbra hacer lo que es correcto, no lo que es conveniente. Será para muchos una locura, pero necesitamos todos contagiarnos de esa locura si queremos hacer de esta nación un país mejor. La locura de hacer lo correcto es lo más pragmático hoy, y es lo que está en nuestras manos hacer.

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