El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó en su sentencia que el Presidente colocó en “riesgo el proceso electoral” al intervenir indebidamente en la elección (discursos contra AMLO, publicidad gubernamental en exceso, etcétera). Acto seguido, el Presidente Fox irrumpe en los medios en cadena nacional y desestima la observación en el fallo del TEPJF para contravenirlo públicamente y auto excusarse de lo que a todos nos consta ocurrió.
Aquí se advierten dos discursos: uno que solicita que los mexicanos respetemos a las instituciones y sus determinaciones legales y, otro, el del mismo Presidente Fox desestimando una consideración que forma parte de la sentencia emitida recientemente por el TEPJF, a quien supuestamente debemos respaldar todos y que luego el mismo Presidente descalifica cuando el Tribunal se atrevió a criticarle su ilegal intromisión en el proceso electoral. Moraleja: para ciertas cosas hay que respetar al TEPJF (las que le conviene al Presidente), para otras, la misma institución no tiene razón y hay que encadenar las televisoras para reprocharle al Tribunal la dura observación.
Bajo este doble discurso, cómo creer en el compromiso con nuestras instituciones mientras el mismo Presidente las descalifica cuando lo que resuelven no le conviene. Recordemos al candidato Fox que en su momento calificó como “una marranada” el fallo del Tribunal (el mismo que hoy dice que debemos defender) cuando no le permitieron colocar su fotografía en la boleta electoral para el proceso del 2000; o del mismo Fox, diputado federal en la primera mitad del sexenio de Salinas de Gortari, que deambulaba por la Cámara de Diputados con orejas de burro en franca protesta por la dudosa elección de 1988. Incluso aquel que en campaña llamó “mariquita” al candidato del PRI a la presidencia o el que se refería a los priistas como “alimañas, tepocatas y víboras prietas”.
Buena parte de la inconformidad del PRD se debe a que la intervención del Presidente Fox en las pasadas elecciones, misma que la autoridad electoral observó también en el fallo (que dijo que al no poder cuantificarse, no se podría saber si fue o no determinante para el resultado de la elección) lo desdibujó como jefe de Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas de México, para colocarlo como activista electoral de la campaña del candidato de su partido. Pudo ser el Presidente de todos los mexicanos y prefirió ser el Presidente de una mitad de ellos, dedicándose, con sus improperios, a exacerbar los ánimos de la otra mitad de la población.
Postilla. Ayer Público señaló, a propósito de la Ley de Transparencia, que 29 recomendaciones del ITIP se incumplieron: “Vialidad, la única que castigó el negar información”. Raro, pues durante toda la campaña a gobernador se presumió al Ayuntamiento de Guadalajara como “el más transparente” y el ITIP tiene entre sus haberes dos multas y una denuncia penal para este Ayuntamiento por incumplir con la referida ley ¿Por qué no aparece Guadalajara entre los que cumplieron? En realidad está acreditada, entonces, ¿la “transparencia”?
gabtorre@hotmail.com
Aquí se advierten dos discursos: uno que solicita que los mexicanos respetemos a las instituciones y sus determinaciones legales y, otro, el del mismo Presidente Fox desestimando una consideración que forma parte de la sentencia emitida recientemente por el TEPJF, a quien supuestamente debemos respaldar todos y que luego el mismo Presidente descalifica cuando el Tribunal se atrevió a criticarle su ilegal intromisión en el proceso electoral. Moraleja: para ciertas cosas hay que respetar al TEPJF (las que le conviene al Presidente), para otras, la misma institución no tiene razón y hay que encadenar las televisoras para reprocharle al Tribunal la dura observación.
Bajo este doble discurso, cómo creer en el compromiso con nuestras instituciones mientras el mismo Presidente las descalifica cuando lo que resuelven no le conviene. Recordemos al candidato Fox que en su momento calificó como “una marranada” el fallo del Tribunal (el mismo que hoy dice que debemos defender) cuando no le permitieron colocar su fotografía en la boleta electoral para el proceso del 2000; o del mismo Fox, diputado federal en la primera mitad del sexenio de Salinas de Gortari, que deambulaba por la Cámara de Diputados con orejas de burro en franca protesta por la dudosa elección de 1988. Incluso aquel que en campaña llamó “mariquita” al candidato del PRI a la presidencia o el que se refería a los priistas como “alimañas, tepocatas y víboras prietas”.
Buena parte de la inconformidad del PRD se debe a que la intervención del Presidente Fox en las pasadas elecciones, misma que la autoridad electoral observó también en el fallo (que dijo que al no poder cuantificarse, no se podría saber si fue o no determinante para el resultado de la elección) lo desdibujó como jefe de Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas de México, para colocarlo como activista electoral de la campaña del candidato de su partido. Pudo ser el Presidente de todos los mexicanos y prefirió ser el Presidente de una mitad de ellos, dedicándose, con sus improperios, a exacerbar los ánimos de la otra mitad de la población.
Postilla. Ayer Público señaló, a propósito de la Ley de Transparencia, que 29 recomendaciones del ITIP se incumplieron: “Vialidad, la única que castigó el negar información”. Raro, pues durante toda la campaña a gobernador se presumió al Ayuntamiento de Guadalajara como “el más transparente” y el ITIP tiene entre sus haberes dos multas y una denuncia penal para este Ayuntamiento por incumplir con la referida ley ¿Por qué no aparece Guadalajara entre los que cumplieron? En realidad está acreditada, entonces, ¿la “transparencia”?
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