NOTA DE PROCESO:
Calderón: De tumbo en tumbo
carlos acosta córdova
México, D.F., 19 de septiembre (apro).- En su ánimo de ganar simpatías, sobre todo de los millones que no votaron por él, al presidente electo Felipe Calderón le salen por la culata los tiros que lanza:
Nadie le creyó su petición al IFE de que pospusiera la destrucción de las boletas electorales. El acercamiento con los líderes del PRI se le empañó –si no es que se le vino abajo-- con la filtración del singular diálogo entre Emilio Gamboa y Fidel Herrera con Kamel Nacif.
Su nuevo discurso, con énfasis en las propuestas sociales de Andrés Manuel López Obrador, es poco convincente. Y, por si fuera poco, el presidente electo sigue, como ya muchos lo han apuntado, a “salto de mata”, haciendo apariciones públicas sorpresivas, como el pasado miércoles 13 en el homenaje a los Niños Héroes.
De tumbo en tumbo, Calderón da, pues, sus primeros pasos como presidente electo designado por el Tribunal Electoral. Y poco le ayudan su partido –el blanquiazul-- y el presidente de la República.
En el primer caso, ya son muchos los que, dentro y fuera del PAN, le piden a Felipe se deslinde de Manuel Espino, que se la pasa haciéndole flacos favores. Y en el segundo, una Presidencia sin tino –el caso Oaxaca pudriéndose; el narcotráfico y la delincuencia organizada mostrando públicamente sus aberraciones; la rendición de la plaza mayor para el Grito de Independencia-- tampoco le auxilia gran cosa.
Vayamos por partes. Primero, la carta al Instituto Federal Electoral. ¿A quién quiso engañar Felipe? Es de todos sabida la relación tan estrecha, política y personal –al grado de atestiguar la efímera boda de Luis Carlos Ugalde y Lía Limón-- entre Calderón y el presidente consejero del IFE, como para no pensar que platicaron antes el contenido de la famosa misiva.
Es una perla –auténtico himno a la hipocresía-- lo que dice en ella Calderón: “En abono a la certeza y confianza de los ciudadanos en las instituciones, solicito respetuosamente a usted que, en el marco de sus atribuciones, sea promovido al interior del Consejo que dignamente preside, el acuerdo necesario para preservar el material electoral durante el tiempo que sea posible, y así contribuir al mejor entendimiento entre los mexicanos”.
Cómo creerle si, cuando se le pidió expresamente –aquí sí, en abono a la certeza y confianza en las instituciones-- que apoyara el recuento de votos, se negó de manera rotunda, apelando a una interpretación estrictamente letrista de la ley.
Luego, para terminar el juego engañabobos, Ugalde le respondió que la destrucción de la documentación electoral se hará conforme a la ley, a lo que dispone el Cofipe; que para “preservar” las boletas, como presuntamente lo pedía Felipe, el Congreso tendría que modificar la legislación electoral. Pero prometió que, cuando el Consejo General del IFE acuerde la fecha para la destrucción del material electoral, considerarán la petición.
¿Acaso creyó Felipe que con su carta la gente pensaría que tiene la mejor disposición para llevar la fiesta en paz? ¿Que de su parte hay buena voluntad para el “mejor entendimiento entre los mexicanos”?
Cuando tuvo la oportunidad no lo hizo.
Y ahora, sumido en el descrédito, quiere engañar, darle trato de menor de edad a la gente.
En segundo término, la relación con el PRI.
Durante el periodo de campañas, el propio Felipe, gente de su equipo y del partido insistían en que votar por López Obrador era votar por el PRI de las peores mañas, y remitían a Bartlett, a Camacho, a Monreal, a Guadarrama.
Pero justo el día en que Calderón se reúne con dirigentes priistas –impresionante la foto en la que aparece Mariano Palacios Alcocer haciéndole reverencia al presidente electo-- se dan a conocer los audios con los aberrantes diálogos entre el tristemente célebre Kamel Nacif y Emilio Gamboa y Fidel Herrera, cuando eran senadores, en los que negocian acuerdos legislativos.
La pregunta es: ¿con esos priistas es con los que Calderón quiere hacer un gobierno de coalición? ¿Con ellos hará alianza para lograr mayoría en el Congreso? ¿Para encumbrar a ese PRI sirvió el voto “mayoritario” por Felipe Calderón?
Finalmente, el nuevo discurso. Muy poco convencido –y por lo mismo muy poco convincente--, Calderón ha venido empleando un discurso en el que recoge planteamientos, demandas y propuestas que hizo en campaña Andrés Manuel López Obrador, pero sin profundidad y sin más alcance que la mera retórica:
El simple propósito de hacerse oír entre quienes no votaron por él. El ejemplo más ilustrativo de ello, en la semana anterior, fue su furtivo homenaje a los Niños Héroes. Llegó al llamado Altar a la Patria, a escondidas, sin avisarle a su “fuente”, y luego de exaltar la gesta de los cadetes del Colegio Militar en 1847, dijo: “Hoy los enemigos son otros, nuevos y poderosos: la miseria en la que viven millones de mexicanos; la desigualdad, el desempleo, sobre todo la inseguridad y la amenaza de la delincuencia organizada”. (Sin comentarios, el considerar novedosos la miseria, la desigualdad y el desempleo).
Insisto, introduce conceptos a su nuevo discurso, pero sólo a nivel de enunciado. Nada propone aún. Nada plantea para acabar con esos males. Pura retórica sin más.
Y así, de tumbo en tumbo, va dando sus primeros pasos el presidente electo. Preocupa su falta de firmeza, de claridad y, peor aún, de definiciones.
Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx
NOTA:Que se puede esperar de un MONIGOTE sin la menor capacidad de decision,que teme abrir la boca de mas y molestar a sus sucios socios que ya se truenan los dedos ante el terrible panorama,con AMLO en pie de lucha y la sociedad en accion civil para defender lo que le pertenece a Mexico.
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