18 de septiembre de 2006

EL POBRE REY DIVINO.

NOS ESCRIBE PAUL:


EL POBRE REY DIVINO

En la historia sobre los comienzos del Estado juega un importante papel la figura del Rey Divino. Personaje seleccionado por sus virtudes mágicas, algo más que chamán, para gobernar el cosmos de aquí, ayudando a incorporar fuerzas necesarias para la reproducción de la vida. Lo interesante es que la figura, que llegaba a contar con muchos poderes, frecuentemente vivía una vida recluída, separada del resto, solamente servida, así fuera por muchas Marthas. Pero era el caso que cuando una descubría alguna íntima debilidad, corría la voz—ese era su deber—y comenzaba una ceremonia de despojo de atribuciones y de encaminamiento hacia su gloria final: el sacrificio o autosacrificio siempre en aras de la comunidad, que al final, hasta lo devoraba. Se sabe que los gobernantes posteriores se las arreglaron para burlar este destino y vivir mucho más allá de su potencia defenestrada. Buscaron victimas substitutas, o lograron imponer una ceremonia simplemente conmemorativa de sus muchos años de reinado. En los templos del viejo Egipto, se podría retratar un Seti octogenario, todavía de rabo verde.

En México no se puede dudar que hemos tenido hasta ahora figuras semidivinas en la Presidencia. Ese lugar extraño para los simples mortales, deseado inauditamente por los miembros de la clase política, como una llegada al Paraíso. Como un llegar al estarse reclinando a la Diestra del Criador. Un sitio quizás innecesario, si no fuera como el requisito ideológico supremo que permite renovar las diferencias.

El hecho es que llega el designado a la Presidencia y viene a disfrutar de Palacio, de ropa nueva (trajes de parada y de descuido, camisas italianas, calzoncillos irlandeses, botas mexicanas) de toallas y sábanas de marca, de comida a la carta, de coches blindados –eso se ve, hoy día una necesidad a voces- helicóptero, avión, y a donde todo eso lleve en un extendido kilometraje global. La vida es durante su par de años, la gloria. No tiene que preocuparse mucho de nada, si su vocabulario es limitado, podrá hasta inventar palabras y pronunciaciones que serán repetidas ad infinitum. Su tiempo crece cuando se encuentra con otras enormidades de destino semejante. Decrece en las audiencias populares, en donde de todos modos podrá admirar su pétrea importancia. Que es grande, si. Y todavía más si es más corpulento.

Hasta aquí todo se desarrolla como con los Reyes Divinos primitivos. Y falta el final. El desesperado declive. Y alguna Martha a veces se lo notifica: “debemos pensar cómo seguimos aquí, mira como te reeliges, o me eliges a mi... debemos pensar qué será de nosotros cuando todo este poder tuyo se haya desvanecido....” Y en el pasado se buscaba al sucesor adecuado. Aquel que perdonara todo. No se piensa en los últimos días ni siquiera en la continuación de la política, cualquiera que ella fuese: es que aparece la carne temblorosa del Rey que ya advierte su destino.

Y ocurre que se acerca la sucesión, que ya se escuchan los pasos del que vendrá, y del momento, en los últimos días, de los “acuerdos”—o mejor—de recibir ordenes de la Nueva Majestad. Porque el Viejo queda condicionado a la voluntad vibrante de quien vendrá a ser el nuevo rey frazeriano del Árbol.

Porque en México, cuando se deja de ser Presidente, se llega a una situación de una práctica des-ciudadanización. Se pasa al retiro perfecto. Y hasta incluso se podría ir a la cárcel—si la ley escrita se aplicara. Son importantes entonces las últimas capitulaciones.

Y tienen un orden: poder disfrutar de todo lo malhabido, contar con amnistía plena. Eso por un lado, y por el que llega, el Nuevo, pues “que me hagas a cambio un último favor”. ¿Cuántas veces se habrán repetido estas fórmulas? La discusión en torno a “lo habido”pudo ser a veces muy enconada, ya que el Nuevo y su gente buscan humanamente una participación en ese negocio.

A cambio, en busca de garantías, el Rey Viejo que se va puede realizar algunos actos que habrían sido difíciles para el Nuevo. Recuerden que en su momento Salinas casi se fue a una guerra en Chiapas, a ver si asi limpiaba el escenario para la Nueva instalación, a ver si así se garantizaba algo. Ahora podríamos ver como en el par de meses que le quedan Mr.Fox, defendiendo su fortuna y la de sus parientes, nos alumbra con un estado de sitio en las calles, y una privatización petrolera en el Congreso. Tiene aliados importantes para hacer todo eso. Pero también hay que sopesar que estas capitulaciones pueden ser más difíciles, perdidas de equilibrio, hasta pavorosas, ya que “el Nuevo” parece que no puede garantizar demasiado. Ni él mismo sabe cuanto tiempo va a durar en su esperanza.

En fin… Después el Viejo se irá a su rancho. Quizás construya allí otra capilla. Nunca más saldrá de allí., quizás para los funerales de Elba Esther. Oraciones más, oraciones menos, hostias (*) por acá o acullá, se habrá evaporado de la historia.
Y aquí solamente quedará la renovación de la desgracia.
Los Reyes Divinos no mueren hoy, solamente se van secando. Como momias de Guanajuato.

¡POR TODO ESTO; FIRMES CON EL PUEBLO ¡!
¡VIVA LA CONVENCIÓN NACIONAL DEMOCRATICA!

(*) hostia, en latin significa “víctima”.

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