25 de septiembre de 2006

DE PROCESO:ENTREVISTA A ENCINAS

Y en este articulo se dan a conocer mas datos del acuerdo apra dar el grito en Dolores Hidalgo,que el TRAIDOR EXTRANJERO A LA DEMOCRACIA LLEVO A CABO,entre vitores de sus escolta personal,ya que la ciudad guanajuatense estaba bajo sitio militar:

TRAIDO DE PROCESO SEMANAL:

Ni izquierda radical ni izquierda docil
Raúl Monge

Después de casi 50 días de estar sometido a una intensa presión por el desenlace electoral y, al mismo tiempo, por el jaloneo que libró con la federación en los días previos al sexto informe presidencial y a los festejos patrios, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, reflexiona sobre lo sucedido antes y después del pasado 2 de julio, analiza el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, responde a Cuauhtémoc Cárdenas y a Carlos Slim, y examina el futuro de la izquierda en México.

En entrevista con Proceso, el funcionario capitalino cuenta que antes del 2 de julio su prioridad fue garantizar el clima de gobernabilidad en la ciudad "que nos permitiera enfrentar cualquier tipo de contingencia derivada del resultado electoral".

Revela que los momentos más aciagos para él y su gobierno vinieron después del 2 de julio porque fue necesario mantener el mismo ritmo de trabajo en la ciudad y, por otra parte, atender los flancos que abrió el conflicto poselectoral, además de garantizar el orden para la presentación del informe presidencial y la celebración de las fiestas patrias.

"Fue uno de los momentos más difíciles del gobierno de la ciudad: Se vino el plantón y, con él, otra embestida contra el Gobierno del Distrito Federal; era imperativo garantizar que el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación culminaran su trabajo y, por si fuera poco, evitar que la crispación social derivara en violencia. Hubo, en suma, una situación de crisis poselectoral que por fortuna se resolvió con operación política", sostiene.

Economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, con especialización en el área de desarrollo y planificación, Encinas revela que la instalación del plantón no lo tomó por sorpresa. Comenta que ese asunto lo discutió personalmente con López Obrador, pero aclara que él no estuvo de acuerdo con la medida, como después lo hizo público.

Relata: "Platicamos del asunto porque se trataba de una acción que, evidentemente, no sólo afectaba el funcionamiento de la ciudad, sino la imagen del gobierno".

Afirma que luego de varios días de diálogo, llegaron a un acuerdo; le cedió a López Obrador el corredor urbano, pero le puso una condición: que le garantizara que no habría un solo hecho de violencia y de vandalismo en la ciudad.

A pesar del costo político que le acarreó esa decisión, Encinas defiende su postura. Asegura que por encima de su identidad política y partidaria, en dicha negociación siempre prevaleció su responsabilidad institucional como jefe de Gobierno.

Estaba consciente, explica, de que el hecho de haber permitido y tolerado el plantón repercutiría negativamente en su imagen pública: "Sabía que iba a pagar un costo político, pero también estoy convencido de que actué correctamente al no usar a la fuerza pública, y los hechos así lo acreditaron", puntualiza.

"Use la fuerza"

Indica que aparte de las descalificaciones y de las campañas negativas alentadas por grupos afines al PAN, fue objeto de presiones políticas. Cuenta, por ejemplo, que hubo un momento en que la Secretaría de Gobernación lo emplazó a utilizar la fuerza pública para levantar el plantón.

"De ese tamaño estuvo la situación. Pero ese tipo de presiones -sostiene- no me hicieron nada porque mi responsabilidad siempre estuvo por encima de esas contingencias e incluso de mis propias convicciones". Además, destaca la civilidad con que se condujo el movimiento. "No hubo ninguna acción de tipo radical".

En medio de la crisis poselectoral y de las negociaciones con López Obrador y el gobierno federal para levantar el plantón, Encinas vivió otro momento de máxima tensión, en vísperas del sexto y último informe presidencial.

Ocurrió cuando, el pasado 15 de agosto, elementos del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Federal Preventiva (PFP) desalojaron por la fuerza a diputados del PRD que pretendían instalar un campamento a un costado de la entrada principal del Palacio Legislativo, con el propósito de increpar al presidente de la República.

Según el jefe de Gobierno capitalino, ese incidente estuvo a punto de agravarse, pero fue controlado por la oportuna intervención de la policía local, "fue quizás el momento más tenso de toda esta crisis poselectoral", asegura.

El tercero y último punto de conflicto entre los gobiernos federal y local, derivado de la crisis poselectoral, tuvo lugar los días previos a las fiestas patrias.

Encinas explica que con la Secretaría de la Defensa Nacional no hubo ningún problema. Señala que el asunto del desfile militar fue resuelto con suficiente anticipación, gracias a la fluida comunicación que tuvieron desde un principio ambas instancias.

En cambio, resalta que no ocurrió lo mismo en el caso del Grito de la Independencia. Indica que el gobierno federal insistió en todo momento en que el presidente Vicente Fox realizara esa ceremonia en el Zócalo. Por su parte, López Obrador también quería realizar ese acto simbólico en el mismo lugar. "Todo hacía suponer que habría dos gritos simultáneos en la Plaza de la Constitución, el del presidente Fox y el de López Obrador", refiere el jefe de Gobierno capitalino.

Acuerdos espinosos

Ante lo irreconciliable de las posturas, revela que el gobierno de la ciudad, en un intento de última hora, propuso un acuerdo -se niega a comentar los términos- que fue aceptado por seis personas que participaron en la negociación. Fue así como, dice, se logró destrabar un asunto que amenazaba con salirse de cauce por la crispación social imperante.

"Se vio una tercera opción para evitar esa polarización. El gobierno del Distrito Federal cumplió un papel de mediador, privilegió la política y concretó un acuerdo para que el presidente Fox fuera a dar el grito a Dolores Hidalgo, Guanajuato", afirma.

Y añade: "El grito se dio en el Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México, porque en esta ciudad hay gobierno. Eso fue emblemático".

La versión de la Presidencia de la República fue distinta. En la conferencia de prensa mañanera efectuada el viernes 15, el vocero presidencial, Rubén Aguilar, justificó así la decisión del presidente Fox de abstenerse de dar el Grito en el Zócalo de la Ciudad de México:

"Estoy en condiciones de confirmar que el gobierno de la República tuvo información de los servicios de inteligencia, en el sentido de que algunas organizaciones radicales de la coalición Por el Bien de Todos tenían entre sus planes realizar actos de violencia en la Plaza de la Constitución, en contra de la propia gente que asistiría a esas celebraciones."

Además, añadió que "en alguien debía caber la responsabilidad y fue en el presidente de la República".

-¿Está usted diciendo que puede haber muertos? -le peguntó Verónica Méndez, reportera de W Radio.

Aguilar respondió categórico: "Sí, absolutamente, hay grupos dispuestos a todo".

Horas después, el propio gobierno federal ofreció otra explicación sobre los motivos que orillaron a Fox a trasladarse a Dolores Hidalgo. El secretario de Gobernación dijo que el cambio de sede fue resultado de un acuerdo con Encinas, a cambio de que la coalición levantara los campamentos.

En la entrevista, el titular del Gobierno de la Ciudad de México habla del papel que cumplió la coalición en el pasado proceso electoral. En su opinión, cumplió con las expectativas que se habían creado, pero destaca que, lamentablemente, enfrentó una elección de Estado.

También niega que haya fallado la estrategia de López Obrador; admite que faltó mejor coordinación entre las redes ciudadanas y la estructura partidista, y que fue tardía la respuesta de la coalición para contrarrestar los efectos de la campaña de desprestigio.

Sin embargo, considera que es necesario hacer una valoración más profunda. Y se apunta para impulsar el debate una vez que concluya su mandato, el próximo 5 de diciembre.

Encinas ingresó a las filas del Partido Comunista Mexicano en 1978, y desde entonces ha vivido los distintos procesos de mutación del partido. En 1997, fue invitado por Cuauhtémoc Cárdenas a trabajar en la construcción del primer gobierno de izquierda en la capital. Fue secretario del Medio Ambiente y, posteriormente, de Desarrollo Económico.

Acerca de la carta pública que Cuauhtémoc Cárdenas envió a Elena Poniatowska el 14 de septiembre, comenta: "Es un posicionamiento del ingeniero Cárdenas legítimo, sin duda. Ahora espero que lo que ahí apunta lo debata abiertamente dentro del partido".

Señala que le hubiera gustado ver a Cárdenas en un papel protagónico durante la campaña de López Obrador. "Lamentablemente, no fue así".

Y no sucedió, dice, por un diferendo que, desde su punto de vista, tiene su origen en la definición de la candidatura presidencial.

Coyuntura prometedora

Considera que este momento representa una oportunidad que no será desaprovechada por el Frente Amplio Progresista, el cual no caerá en la radicalización. Lo que se está haciendo es "encauzarlo, porque si algo tenemos claro es que no debemos radicalizarnos".

Afirma que el siguiente paso es la consolidación de una fuerza política, aprovechando todos los espacios conquistados, las representaciones parlamentarias, las posiciones de gobierno y la organización social. "Estamos en un momento histórico para hacer los cambios y las transformaciones que requiere el PRD y para consolidar el frente".

Al examinar el futuro de la izquierda sostiene que dicha corriente ideológica tiene que consolidar y conquistar su derecho a ser mayoría política en México. "Costó mucho trabajo lograr que la izquierda fuera reconocida en este país; por eso hay que mantenerse en la ruta de la vía pacífica, porque sólo así lograremos los cambios".

El tema lo lleva a referirse a la declaración que hizo sobre la izquierda en México el empresario Carlos Slim durante su participación en el CEO Forum México que la revista estadunidense Forbes organizó el jueves 22 en la Ciudad de México.

Según el hombre más rico de América Latina y el tercero más acaudalado en el mundo, a la izquierda mexicana la están "debilitando y radicalizando" las acciones poselectorales asumidas por López Obrador, con quien trabajó de la mano en el gobierno de la ciudad en proyectos millonarios, como el rescate del Centro Histórico.

Ese fue, por cierto, un buen negocio del magnate, porque le permitió adquirir una treintena de inmuebles catalogados como monumentos históricos. En este proyecto, la iniciativa privada invirtió 5 mil 690 millones de pesos; por su parte, el gobierno capitalino erogó 550 millones de pesos.

Encinas manifiesta su desacuerdo con el dueño del Grupo Carso: "Ni izquierda radical ni izquierda dócil. Lo que México necesita es una izquierda transformadora, que al mismo tiempo que combata la iniquidad, la desigualdad y la pobreza, articule un proyecto social integrador, que tenga legitimidad y capacidad para conducir los destinos del país".

Destaca que la derrota electoral, lejos de desfondar al movimiento, le dio nuevos bríos para resurgir: "Después del 2 de julio, he visto un nuevo fenómeno dentro el PRD y en la izquierda en general: hay un buen estado de ánimo, espíritu de cuerpo y cohesión, cosa que no sucedió en 1988".

-¿Ve usted a López Obrador como el hombre ideal para conducir el frente, para dirigir a la izquierda al poder?

-Creo que él puede encauzar el movimiento social, pero necesitamos muchos liderazgos. Lo más importante es consolidar el frente, caminar juntos. No debemos repetir la experiencia del Frente Democrático Nacional (FDN). En 1988, logramos tener el brazo político institucional, pero perdimos el movimiento social de apoyo.

A 73 días de transferir el mando en la capital del país a Marcelo Ebrard, no pocos perredistas ven a Encinas en la presidencia nacional del PRD, en sustitución de Leonel Cota Montaño.

Pero el funcionario se encarga de atajar los rumores: "Voy a terminar mi gestión, Además, tenemos presidente. Siempre lo he dicho: el presidente es mi compañero".

De lo que sí está cierto es que, una vez que deje el Gobierno del Distrito Federal, impulsará el debate. Dice que su partido dejó de hacerlo desde hace tiempo y que es el momento de retomar esa práctica.

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