26 de septiembre de 2006

BLOGOTITLAN:EL DEBATE DE LAS INSTITUCIONES

TRAIDO DE BLOGOTITLAN:

EL DEBATE POR LAS INSTITUCIONES

"Ninguna institución es algo sagrado que esté por encima de esa población"... Clemente Valdés, constitucionalista

EL DEBATE POR LAS INSTITUCIONES

"¡Al diablo con sus instituciones!"

Con el dogma cuasi religioso de la sagrada creencia en una democracia pura y un poco menos que divina al igual que sus instituciones, cual beatas de una santa cofradía que se supone es laica, los personajes orgánicos del sistema mexicano actualmente en vigor, reaccionaron con un fanatismo encendido y visceral contra quien osó pronunciar tan heréticas palabras.

Desde la izquierda de la buena cuna y el vino blanco (Cárdenas, Fuentes, Bartra, etc.) pasando por el progresismo intelectual de "Letrinas Libres" (Krauze et al), hasta llegar a los persignados cruzados tanto neopanistas como paleopriístas, los denuestos y epítetos no se hicieron esperar.

La pregunta que asoma aquí es: ¿Qué es lo que tanto defienden?

Hace casi 2000 años, un humilde carpintero de Nazaret puso a temblar a todo el entramado que emanó de la creencia a la letra del Antiguo Testamento al pronunciar estas contundentes palabras sobre una de las más grandes instituciones de la Antigüedad:

"El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado". (Marcos 2:27)

¡Y vaya que al hablar del Shabatt o sábado no estamos hablando de cualquier pequeña institución!

Y sin embargo, para el mundo cristiano, esa institución fue instantáneamente demolida.

''Las instituciones públicas se crean
únicamente para servir a los habitantes
de un país; cuando no sirven para eso
debemos modificarlas o suprimirlas''.

Quien asevera esto no es cualquier gente; es nada más ni nada menos que el doctor Clemente Valdés, connotado y reconocido abogado constitucionalista.

En reciente entrevista con La Jornada, el doctor Valdés va más allá y extiende su análisis: ''Debemos preguntarnos si las instituciones que tenemos actualmente en México sirven eficazmente para impedir que nuestros empleados públicos se roben los recursos y los impuestos que le quitan a la población; si han servido para disminuir la inseguridad, para aumentar el bienestar de la mayoría y para asegurar las libertades individuales de las personas que la forman''.

Y contundente, no titubea en afirmar: "Es indispensable 'deshacernos de un cúmulo de mentiras, como la veneración a las instituciones aunque no sirvan, y la repetición de principios que han dejado de ser útiles y convenientes para los seres humanos, por ejemplo la idea de los tres poderes del Estado''.

La Gran Simulación

Continúa el doctor Valadés: 'Es tiempo de acabar en México con muchas disposiciones de la Constitución que fueron hechas por nuestros empleados públicos en favor de ellos mismos para someter a la población, para conservar sus cargos, para cometer todo tipo de abusos y, muchas veces, para hacerse de nuestro dinero sin tener que rendir cuentas."

"No podemos conservar la impunidad de nuestros altos empleados, a quienes les pagamos para que cumplan honradamente con su trabajo, manteniendo disposiciones que les dan el derecho a no ser juzgados por los delitos que cometan, sin que previamente otros de nuestros empleados, los diputados, den su permiso para que aquéllos puedan ser sometidos a un proceso penal, como cualquier otro individuo. Todo lo cual conduce a que, con frecuencia, se mantenga en su puesto a diputados, senadores y gobernadores delincuentes, para que sigan delinquiendo hasta que dejen sus cargos''.

Y remata: ''Por lo que toca a las instituciones, es decir, a las organizaciones y departamentos a las que se les encomiendan las distintas funciones públicas, lo primero que hay que destacar es que todas han sido inventadas únicamente para que cumplan con ciertas tareas en beneficio única y exclusivamente de la población, y ninguna es algo sagrado que esté por encima de esa población.

''Las instituciones se crean únicamente para servir a los habitantes de un país; cuando no sirven para eso debemos modificarlas o suprimirlas.''

O sea, dicho en parlar cotidiano: Mandarlas al diablo.

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